Una vez más Marcela Muñoz Molina

Una vez más Marcela Muñoz Molina



Nitroglicerina

Nadie ama realmente a los poetas. La gente les huye como a los prestamistas, los enfermos de tuberculosis. Se acercan un poco, para ver de qué están hechos, si son reales, si sangran. El instinto les avisa que es mejor alejarse. Los poetas llevan consigo las llaves de la muerte. Cargan cajas con tubos de nitroglicerina como los trenes del lejano Oeste. Cualquier movimiento en falso puede provocar un desastre.
Hay que tener buen pulso y nervios de acero para ser poeta. No puedes perder de vista la mercancía, eres un esclavo de ella. A pesar de eso, la gente los mira de lejos y los envidia un poco. No cualquiera juega con la vida y la muerte todos los días. No cualquiera ve. No cualquiera cree sin ver. No cualquiera se hunde en la piscina de los tormentos sin saber nadar. Es un trabajo más noble que cortarles la luz a quienes no pagan sus cuentas o ser Ministro de Cultura. Los poetas al menos, sienten amor por lo que hacen. A pesar de eso, nadie los ama.
También están los otros, esas personas a quienes nunca le gustaron los trenes.


Sólo el rock

Cuando me falta el aire y pienso a quién heredaré mis pertenencias.
Cuando despertar es un tormento, pero aún así me disfrazo y salgo.
Cuando el filtro de los colores falla y todo aparece como en realidad es, blanco y negro.
Cuando mi pecho es un caballo desbocado dispuesto a matar.
Cuando abro las compuertas del odio, para ganar unos segundos más de oxígeno.
Cuando camino por la calle lamentado la ausencia de un calibre 38 en mis bolsillos.
Cuando los veo y ellos saben que mi desprecio por sus almas es superior a mi hambre.
Cuando la idea de morir devorados por una aurora boreal me perece demasiado benevolente.
Cuando no tengo más alternativa que saltarme el proceso e ir directo a la ejecución.
Cuando me doy cuenta de la milésima diferencia que existe entre alguien que lee a Artaud y una rata.
Cuando compruebo una vez más que las monedas no solucionan el problema de la pobreza.
Cuando mi desprendimiento es violento, peor aún que una muerte no anunciada.
Cuando las hienas se acercan y no las reconozco
Cuando los buitres me sobrevuelan en círculos
Cuando hacerlo todo vuelve a servir para nada.
Cuando debo retroceder y apretar los dientes
Cuando no siento el peso de abandonarlo todo
Cuando me olvido de la contemplación
y acuño mi revancha en el silencio
Cuando camino por los bordes
Y desprecio los árboles
la lluvia
el sol
el aire
el mar
y la sangre.
Entonces sólo el rock y nada más que el rock.

Santiago de Chile 9 de marzo del 2012.

7 comentarios:

Anónimo dijo...
23:09
 

Lloro luego entonces insisto
que tus manos toquen la mías
solo así solo así existo

-JR-

"...cuando el filtro de los colores falla" Me encanta su poesía, ¿dónde podré comprar sus libros?

Hugo: ¿me autorizas a llevar este poema a mi blog?
Marcela es un genio. Ojalá pase por acá y sepa que tiene en mí, una admiradora.
Un abrazo
Beatriz

Te pondré en contacto con ella Beatriz. Un abrazo.

Gracias por hacerme conocer a Marcela Muñoz Molina: excelente, contundente, un golpe en la boca del estómago.
Así se hace, pequeña.
Copié algunos de sus poemas en mi blog.
Es más, no me sorprendería enterarme que Marcela y Hugo-El-Inmaculado-Decepcionado son la misma persona.
Así está el mundo.
Saludos desde Buenos Aires.
Ricardo, otro perro andaluz

Anónimo dijo...
14:20
 

Gracias Beatriz por tu comentario, sólo tengo a la venta mi último libro, de los demás ya no me quedan ninguno, te dejo mi mail para que nos pongamos de acuerdo para el envío de ese marcelamunoz66@gmail.com.

Y a Gárgola, gracias por tus palabras, hace 16 años que nadie me decía, pequeña.Dame las señales de tu blog. El mìo es www.literaturayjovenes.blogspot.com

Un abrazo para ambos,
Marcela.

Una poeta brillante. Gracias, de nuevo, Hugo, por hacérnosla llegar.

A la mierrrda! ella sabe de que se trata el rock!
Gracias hermano!