Frazada

Frazada


Creí adecuado que ese era el momento de hacerlo. Por lo tanto seguí todas las instrucciones que Angélica Santos me dio. Mira le comenté a Angélica, que no sé lavar una frazada. Me explicó. Llenas la bañera con agua tibia y detergente. Pones la frazada en el agua tibia con detergente. Luego te despojas de tu ropa. Te metes a la bañera y comienzas a bailar sobre la frazada. Me contó que era absolutamente efectivo. Absolutamente recomendable. Que podría parecer una solución poco elegante y hasta anacrónica, pero que no me preocupara por aquello. Que incluso con el baile sobre la frazada podría bajar de peso. Atenuar el stress. Eliminar el colesterol malo. Llegó el día en que necesité hacerlo. El día en que necesité lavar la frazada. El día que intentaría bajar de peso. El día en que atenuaría mi stress. El día que eliminaría mi colesterol malo. Llené con agua tibia la bañera y le puse detergente. Luego introduje la frazada. Me despojé de mi ropa. Me metí a la bañera. Durante quince minutos bailé sobre la frazada. Con fruición. Frenéticamente. Con rabia. Le gané por knock-out a la frazada. El agua incolora, inodora e insípida, dejó de serlo. Casi al terminar los quince minutos escucho la voz de Néstor que le pregunta a mi hijo, Hugo, qué le pasa a Hugo ¿se ha vuelto loco? No sé qué le pasa a mi papá, se comporta como un verdadero tarado, nunca lo he visto así, hace un buen rato que está zapateando sobre una frazada. Termino mi trabajo. Voy y cuelgo la frazada sobre el cordel de colgar. Llego a la biblioteca y me encuentro con Néstor. Me pregunta cómo estoy. Le digo que bien. Que estoy muy bien. Me pregunta por Leonor. Le digo que está en un encuentro de poetas en Santiago. Que en este preciso momento está en un encuentro de poetas en Santiago. Le digo que los mataría a todos. A toda esa mierda de putos poetas de mierda que se reúnen para tomar y follar. Para recitar sus putos poemas de mierda que nadie escucha, que nadie lee. Que estoy harto de toda esa basura de poetastros edulcorados chingones y mafiosos autorreferentes. Que necesito un fusil para matarlos a todos. Le digo que no entiendo cómo Leonor asiste a esa mierda de encuentros. En donde un puto ghicho puede levantarse una mina declamando un puto extracto de la Divina Comedia recitado en italiano. Que las putas minas migran desplazándose miles de kilómetros para ser seducidas por un puto ghicho que declama la Divina Comedia en italiano. Vale Madre si los mato a todos, le digo. Son una manga de imbéciles de mierda los putos mierdas poetas. Mi hijo que escucha me dice, ahora entiendo todo papá. También yo dice Néstor.

3 comentarios:

Qué tremebundos los blogs y la conexión virtual. Esas puñetas mutuas internéticas que lo máximo que te pueden dar es un cortocircuito ante el orgasmo documentado por "la CIA y la policía y toda la mierda encementada de USA", según Gonzalo Arango.
Muy bueno el asunto de la frazada en la bañera. También la sábana empapada en agua fría, estrujada, que envuelve al cuerpo desnudo del pecho a los pies y todo el conjunto bien arropado bajo frazadas secas. Al día siguiente quedás seco como de planchaduría, sin resfrío, sin gérmenes, etc.
A todo esto, los cónclaves de poetas autosindicados como poetas, son espantosos. Lo único positivo que respiran, es la depuración que queda luego de la violencia que provocan. El taller poético, por excelencia, funciona cuando el maestro coloca un revólver cargado en la frente del alumno y le dice: "Convenceme con tus palabras para que no te vuele la cabeza". Y las cabecitas locas vuelan como semillas al viento. Y esas maestranzas escasean.
La sola realidad es la ausencia.
Verte físicamente con alguien alejado geográficamente se parece a reencontarte con alguien del pasado o del futuro. Ahí prima la traición.
Ojalá fuera simplemnte la pelotudez, ques magnífica y alegre. Realidad del reino de los cielos.

Perdón por un comentario más. Tiene que ver con la poesía.
En los sesentas, el poeta Barzack -primer novio de Marta- cuando luego de las reuniones del Escarabajo íbamos a cenar a algún restaurante de Corrientes donde los comensales eran Abelardo, Tejada Gómez, Constantini y un nutrido etcétera de fantasmas y fantasmagóricos (Sábato a veces). En medio dese mundillo de comensales y beodos, José Antonio Barzack tenía el arte de levantarse una mina que generalmente era hermosa y elegante, diciéndole "Flaca ¿te gusta la poesía?". Y le mostraba su verga que era grande.
Tejada Gómez por su lado era de decir una arenga al final de la cena que generalmente reunía a unos veintitantos. Solía decir el morocho y melenudo poeta con voz rugiente: "Manga de hijos de puta ¿Por qué carajo siempre tengo yo que poner guita por los que se hacen los sota y no ponen un mango?. ¡Aporten cabrones questo salió caro!". Todo el mundo se anonadaba ante la estentoriedad del poeta y sacaba guita a lo loco de sus bolsillos. Tejada Gómez recolectaba y por supuesto recoletaba de más, pues deso se trataba. Sin subsistencia no había poesía.

Anónimo dijo...
22:03
 

mm, qué potente, volveré por aquí con más tiempo y fuerza..