Reivindicación de la impotencia

Reivindicación de la impotencia


C

amino por las calles seguro de mi mismo. Nada que temer. Han vuelto los colores. Mi vida plena. Hermano del viento. Tengo poder. Soy territorio liberado. Por fin. He logrado construir mi muralla contra la seducción. Soy impotente. Fuera del circuito. Ya ninguna musa me vendrá con mohines. Ninguna mujer mojará sus labios mientras le hablo. No echará su pelo para atrás. No se cruzará de piernas. No gastaré un puto peso para invitarla a cenar. Inmune total. Sus espectaculares tetas son glándulas mamarias. Veo venas y pelos en sus piernas. Sus cabellos me parecen crines. Están avisadas. Ya no vendrán buscando lo que antes buscaban. El chico dispuesto. Complaciente. Aquel chico regalando su polla. Regalando su polla a diestra y siniestra. Ahora no. Eso se acabó. Jajaja. Se acabo. Ahora soy impotente. Es que ustedes no saben lo que se siente. En verdad, no saben lo que se siente. Ser impotente es lo más grande que hay. Lo más hermoso del mundo. No gastar 100 euros en una cena galante. Ahorrar en perfume. En petróleo. En visitas al peluquero. En comprar las zapatillas que usa Cristiano Ronaldo. En escribir puta poesía barata. En gastarme con frases ocurrentes. En citar a los clásicos. Liberado. Eso. Liberado. Ningún regalo nunca más para ninguna mujer. No cambiar de auto. Ni de planes. Basta de citas estériles. Ya no más. Ningún bulto incómodo. Ahora practico deporte. He bajado de peso. Me siento bien. Muy bien. Es que ni se imaginan. Soy impotente. Felicidad pura, santa y llana. No conoceré a sus amigas ni a las amigas de sus amigas. Nunca más encenderé sus cigarrillos con mi Zippo. No abriré la puerta de mi auto para que salga la princesa. No acomodaré la silla en el restaurante para que siente su culo la princesa. Basta de ser galante. De ser complaciente y absurdo. Se terminó. Ya no les diré que a mí también me gusta la Pizarnik, sólo para complacerlas. Que soy hombre y feminista. Que prefiero el cuerpo de una mujer más que al aire. Se acabó. Eso se acabo. Ahora soy impotente. Estoy fuera del circuito infernal del halago. Están avisadas. No me vengan citando a la Mistral. Con blusas azules transparentes. Con bragas doradas. Con el pelo lacio y brillante. Con carmín, rubor y toda la parafernalia de chicas superadas. Adiós. Soy impotente. Adiós.


9 comentarios:

Los hombres, tan pendientes de su cabeza inferior, olvidan que las mujeres todo lo concentramos en una sola.

Patricio dijo...
17:13
 

Alos hombres nos gusta salir de compras y que nos hagan regalos... ¡Váyanlo sabiendo!

Patricio dijo...
18:04
 

Mantener una polla dura cuesta mucho... ¡muchísimo!
Es muy lindo tenerla dentro del coño, pero ¡¿Quién la para?!
Pasta, mucha pasta es lo que hace falta.

ahuevonado emocional dijo...
00:44
 

gracias por este blog profundamente poscoital

Anónimo dijo...
15:21
 

Nosotros los hombres también queremos tener nuestro cuarto propio, que no nos pregunten constantemente "¿no cierto cariño?" ante sus amistades.

A concho dijo...
15:24
 

¡GRACIAS! por el decúbito dorsal.

Un abrazo Araceli.

el vital sergio dijo...
21:27
 

¡maldición!

no puedo acceder al comentario fantasma del dr. de gregorio.

el vital sergio dijo...
10:23
 

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a quien le importare:

no volveré a comentar en este blog hasta que no se levante la censura que pesa sobre el preclaro pensamiento del doctor de gregorio.