William Blake: William Bond

William Blake: William Bond

WILLIAM BOND

Yo me pregunto si las muchachas están locas
y yo me pregunto si ellas quieren matar,
y yo me pregunto si William Bond va a morir
puesto que, ciertamente, está tan enfermo.

El fue a la iglesia una mañana de mayo,
acompañado por una, por dos y por tres hadas;
pero los ángeles de la Providencia las expulsaron
y él miserablemente regresó a su casa.

Ya no volvió a salir ni al campo ni al potrero,
ya no volvió s salir ni a la aldea ni a la ciudad,
ya que volvió a su casa en una negra, negra nube,
se fue a su cama para acostarse en ella.

Y un ángel de la Providencia se instaló a sus pies,
y un ángel de la Providencia a su cabecera,
y en medio estaba una negra, negra nube,
y en medio estaba el enfermo en su cama.

Y a su diestra estaba Mary Green
y a su siniestra estaba Jeanne, su hermana,
y sus lágrimas caían y atravesaban la negra, negra nube,
para que el dolor del enfermo se fuera.

¡Oh William!, si es que quieres a otra,
si es que a otra amas más que a la infortunada Mary,
anda y toma a esa otra mujer por esposa,
y Mary Green será su sirviente.

-Sí, Mary, es a otra a quien amo,
es a otra a quien amo mucho más que a ti,
y es esa otra la que quiero que sea mi mujer;
porque, dime, ¿qué puedo hacer contigo?

Porque tu eres melancólica y pálida,
y sobre tu cabeza tienes la luz fría de la luna;
la otra es rozagante y brillante como el día,
y de sus ojos salen los rayos deslumbradores del sol.

Mary tembló, Mary se estremeció, se puso yerta,
y Mary se desplomó sobre un costado,
tanto que William Bond y Jeanne, su hermana,
apenas consiguieron volverla a la vida.

Cuando Mary volvió en sí y se encontró acostada
a la derecha de su amado William,
a la derecha, en su lecho bien amado,
y cuando vio a su William tan cerquita de ella,
las hadas que se habían escapado de William Bond
danzaron alrededor de su cabeza iluminada;
ellas danzaron sobre las almohadas blancas,
y los ángeles de la Providencia se alejaron del lecho.

Yo creía que el Amor vivía en la cálida luz solar
pero no, el Amor vive en la luz de la luna.
Yo creía encontrar el Amor en el calor del día,
pero el amor dulcísimo es el consuelo de la noche.

Buscad el Amor en la piedad por las ajenas desdichas;
en el tierno alivio de las ajenas preocupaciones,
en la oscuridad de la noche y en la nieve invernal,
buscad el amor en los desposeídos y en los abandonados.

Traducción: Braulio Arenas

comentarios:

Anónimo dijo...
19:54
 

insuperable!!!