Nunca fui un buen chico

Nunca fui un buen chico

Me entero por Ernesto de la muerte de la madre de Leonor. La madre muere de cáncer a la edad de 45 años. Leonor tiene 24. Ernesto me dice que Leonor la asistió hasta el último momento. Veo venir a Leonor y le preguntó cómo está. Me dice que su madre murió. Pongo la mejor cara de sorpresa de que dispongo. Le doy el pésame y un beso, le digo que su madre era una buena mujer y que de verdad lo lamento. Luego vamos a tomar un trago a La Alhambra, en Baquedano con Esmeralda. Un trago tras otro. No hablamos de la madre, tampoco sobre la muerte de la madre. Salimos de allí y nos fuimos a pasar la noche a un hostal. Al mismo al que dos meses antes fui con la madre.

11 comentarios:

¡Eso! La pedagogía es mutua y el hacerse caso cargo depende de cada uno. Al principio de las situaciones, todo es incógnita -azor-, acento en la "o". El resto es predisposición: se hacen hijos, se llenan culos con verga. No es que aquí radique una terapia contra el suicidio. El suicidio es atavismo de culturas muy antiguas, así como la aceptación de la realidad, y los polvos a caballo mirando a través de una ventana, o directamente al mar, son el placebo del mientras tanto. El viático del verbo.
Pero no todo es acompañamiento musical entre los cuerpos.
Estetas europeos de finales del siglo XIX, conociendo los beneficios de la aplicación de la energía eléctrica respecto a la pena de muerte. Institucionalidad de la silla eléctrica. Salieron a recorrer las noches con dinámos portátiles (baterías a manivela) para provocar mortales electroshocks en desprevenidos viandantes.
La seriedad de lo serial siempre fue comunitaria. El resto de la familia es una asignación pendiente.

Anónimo dijo...
13:21
 

texto digno de un Boccaccio en pasada de extasis,hugo

tengo una duda, de cuales fuma yoel?


saludos!


n.

La vida mata, supongamos que lo dijo Matta. Yo una vez a la edad de nueve años traté de suicidarme. Me tiré bajo las patas del carro de mi padre tirado por un caballo. El caballo recuerdo que se llamaba Eulogio. Me quebré una rodilla y me gané una paliza de mi abuela. A lo largo de la vida, uno siempre trata de luchar contra la seducción del suicidio. Nunca logramos conducir el viaje. Pagamos costosas clínicas para morir fríamente entre sábanas blancas.
Poeta n, una vez vi a Yoel que se daba con tutti con un pincel. Pero mejor voy a dejar que lo cuente él. Y su paso por México. La verdad que Yoel no necesita ninguna droga, la droga lo necesita a él.


hugo

Una vez, allá por acullá en medio del mar Caribe, conocí a un médico jipi. Era colombiano y estaba a cargo del dispensario médico de la isla de San Andrés.
Yo era alcohólico consuetudinario y asiduo marihuanero, y debo de haberlo consultado -entonces- por alguna gonorrea.
El médico jipi me dijo: "Yo dejé las drogas. No meto más nada de nada. Ahora le doy a la mente".
El hombre hablaba en serio y el lugar se prestaba a eso.
En el momento no te dás cuenta, pero se aprende lo que se quiere aprender.

Anónimo dijo...
16:24
 

que lujo !

saludos

me gusto, bien redactado. Me reconoci en seguida.

saludos

Anónimo dijo...
12:08
 

un dos tres probandooo....niki estas ahi?
siempre estaras por ahi...
la pluma que bueno saber d eti y saber que siges en estas andanzas.
un buen amigo desde el mas aya.
un abrazo
por esos cognac que algu n dia disfrutamos...entre otras cosas..

cosechatardia I

verga...

muy bueno.

"no hay nada como hacerle el amor a una mujer triste"....

Usted no cambia más, y eso es encantador y mágico.

Sigue siendo mi favorito entre todos los escritores que pululan por el mundo blogger ;)

Un beso enorme y transcordillerano.

Un gran gran abrazo querida Shered

Anónimo dijo...
10:06
 

el final estuvo horrible y forzado, honestamente.
saludos.