Todos en el pueblo envidian mis grosellas

Todos en el pueblo envidian mis grosellas


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stoy sentado donde Manos Limpias, acaricio los muslos de una puta cubana. Veo entrar al crítico literario de la mano de una puta chilena. Es un crítico literario importante. Inmenso. Pipa, sombrero, barba. No existe ningún crítico literario que no sea importante. Que no sea menos importante que Baudelaire, Borges o Carver. Se sienta al lado de mi mesa. Me hago el distraído. Cómo va la vida poeta me pregunta. Le digo que mi vida no es tan interesante como la suya. Me dice que en eso está completamente de acuerdo. Que agradece mi apreciación. Me pregunta si pueden sentarse a mi mesa, él y su puta. Inmediatamente pienso que debo emborracharme. Siempre lo hago cuando no soporto la jerigonza sublime de los que saben. Al tercer trago, la cubana y la chilena se van buscando mejores horizontes, quedo con el puto crítico literario importante. Pido tres mojitos para mí, pienso que Hemingway me rescatará, que vendrá en mi ayuda. Mire mi amigo, dice el engolado maravilloso puto crítico importante: la poesía no se le da fácilmente a cualquier palurdo, se escribe con el corazón encendido, con la pasión indómita que infunde el reservorio más íntimo del hablante lírico circunspecto. Ateridos en un Universo despojado de solipsismos errantes, solemos imaginar un entorno frígido en donde, el clavel es un esparcimiento para aquellos aedas que nunca vislumbraron el sufrimiento de escribir bajo el filo del verdugo que rodará aquella cabeza en donde un día habitó el pensamiento. Cuidado poeta con la palabra. La palabra actúa como enjambre de soliloquios inhabitables. Qué sabe usted de escribir frente a un ejército de ocupación, frente a la soledad más espantosa, en una barca a la deriva, sin recurso alguno, con niños pequeños que alimentar, qué sabe usted de escribir con las vísceras fuera de su cauce, en un amanecer sangrante de abejas asesinas, implorando que alguien lo rescate del abismo. La poesía no es una novelita insustancial barata de sacar a tres. Ya lo sé, usted escribe desde el último lugar del mundo, digamos que en el culo del mundo, en donde llegan apenas los ecos de lo que sí pasa en Santiago, por ejemplo, escribiendo desde acá, desde este pueblo miserable, nunca llegará a nada. Se lo digo yo que algo sé de estas cosas, sino mire usted a Bolaño, Rivera Letelier, Jodorowsky. Verdaderos espejos donde mirarse. Debe salir de acá si quiere trascender, aunque le digo, por ejemplo, que sí existió un poeta, que escribió desde un pueblo tan pequeño como el suyo, un poeta que nació en Charleville y que se llamó Rimbaud, que tampoco tenía mayor contacto con el resto del mundo, pero había una cosa que él tenía y de la cual usted adolece, esa cosa se llama talento. Talento amigo, talento. En este instante de fría cuchilla sinceridad, le digo que recuerde a François de la Rochefoucauld: Les gens qui veulent fortement une chose sont presque toujours bien servis par le hasard.

Miro mi reloj. Las tres de la mañana. Me pongo de rodillas, le beso su anillo, su bastón, su puto ridículo sombrero. Le digo emocionado que estoy ante la presencia de un sabio. Que después de aquella noche, ya nunca más seré el mismo que antes fui. Siento su respiración entrecortada por tabaco y alcohol. Su mano acariciando benévola mi testa. Beso sus zapatos. Utilizando un viejo recurso de mi paso por rodar una teleserie, lloro de emoción. Le digo, sollozando: por fin un sabio ha llegado al pueblo. Con reverencia extrema, lo invito a casa. Nada más llegar, lo estrangulo, lo entierro a considerable distancia de mis viejas amantes. Más tarde, mucho más tarde, planté grosellas sobre su putrefacto restos podridos. Todos en el pueblo envidian mis grosellas.


comentarios:

Pat_agónica dijo...
12:36
 

Qué lástima no haberme encontrado con ustedes donde Manos! me hubiera gustado ser testigo de ese encuentro y relevar a la cubana.
Gracias por relatarlo, pero por sobre todo, gracias por eliminar a ese papanatas que aniquiló mi vocación literaria.
(Por si te interesa, necesito contratar un sicario, tengo una larga lista de críticos literarios y editores que han rechazado mi obra)