Roger Wolfe

Roger Wolfe

Tu padre se está metiendo coca, tu madre
no te deja estar, y ahora que por fin habías decidido
desechar otros vicios que no fueran
el condenado tabaco y el café.

Llegas a casa, enciendes la T.V.
Transplantes de hígado, qué comemos,
tensión en Pakistán.
Las enfermedades del recto.
Que lo hagas con control.

Se te ha muerto un amigo de la infancia
de algo que ni siquiera sabes pronunciar.
Se te ha averiado el coche
en pleno atasco. La semana pasada se llevaron
el teléfono, la que viene te van a cortar
la luz.
No puedes pagar el alquiler, trabajas
para un imbécil, y tu mujer te dice que quizá
ya vaya siendo hora de tener un hijo.
Tal vez dos.
Pero ya lo sabes, viejo, que te quiero.
Son cinco duros.
Llámame.

EN BLANCO Y NEGRO

Me despierto y hay un vaso medio lleno
de bourbon encima de la mesa, unas cerillas,
un paquete de Winston en el que alguien
ha garabateado su número de teléfono; son las siete
y cinco minutos de la mañana, James Manson me contempla
en blanco y negro desde el televisor, y vocaliza
palabras que no logro entender ni oír siquiera.

Y después de levantarme y acercarme
al baño, y echar el asco y las entrañas
por las cañerías, y tirar de la cadena, se me ocurre
que es agradable estar vivo y hacer la guerra
y el amor y este poema, y que el mundo
bien merece
otra mirada.




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