Marcela Fumale: Memoria de mis labios
El beso es el lenguaje primigenio de los enamorados, de los amantes. Tenemos noción de esto y necesidad de tal expresión de amor y de pasión desde nuestra más tierna infancia. Y a lo largo de nuestra vida iremos tejiendo un interminable collar con cuentas de besos que harán que todo sea más fácil, más llevadero e incluso dejará en cada época un sello carmín que la teñirá de inolvidable.
Si de memoria de besos se trata, he aquí mi topfive de besos inolvidables:
1- El primer beso de la infancia:
Ese que nos pinta las mejillas de rubores desconocidos con el solo roce de otros labios; y que hace que aquel noviecito de la primaria, ese que en "séptimo" recitó frente a toda la escuela una poesía donde lamentaba desgarradoramente la pérdida de esa etapa en la que su único y gran recuerdo parecía ser, según sus letras, su primera novia, o sea YO. Noviazgo que nunca necesitó un sí quiero, pero que tanto uno como el otro sabíamos tan real como nuestra inocencia e ingenuidad en estas lides.
2- El primer beso de la adolescencia:
Y la llegada de un despertar sexual más real, más cercano; que erizaba la piel y desordenaba las ideas. Un beso que juntaba más que dos labios y dos alientos y dos bocas llenas de un amor que creíamos indestructible; aunque el paso de los años, como es debido, no nos diera la razón, y sólo confirmara que la pasión adolescente necesita ser trágica, fatalista y, sobre todo, breve. Nunca se olvida esa sensación de mareo, de caída en espiral, de deseo suicida. Nunca se olvida ese nombre, ni el sabor de esos labios.
3- El primer beso de amor:
Y con él las caricias, y los juegos, y el sexo. Y el aprender para siempre y de una bofetada que hay cicatrices dulces que nunca recordarán heridas, cicatrices que son más bien esos surcos torpes que deja el alfarero inexperto en su vasija, embelleciéndola para siempre con su amor de principiante. Y con esos besos grabados a fuego queda su nombre, el que arrastraremos para siempre, el que nunca es un mal recuerdo, el que nunca es presente ni pasado ni futuro. El que hizo que dijéramos que sí, que valía la pena, que ese era el momento y el lugar. Y el que hace que las explicaciones siempre sobren y dejen de ser.
4- El primer beso robado:
Quien no tuvo uno debería tenerlo. Es mágico y dibuja sonrisas en el recuerdo. Yo soy de esas que se atrevieron y que hoy sonríen felices de haberlo hecho. No se si el lo recuerde, pero su rostro sorprendido y su postura estaqueada en la mitad de la calle no permite el paso del olvido sobre ese momento. No fue un beso al azar, ni breve, ni al paso. Fue un beso decidido, profundo, disfrutado. Casi una despedida bautizada de sorpresa. Y sí, me gusta haber sido ladrona de un beso.
5- El primer beso del resto del tiempo:
Es ese que, según los poetas es el más importante; es el que nos hace pensar que después de él no habrá otro nunca más o, lo que es mejor, que todos los que le sigan saldrán de esa misma boca y tendrán ese mismo sabor a amor esperado por tiempo. Yo tuve ese beso en un aeropuerto, hace mas de dos años; y cada día lo vuelvo a encontrar en su boca, que es el lugar donde existo.
comentarios:
10:59
Sonrojo y agradezco...
Besos allende las altas montañas.
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