Miguel Mazzeo: Invocando a Herodes

Miguel Mazzeo: Invocando a Herodes

Miguel Mazzeo
Abelardo, goliardo sin par y primer intelectual moderno, en un determinado momento de su vida deja de lado los libros de filosofía y teología para iniciar un amor histórico con su discípula Eloísa. Este romance estaría signado por la adversidad. Fulbert -colega de Abelardo- le había confiado a la jóven sólo para que esta establezca con su profesor un comercio estrictamente intelectual, o espiritual, si se prefiere, pero Eloísa -como sostiene Jaques Le Golf- se convierte en una conquista que habría de agregarse a las conquistas de la inteligencia. El comercio "espiritual", por lo tanto, se combina y se complementa con el carnal. Esta situación exaspera a Fulbert, quien termina castrando a Abelardo. Castración eminentemente física, para nada mental. Abelardo continuará creando, innovando, revolucionando, es decir: continuará haciéndose odiar.
Con anterioridad a estos incidentes, Abelardo y Eloísa habían tenido un hijo: Astrolabio. El neonato representaba un problema para ellos, pero a su vez, Eloísa era consciente de que ella misma también se constituiría en una carga. En esta sorprendente carta, Eloísa exhorta a Abelardo a desistir de las ideas matrimoniales. Le dice: "No podrías ocuparte con igual cuidado de una esposa y de la filosofía. ¿Cómo conciliar los cursos escolares y las sirvientas, las bibliotecas y las cunas, los libros y las ruecas, las plumas y los husos?. Quien debe absorberse en meditaciones teológicas y filosóficas. ¿ Puede soportar los gritos de los bebés, las canciones de cuna de las nodrizas, el ajetreo de una domesticidad masculina y femenina? ¿Cómo tolerar las suciedades que hacen constantemente los niños pequeños? Pueden hacerlo los ricos que tienen un palacio o una casa suficientemente grande para poder aislarse, cuya opulencia no siente los gastos, que no están diariamente crucificados por las preocupaciones materiales. Pero ésa no es la condición de los intelectuales (filósofos), y quienes deben preocuparse por el dinero y las cuestiones materiales no pueden entregarse a su ocupación de teólogos o de filósofos".

Fotografía de Facundo Mazzeo.

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