Ayer fue un día perfecto
Ese combustible que no te abandonará.
"inmaculada decepción"
A Javier Ruiz Cárdenas.
Ayer fue un día perfecto. Me compré una botella de vino. Y queso. Y la verdad que no quisiera más. Pongo a Chet Baker y no quiero más. Antes de eso estuve leyendo a Cortázar. Tomé vino y queso. Antes de leer a Cortázar estuve viendo una película de Bergman. Y antes de Bergman caminé un largo trecho por la costanera. Y antes de caminar por la costanera estuve contemplando un cuadro de Gustav Klimt. Luego hablé con mi vecina Pilar. Llamé a Javier. Por la mañana estuve leyendo Los Cuadernos de Malte Laurids Brigge de Rainer Maria Rilke, aquel libro que me regalara Mirtha Defilpo en Buenos Aires. Y no quiero más. No quiero más. Llega la noche y me voy a la cama. Pienso que fue un día perfecto. A todo el mundo le deseo un día así. A mis amigos. A mi barrio. A mi ciudad. Pero sobre todo a mis enemigos. A todo el mundo le deseo un día así. Hoy iré a trabajar y sé que todo cambiará. Pero no olvidaré el día que tuve ayer. Como tú no olvidarás el día triunfal que algún día tuviste. El día maravilloso cuando fuiste el hombre o mujer más feliz del mundo. Ese combustible que no te abandonará. El reservorio que te ayudará frente al patíbulo. Frente al pelotón de fusileros. Que te dará ánimo para arremeter contra el minotauro. O contra Teseo. Os deseo lo mejor. Mis mejores intenciones. A rojos y verdes. ¡La vida es maravillosa!
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