Escribo en el mar

Escribo en el mar

Escribo en el mar. En el desierto. En la nube. En la pizarra de un aula que no existe. Y no me quejo. Yo soy el mar, el desierto, la nube y la pizarra de un aula vacía. No espero recompensa ni nada que se le parezca. Una mezcla de lodo y almizcle en el fango de tu vida. Juegos de abalorios en mitad de la nada. Soy poeta por mandato divino y diabólico. Recibo cada día un beso y una cachetada. Soy dejado de lado por un contubernio astral. Me lo ha dicho mi profesora de yoga. Soy un personaje en busca de autor. Soy el detritus que va de tu baño a la cloaca. Soy un personaje miserable y altivo. No merezco tu mierda de perdón ni tu preocupación. Estoy acorralado en un lugar inhóspito y no me quejo. Te lo digo de verdad: no me quejo. Los dados fueron lanzados y el puto azar hizo lo suyo. He vivido la vida que merecí vivir. De fastos y desdichas. De trenes oxidados rumbo a Siberia. Quisiera ser la bala que atraviese mi corazón. La música que te haga girar. El sueño que nos haga despertar. En cambio no. Nada. Soy el personaje que escribe en el mar. En el desierto. En la nube. En la pizarra de un aula vacía. Que nadie lee. Que nadie escucha. Que nadie nada. La puta vida instalada en mi puto corazón.

6 comentarios:

Anónimo dijo...
03:37
 

Caray, Hugo, es triste y grandioso. Duele mucho pero también hace que vea pececitos de colores entre tus dedos.
Un beso grande.
Anxos

Un beso Anxos.

Diantre, concuerdo: conóceme en el fracaso y me conocerás realmente.

Anónimo dijo...
17:01
 

Yo sí le leo, Hugo, siempre que escribe. Y vivo muy lejos en el espacio, no en el tiempo. De momento no tengo ganas de despertar pues miedo me da lo que pueda venir.

Valeria.

Anónimo dijo...
09:08
 

Quisiera ser la bala que atraviese mi corazón.

Veo que usted vuelve a ser usted, lentamente. Quizas el saltar la verja en Comodoro, fue una especie de punto de no retorno.

Pero antes y despues, sigue no habiendo nada. El ahora es tan pequeno y a pesar de eso nunca logramos atraparlo. Siempre los mismo ninos jugando con mariposas eternas en la inmesidad de la Patagonia.

Mi abrazo desde esta especie de Patagonia del norte, donde el silencio a encontrado su trinchera.

Marcelini.

Tenerlo tan claro es casi una conquista. Solo una certeza basta. Aunque sea esta.