José Asunción Silva: Zoospermos
El conocido sabio Cornelius Von Ken-Rinegen,
que disfrutó en Hamburgo de una clientela enorme
y que dejó un in-folio de mil quinientas páginas
sobre hígado y riñones,
abandonado luego por todos sus amigos,
murió en Leipzig, maniático, desprestigiado y pobre,
debido a sus estudios de los últimos años
sobre espermatozoides.
Frente de un microscopio que le costó un sentido,
obra maestra y única de un óptico de Londres,
la vista recogida, temblándole las manos,
ansioso, fijo, inmóvil,
reconcentrado y torvo, como un fantasma pálido,
a media voz decía: "Oh, mira cómo corren
y bullen y se mueven y luchan y se agitan
los espermatozoides!
"¡Mira! si no estuviera perdido para siempre;
si huyendo por caminos que todos no conocen
hubiera al fin logrado tras múltiples esfuerzos
el convertirse en hombre,
corriéndole los años hubiera sido un Werther
y tras de mil angustias y gestas y pasiones
se hubiera suicidado con un Smith & Wesson
ese espermatozoide.
"Aquel de más arriba que vibra a dos milímetros
del Werther suprimido, del vidrio junto al borde,
hubiera sido un héroe de nuestras grandes guerras.
¡Alguna estatua en bronce
hubiera recordado, cual vencedor intrépido
y conductor insigne de tropas y cañones,
y general en jefe de todos los ejércitos,
a ese espermatozoide!
"Aquel hubiera sido la Gretchen de algún Fausto;
ese de más arriba un heredero noble,
dueño a los veintiún de algún millón de thallers
y un título de conde;
aquel, un usurero; el otro, el pequeñísimo,
algún poeta lírico; y el otro, aquel enorme,
un profesor científico que hubiera escrito un libro
sobre espermatozoides!
Afortunadamente, perdidos para siempre
os agitáis ahora, ¡oh, puntos que sois hombres!
entre los vidrios gruesos traslúcidos y diáfanos
del microscopio enorme;
afortunadamente, zoopermos, en la tierra
no creceréis poblándola de dichas y de horrores:
dentro de diez minutos todos estaréis muertos,
¡hola, espermatozoides!
Así el ilustre sabio Cornelius Von Ken-Rinegen,
que disfritó en Hamburgo de una clientela enorme
y que dejó un in-folio de mil quinientas páginas
sobre hígado y riñones,
murió en Leipzig, maniático, desprestigiado y pobre,
debido a sus estudios de los últimos años
sobre espermatozoides.
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