Historias reales casi siempre inventadas

Historias reales casi siempre inventadas

Nadie me lo ha dicho. Escribo cositas cortas. Inadvertidas. A veces repletas de asuntos redundantes. Poniendo comas donde no tienen que estar. Muchos puntos seguidos. Historias inventadas casi siempre reales. Historias reales casi siempre inventadas. Pasará el tiempo y algún día aprenderé a escribir. Me explayaré. Cinco carillas a doble espacio. Me compraré un sombrero. Iré a la hípica y apostaré por el caballo de mi tío Olegario. Me emborracharé con Madame Bovary en una esquina del París de 1857. Conquistaré a la chica. Y escribo. Escribo cositas cortas. Inadvertidas. A veces sobre el clima. Otras sobre el climax. Y el paso del tiempo tiene sus secuelas. Como que a este blog acaba de entrar el visitante número dos millones. No sé si aplaudirlo o darle una bofetada. A veces la gente entra buscando veneno para ratones. Otras por: cómo matar a mi esposa sin que se note. Por Esenin. Gregory Corso. Por Juan Mihovilovich o Niki Kuscevic Poesía de vanguardia, cosas así. Remedios contra el mal de ojo. Por Vicente Huidobro. “Quiero que mi marido me quiera”. Por Bukowski. Por Javier Molinero. Por Cortázar, Borges y mi tía Manuela. La gente entra al blog por la estupidez más grande o porque quiere saber el dato preciso del día de mi muerte. Mucha gente entra por Ramón Díaz Eterovic. Por Roberto Arlt. Por Hemingway. Y hay una chica que entra por mí. No sé si aplaudirla o darle una bofetada. Chi lo sa?

2 comentarios:

No sé. A mí me llamó la curiosidad de que estando en esa parte del mundo, cabeza abajo, se pueda escribir sin que las letras se despeguen y le rocíen a uno la cara. Y aún no lo entiendo del todo.

Genial Riforfo Rex.