Un simple polvo dentro de un polvo

Un simple polvo dentro de un polvo

Había terminado la segunda botella cuando llamé: ya se la mandamos dijeron. Vivo en Puerto Natales en donde todo lo puedes conseguir con un taxi. Whisky, marihuana, un boleto de Lotería, un pasaje a Londres o una porción de papas fritas. Apareció una negra de cinco metros. Soy Elaine de Costa Rica me dijo. Soy Hugo de Puerto Natales le dije. Fue la única conversación que mantuvimos. Tomamos unos tragos, escuchamos algo de música y nos fuimos a la cama. Un polvo de tantos. Uno más en un universo empolvado. Un poco menos que nada dentro de los millones de polvos de aquel día en el planeta. Así como Octavio Paz dijo un día, que la felicidad no se soporta mucho tiempo. Así también un polvo dura menos que la nada misma. Millones de seres existiendo por un polvo. Con amor es mejor. Con amor es peor. Nunca se sabe. Nunca se sabrá. Y así hasta el final. Fue lo que fue. Un polvo en mi vida. Y nada más que eso. Un simple polvo dentro de un polvo.

Olvidé a Elaine durante años. Hasta que un periódico me lo recordó. Le habían dado de balazos. Todos mortales. Fue el marido. Había descubierto que Elaine ejercía la prostitución. Aparecía la foto de ella y el marido. Del asesino. Para mi sorpresa, era un antiguo compañero de la secundaria. Lo había dejado de ver durante veinte años. Era Julián. Habíamos sido buenos amigos. Jugamos fútbol en el mismo equipo. Recuerdo que le ganamos 2 a 1 a la selección de Río Gallegos. Estuve en algunos de sus cumpleaños. Era divertido y un poco extravagante. Además del fútbol, coleccionaba mariposas y estampillas. Fui a la cárcel y le llevé cigarrillos. Se alegró al verme.

comentarios:

Anónimo dijo...
16:06
 

excelente y la mushica mejor mejor