El mejor polvo de mi vida

El mejor polvo de mi vida

Llega el poeta y me pide la biblioteca. Me dice que la necesita de 3 a 5. Le digo que no hay problemas. Que me iré por ahí. Que no se preocupe. Que la ocupe. Que nadie lo molestará. Que es un lugar seguro. Me pregunta si tengo algo de Prokófiev. Le dejo instalado Romeo y Julieta y me voy. Me voy a dar vueltas por ahí. Regreso cercano a las seis de la tarde. Llegando a casa, veo tres carros policiales y una ambulancia. Corro y pregunto qué pasa. Asaltaron a tu padre me dicen. Veo a mi padre tendido en una camilla con un esparadrapo empapado en sangre sobre su cabeza. Mi madre llorando. Los vecinos alborotados. La prensa. En un pueblo aletargado de la Patagonia, nada malo puede pasar a las cuatro de la tarde. Ni a ninguna hora. Pero pasó. Asaltaron a mi padre. Entraron dos tipos al almacén. Premunidos de un par de cuchillos asaltaron a mi padre. Mi padre opuso resistencia y recibió un corte y un carnaval de patadas. Mi madre dijo que se habían llevado $ 30.000. Inmediatamente saqué la cuenta. Veinte botellas de vino. Era el tiempo en que todo lo traducía en botellas de vino. Un pasaje a Buenos Aires costaba 270 botellas de vino. Un libro de Artaud 3 botellas de vino.

La ambulancia partió con mi padre al hospital. Mi madre lloraba tiritando. Decía que ya Puerto Natales no era lo mismo que antes. Se había formado en la cocina de casa un gran alboroto. En un pueblo pequeño las noticias corren rapidísimo. Estaba el Pastor evangélico orando. Mis padres eran de aquella colectividad. Eran evangélicos. Unas primas llorando. ¡Desalmados! Gritaban. Era un ir y venir de gente. El teléfono no dejaba de sonar. Todo un gran estrépito. El Pastor ungía a mi madre: Señor todopoderoso pone un manto de piedad a ésta tu sierva, para que nunca más el maligno ose acercarse a su morada. Etcétera. De repente pienso en el poeta. Corro por el pasillo. Corro hacía la biblioteca. Escucho a Prokófiev. Toco la puerta y el poeta me abre. Me dice: gracias Hugo. La pasé fenomenal. El mejor polvo de mi vida. Tuve que aumentar el volumen de la música ya que Alicia gritaba como loca.

comentarios:

Anónimo dijo...
01:42
 

ni se entero con el gran polvo de su vida no escuchó nada solo el gemir de Alicia, pienso que algun día conoceré aquella biblioteca. Saludos.

J.