Alfonso Castelao: Os voy a contar un cuento triste

Alfonso Castelao: Os voy a contar un cuento triste


A poco de casarse Doña Micaela comenzó a hacer camisitas, pero su ilusión se derrumbó súbitamente y, con lágrimas en los ojos, metió en un frasco de aguardiente el fruto abortado de sus amores.
Doña Micaela escribió en un papelito: "Adolfo, 12 de mayo de 1877". Pegó el papelito en el frasco, y después de besarlo tristemente lo guardó en el armario de las sábanas de lino.
No os riáis, porque el cuento es triste.
Aún no habían pasado cuatro meses y Doña Micaela comenzó a trabajar nuevamente en las camisitas. La buena señora se complacía cavilando en el heredero que ya estaba en camino hacia el mundo, y por segunda vez Doña Micaela vio marchitas sus ilusiones de madre, y con honda tristeza metió en aguardiente el nuevo fruto de sus amores.
Doña Micaela escribió: "Rosa, 7 de enero de 1888". Pegó el papelito en el frasco y muy amargada lo guardó en el armario de las sábanas de lino.
No os riáis, porque el cuento es triste.
La pobre señora lloró tres veces más y metió en otros tantos frascos de aguardiente u n "Pedro", un "Ramón" y una "Alicia".
No os riáis.
La buena señora se dio cuenta de que no alumbraría jamás un hijo verdadero, y con sus grandes ansias maternales dedicó la vida entera al cuidado mimoso de los frascos de aguardiente. ¡Triste vida!
No; no os riáis, porque el caso es triste.
Cada vez que una fallida ilusión cumplía años, Doña Micaela le cambiaba el aguardiente. Todos los días besaba los frascos y arreglaba los lacitos de seda que ceñían los cuellos de los frascos de "Rosa" y de "Alicia".
La buena señora llegó a vieja y tenía criadas de tanta confianza que andaban con las llaves de los armarios y gobernaban la casa.
Un día llegó ante Doña Micaela una de las criadas. Venía tan cortada que no podía hablar; pero la pobre mujer se arrojó al suelo y poco a poco fue confesando entre sollozos:
-¡Perdón, mi ama! ¡ay, que desgracia señora! El señorito Adolfo se me cayó de las manos y se rompió…
Y en ese instante Doña Micaela se desvaneció para siempre.

De Cousas.
Traducción de Lorenzo Almeida.

5 comentarios:

una saludo y un abrazote, carnal
tenia rato sin acer a tu blog
te quedo bien perron
felicidades

atte
el cretino

Anónimo dijo...
14:34
 

No sabés cómo me emocionó encontrar este texto... resulta que soy sobrina nieta de Castelao (vivo en Rosario, Argentina). El era primo hermano de mi abuela materna, y desde hace mucho tiempo, uno de mis sueños es poder visitar Galicia alguna vez. Es una persona a quien admiro mucho, no sólo por su escritura y sus dibujos (un verdadero artista) sino por la historia de su vida en general. Quizás de él heredé mi inclinación por la escritura! Gracias por este regalo, y te felicito por tu blog, me encanta! Ya te incorporé en mi blog como uno de mis preferidos.

Gracias Paula, es un honor para mí recibir tu visita.

¡Qué cuento! Estoy convencido que el librito quedó en las mejores manos de Chile, querido Hugo.

Un gran abrazo Alejandro y gracias por Cincuenta hombres por dos pesos.