Mi papá camina como astronauta

Mi papá camina como astronauta



Mi papá camina como astronauta. Eso me dijo. En el Bar Toore me lo dijo. Fue a los cinco minutos de hablar con ella que me dijo que su papá caminaba como astronauta. Y me enamoré. Primero no le entendí. Pensaba que era el título de una canción de los Guns n` Roses. Pero no. Me lo decía en serio. Mi papá camina como un astronauta. Es que no te puedes quedar impávido si alguien te dice aquello. Si alguien te dice que su papá camina como un astronauta, no puedes quedar indiferente como si nada pasara. Y le pregunté por qué tu papá camina como un astronauta. Desde cuándo tu papá camina como un astronauta. Me dijo que eso era una historia muy larga. Que tenía que ver con el sector pedregoso en donde trabajaba. Cerca de Tres Pasos. Que un día me lo iba a contar. Que ella me llevaría a un lugar desde donde podría ver caminar a su papá. Que lo vería caminar. Me dijo que el sábado. Quiero que no te separes de mí, le dije. Mi papá camina como astronauta. Es que tienes que enamorarte de una chica que nada más conocerla, te dice que su papá camina como astronauta. Luego me dijo que su mamá tiene dos habitaciones. Una en la que ejerce de madre y otra en la que ejerce de esposa. Pero qué cosas raras tiene esta chica pensé. Primero me dice que su papá camina como astronauta y luego me dice que su mamá tiene dos habitaciones. Una de madre y otra de esposa. Que la habitación en donde ejerce de madre la ocupa con ella y su hijo pequeño aquellos días en que el padre no está. Los días en que trabaja en el sector pedregoso cercano a Tres Pasos. Es una habitación cómoda, confortable y funcional. Con paredes blancas y el cuadro de un niño triste que derrama una lágrima. Me cuenta que la otra habitación en donde su madre ejerce de esposa, no la conoce. Nadie puede entrar allí. Sólo su madre y su padre que camina como astronauta. Pero que es el único lugar de la casa en donde se escucha música. Se escucha la música muy fuerte. Por cierto que muy fuerte me reitera. Que a ella le parece que también tiene que haber aparatos eléctricos pero que no lo puede asegurar. Que no puede asegurar que sean aparatos eléctricos. Pero que son como poleas transportadoras. También como máquinas lijadoras de maderas. También como ruidos de cadenas que se arrastran. También como si galopara un caballo desbocado. Nadie puede entrar allí. Hay un viejo y pesado candado Yale que no permite el paso. Cuando llega el padre, la madre se encierra con él durante todo el tiempo de la estancia del padre en casa. Ella ve al padre pero nunca conversó con él. Sólo ha visto que camina como astronauta. Pienso que sí. Que yo podría enamorarme con aquella historia de que el padre camina como astronauta. Mejor dicho de la frase esa. De aquella frase que me dice la muchacha. Pero ya no. No estoy enamorado. Me resulta inquietante la historia. Su historia. Luego nos despedimos. Antes me pregunta si de verdad estoy enamorado de ella. La abrazo. Le doy un beso en la frente. Le digo que mañana iré a su casa a la hora indicada. Que veré llegar al padre desde Tres Pasos. Me dice que está bien. Que entonces le creeré. Le digo que le creo. Que no es necesario que lo certifique. Pero que me encantaría verlo. Entonces sí nos despedimos. Ingreso al Hostal, tomo mis cosas y me marcho a Río Gallegos.

8 comentarios:

Chica_Bond dijo...
01:08
 

¿Quién es el autor? ¿Hugo, acaso? Me encantó el texto; es precioso. Me extraña que no hicieran más comentarios. Por mi parte, le habría cambiado un poco el final a la historia... (¡que el autor me perdone el atrevimiento de decir esto!). Creo que el relato gana si se prescinde de lo que siente y piensa el relator en primera persona. Pero está muy fresco y muy interesante.

Claro Chica_Bond, yo soy el autor. Un gran abrazo y gracias por tu sugerencia. Está buena.

Me gustaría ver como camina su padre xD

n. dijo...
00:26
 

querido hugo:

no alcance a contarte que conoci (hace poco) una chiquilla que hace caleidoscopios. La dura hermano, quede ahogado! que hayas tenido buen viaje de regreso a natales

n.

PS: como no enamorarse bajo esas circunstancias

Anónimo dijo...
13:04
 

Hugo. En cuánto me enteré del terremoto en la madrugada. Vine a este blog. ¿Todo bien por punta arenas?

Un abrazo querido poeta n. Gracias Simone. Todo bien por acá. Sólo viento, nubes, flamencos. Gracias de nuevo por tu preocupación.

Es el día de hoy que no me olvido de Managua. En los setentas, con Somoza, estuve allí haciendo teatro. Todo el mundo era antisomocista, los estudiantes se llamaban entre ellos "poeta", charlaban conmigo encamados con sus novias. La ciudad era grande y antigua, y estaba llena de palomas. Volví allí cinco años después y en mjedio del tiempo había sucedido un terremoto con epicentro en Managua. Cuando me encontré en medio de una llamura, un caminante me dijo que eso era el centro de Managua.
Aquella ciudad en la yo había hecho teatro, no existía más. Aún gobernaba Somoza y todo el mundo seguía siendo antisomocista, aunque entonces no se notaba tanto, pues la gente se había dispersado a vivir a los bordes de las autopistas y no quedaban poetas ni palomas.

Otro lugar lindo (también por los 70´s, fue en un país de centroamerica que no preciso. Un hombre que acompañé hasta el borde de un valle inmenso quera un volcán, y luego lo ví bajar hasta su casa. Allá abajo, justo en el vórtice florido, donde había edificado su casa, tenía animales e hijos. El hombre era sabio y me confió vivir en el paraíso: aguas termales y maná del bueno. El buen hombre entendía quel ser humano debía desaparecer de la faz de la tierra, pero mientras tanto él y su prole, eran felices.