Groucho Marx
Groucho Marx, fotografía de Allan Grant. |
Hay un productor en esta ciudad que por término medio gana alrededor de siete mil dólares a la semana y si manejas con cierta facilidad los números, verás que esto le representa el noventa por ciento en impuestos. Se casó con una chica que sacó de los almacenes Woolworth's, donde todo se vende a diez centavos. Con eso no quiero decir que ella sólo valiera diez centavos. De hecho, se trataba de una chica muy atractiva. Se instalaron en una hermosa casa con dos coches caros, dos niños caros y todos los lujos que pueden comprarse con dinero.
Durante los dos primeros años, la chica fue una esposa y una ama de casa feliz. No tuvo que fregar suelos ni lavar pañales. Ocupaba con gracejo la cabecera de la mesa y, cuando había invitados, escuchaba atentamente todos los comentarios teatrales que se hacían a su alrededor.
Desde luego, no existe actualmente ninguna actividad que se parezca a la del mundo del espectáculo. Apenas existen un hombre o una mujer en esta vida que no ansíen alocadamente exhibirse en la escena, en la pantalla o en la tribuna, El mundo está lleno de exhibicionistas. Creo que la mayoría de la gente que se mete en la política lo hacen para subir a una plataforma y dejar que los demás los miren. Esto explica por qué los concursos de televisión tienen tanto éxito. Millares de personas escriben a las emisoras pidiendo una oportunidad para aparecer en estos espectáculos. En la mayoría de los casos no es el dinero lo que les interesa. Lo único que desean es aparecer ante el público. Como observó acertadamente un oscuro poeta llamado Shakespeare, "todo el mundo es un escenario", y parece como si todos quisieran estar en él, en la parte delantera y en el centro.
Bueno, pues, la esposa de aquel productor no era una excepción. Como les ocurre a todas las mujeres, la picó el chinche del exhibicionismo. Un día informó a su marido de que deseaba entrar en el mundo del espectáculo. El hombre observó que el Hollywood había dieciocho mil muchachas, jóvenes y atractivas, que también deseaban meterse en el mundo del espectáculo y que también estaban sin trabajo
-Probablemente será cierto- asintió ella- pero no están casadas contigo. No olvides que eres un hombre importante en la industria del cine y estoy segura de que podrías abrirme muchas puertas.
-No sé a qué puertas te refieres-dijo él- Pero, ¿Por qué quieres meterte en el mundo del espectáculo? ¿Por qué no te dedicas a la pintura, a la música o incluso a aprender un idioma extranjero o dos? Un poco de cultura no te haría ningún daño.
-Oh! Todas estas cosas me aburren -dijo ella, encogiéndose de hombros-. Sé que puedo llegar a ser una gran actriz y nadie, ni siquiera tú, podrá detenerme.
No era aquélla su actitud cuando la sacó de aquellos almacenes de "todo a diez centavos", pero el matrimonio y las ideas de sustento ejercen extrañas influencias en las mujeres.
-Consígueme cualquier papel -insistió ella-. No importa la categoría que tenga. Cuando me vean en el film, te apuesto la asignación del mes que viene (que, dicho sea de paso, ya se había gastado) a que me lloverán las ofertas.
El productor tenía un montón de amigos y un día, al llegar a casa, le dijo que le había conseguido un papel para actuar en una película. Se trataba únicamente de dos líneas, Pero, por desgracia, necesitaban una chica que supiera decirlas en francés.
-¿Qué clase de papel es? -preguntó excitada-. ¿Se trata de algo parecido al papel que interpreta Elizabeth Taylor en La gata sobre el tejado de zinc?
-Bueno, no es esto exactamente- dijo él-. Se trata de una escena en las Naciones Unidas donde está reunidos todos los delegados, tanto hombres como mujeres, de todos los países del mundo.
La chica estaba sumida en éxtasis.
-Supongo que podré aprender a decir estas líneas en francés. ¿Podré conseguir el papel?.
-Supongo que sí. Pero recuerda que se trata únicamente de dos líneas.
Aunque no necesitaba para nada el dinero, su siguiente pregunta fue:
-¿Y cuánto me pagaran?
-Como se trata de un papel hablado, cobrarás a razón de doscientos dólares por cada día de rodaje -respondió su marido.
-¡Maravilloso! ¡Lo acepto!
Y enseguida se dirigió hacía el teléfono para comunicar la noticia a todas sus amistades.
Al día siguiente se presentó en una oficina de la escuela Berlitz, donde rápidamente se apuntó a una serie de cien lecciones de francés por un total de mil dólares. Hecho esto, se trasladó a toda prisa a una tienda de discos para comprar una docena de discos que correspondían a un sistema completo de enseñanza de la lengua francesa. Luego fue a una librería para adquirir las obras completas de Sartre, de Anatole France y de Balzac, todas en su lengua original.
La película no empezaba a rodarse hasta el cabo de dos meses, de manera que durante este tiempo, aprendió lo suficiente como para pedir un menú completo en un restaurante francés. Finalmente llegó el día de su gran aparición en escena. Articuló sus dos líneas en francés con toda la autoridad de un De Gaulle, cuando dijo a los argelinos que se fueran al infierno y que salieran de Paris.
Cuando recibió el cheque correspondiente a sus honorarios, la chica descubrió que, con las deducciones por impuestos y seguros estatales de desempleo, además de los seguros normales y de la contribución para promover la industria del cine, no le quedaban más que ciento cuarenta y dos dólares. Su marido que, como ya hemos dicho, tenía que pagar un noventa por ciento de impuestos, se vio obligado a pagar un impuesto adicional correspondiente a la suma de doscientos dólares, más los mil de las clases de francés. Por su parte la chica, tras pagar los libros y los discos con su dinero particular, se quedó con una ganancia neta de veinte dólares. Su marido había perdido en el asunto casi dos mil dólares.
Cuando se hizo la primera prueba de la película, se descubrió que le sobraban cuarenta minutos de duración, de manera que la secuencia en las Naciones Unidas fue eliminada por completo.
La chica se dedica actualmente a hacer yoga.
La moraleja de esta historia es la siguiente: si tienes que comprar algo, ve a los almacenes Saks de la Quinta Avenida, pero no vayas a los almacenes Woolwworth's. Diez centavos pueden resultarte terriblemente caros.
Groucho en The Mikado Tv Show, 1960. |
CAPSULAS
"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros".
"Parad el mundo que me bajo"
"En esta industria, todos sabemos que detrás de un buen guionista hay siempre una gran mujer, y que detrás de ésta, está su esposa".
"Yo encuentro la televisión bastante educativa. Cuando alguien la enciende en casa, me marcho a otra habitación y leo un libro".
"¿Por qué lo llaman amor si quieren decir sexo?"
"Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…"
"¿A quién va usted a creer a mi, o a sus propios ojos?"
"He disfrutado mucho con esta obra de teatro… especialmente en el descanso".
"Nunca pertenecería a un club que admitiera a un tipo como yo".
"La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados".
"Inteligencia Militar son dos términos contradictorios".
"Conozco a centenares de maridos que volverían felices al hogar si no hubiera una esposa que les esperara. Quiten a las esposas del matrimonio y no habrá ningún divorcio".
"Nunca voy a ver películas en donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína"
"Todo lo que soy se lo debo a mi bisabuelo Cyrus Tecumseh Flywheel. Si aún viviera, el mundo entero hablaría de él…¿Qué por qué? Porque si estuviera vivo tendría 140 años.
Groucho Marx en The Mikado Tv Show. |
LO QUE ESTE PAIS NECESITA REALMENTE
Quiero hacer constar ante todo que no soy candidato a nada. Me gusta simplemente que se hable de mí. La campaña de " Marx para vicepresidente " no ha tenido nunca mi apoyo, como tampoco llegó demasiado lejos. Fue lanzada por un californiano oscuro que no tenía experiencia política y que, dicho sea de paso, estaba completamente borracho.
Todo el asunto no fue más que algo espontáneo. Me encontraba la otra noche en una cena aburrida hablando sobre los asuntos mundiales, cuando aquel individuo dijo de repente:
-Hagamos que Groucho Marx llegue a ser vicepresidente.
Naturalmente, me sentí aludido. Pregunté por qué había sido escogido yo para tal honor. ¿Por qué mis amigos deseaban hacerme vicepresidente?
-Porque- gruñó mi promotor -, en general, el vicepresidente mantiene la boca cerrada. Esto podría ser una experiencia interesante para usted.
De este modo puedes ver que la campaña no tuvo un buen comienzo. Por esto, como ya he dicho, no soy candidato a ningún cargo. Pero que no se me interprete mal. No se trata de falsa modestia. Si alguien quiere iniciar una nueva campaña, estoy dispuesto a aceptar la vicepresidencia, aunque admito que es posible que necesite algo de tiempo antes de que pueda acostumbrarme a escuchar cada día lo que se dice en el senado.
Recuerdo que hace aproximadamente cuarenta años un vicepresidente se hizo famoso anunciando simplemente que lo que este país necesitaba era un buen cigarro de cinco centavos. Lo que este país necesita realmente es una buena moneda de cinco centavos. Y, a falta de esto, un buen cinco por ciento de impuesto sobre la renta.
De hecho, he estado redactando unas cuantas notas sobre lo que este país necesita, dejando a un lado las cuestiones políticas. Veámoslas aquí.
La primera cosa que necesita la nación es un buen bocadillo de jamón. Me refiero al simple y anticuado (actualmente en desuso) bocadillo compuesto exclusivamente por pan y jamón, que fue una institución nacional hasta que los bares y cafeterías, con su pasión por las cosas mezcladas, lo han echado a perder para todos nosotros. A título experimental, me dirigí ayer a un bar y pedí un bocadillo de jamón.
-¿Jamón con qué? -preguntó el camarero.
-Con café -le respondí.
-Me refiero -dijo él- a si quiere usted jamón con atún, jamón con tomate y sardina o bien jamón con pimiento. ¿Quiere también ensaladilla o col de patatas?
-Jamón solo -le supliqué- Quiero un simple bocadillo de jamón, sin siquiera tomate o lechuga.
El joven me miró asombrado. Luego se dirigió hacía el mostrador para consultar con el dueño, que en aquel momento estaba muy ocupado apilando un montón de píldoras de Seconal para sus clientes, una marca que había desaparecido otra vez del mercado. El hombre me observó con aire de sospecha, hasta que me víi obligado a marcharme. Esta es una clase de cosas que no deberían ocurrir en este país.
Otra de las necesidades más apremiantes que tenemos es un traje para llevar tabaco, sin tener que llevar necesariamente un voluminoso y molesto bulto. Se ha sugerido la idea de que los sastres confeccionen los trajes a base de tabaco de manera que, cuando desearas llenar tu pipa favorita, te bastara arrancar una pieza de material y meterlo en la cavidad correspondiente.
Se trata, sin embargo, de una solución errónea, porque un traje con unas solapas que olieran a tabaco sería algo muy poco práctico. ¿Dónde podrían llevarse entonces las medallas militares y el olor a ante?
Mi sugerencia es que se haga únicamente de tabaco el chaleco, ya que el chaleco es una prenda que no sirve absolutamente para nada. No es ornamental ni proporciona abrigo alguno. Creo que un elegante chaleco hecho de hebra holandesa y adornado con tabaco turco contribuiría enormemente a mejorar la comodidad del hombre americano.
Al diseñar este traje, algún sastre emprendedor podría atender también a otra necesidad: un par de pantalones que oculten automáticamente su visión durante la noche, de manera que una esposa no tenga la posibilidad de robar a su marido y llevarlo a la bancarrota. Confeccionar unos pantalones que desaparezcan a la vista puede sonar como algo propio de un visionario, pero ya he realizado algún progreso con esta idea. He conseguido el alguna ocasión hacer desaparecer mi camisa, sentándome simplemente a la mesa para jugar al bridge con mi esposa.
Conozco a un individuo que subastó dos corazones, teniendo únicamente en la mano tres tricks bajos, y su esposa desapareció. Aquello, desde luego, solucionó su problema. Desde entonces pudo colgar sus pantalones por la noche en cualquier lugar de la casa. En general, sin embargo, esta solución no es recomendable, porque creo que las esposas tienen un lugar muy definido en el hogar. Tienen un valor incalculable como madres y también como medio de información de que la vecina de al lado se ha comprado un coche nuevo, de que tiene otro abrigo de pieles o de que ha salido a bailar. Las mujeres son personas que creen que nunca bailan bastante. Hazles caso y ya no tendrás que ocultar tus pantalones por la noche, dado que ya no habrá nada en ellos para robar.
Otra necesidad nacional es una lavandería que con cada camisa, mandara una cajita de alfileres, en lugar de obligar a uno a quitarlos cada vez del cuello de la camisa o (si te descuidas en una sola ocasión) de tu propio cuello. El propietario de mi lavandería y yo hemos llegado a un acuerdo. Cada vez que me clavo un alfiler, yo le pago con un cheque sin fondos. Sus gritos de angustia pueden oírse desde Culver City hasta mi banco situado en Beverly Hills.
Necesitamos también un aspirador eléctrico que no altere nuestro descanso, gimiendo como un reactor B-707, cuando intentamos descabezar después de comer una breve siesta de cuatro horas. Con una serie de gastos y de perjuicios considerables, he logrado solventar este problema en mi propia casa. Sin embargo, como verás en seguida, dista mucho de ser la solución ideal. He instalado un campo de minas en torno a la puerta de mi dormitorio. (Los neutrales, desde luego, han sido advertidos). De este modo, si los zumbidos del aspirador se producen a menos de ocho metros de mi habitación, la criada no lo pasa muy bien. La única desventaja es que, después de producirse un encuentro directo, hay que comprar un aspirador nuevo. También hay que conseguir una nueva criada. Al mismo tiempo, los desperfectos producidos en el suelo son, por supuesto, considerables.
Bueno, la lista de necesidades proseguiría indefinidamente. Es tan larga como el brazo de Sonny Liston. Sin embargo, antes de que me voten para la vicepresidencia y me vea forzado a cerrar el pico, he de expulsar de mi organismo unos cuantos ensayos más, breves, pero enjundiosos. Esto me recuerda que lo que probablemente necesita más este país son unos cuantos ensayistas de primera categoría.
GRAGEAS
"Una mañana me desperté y maté un elefante en pijamas. Me pregunto cómo pudo ponerse mi pijama".
"¿Servicio de habitaciones? Mándenme una habitación más grande".
"Nunca olvido una cara pero con la suya voy a hacer una excepción".
"Soy tan viejo que recuerdo a Doris Day antes de que fuera virgen".
"En las fiestas no te sientes jamás; puede sentarse a tu lado alguien que no te guste".
"¿Por que debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?".
"Hace tiempo conviví casi dos años con una mujer hasta descubrir que sus gustos eran exactamente como los míos: los dos estábamos locos por las chicas".
"Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado".
"Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria".
"Fuera del perro, un libros es probablemente el mejor amigo del hombre. Y dentro del perro probablemente esté demasiado oscuro para leer".
"Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente".
"He pasado una noche estupenda… pero no ha sido ésta".
"El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si es que te gusta vivir en una institución".
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