Confesiones de un detective privado

Confesiones de un detective privado



Heredia no ha muerto ni descansa. El inagotable sabueso surgido de la pluma de Ramón Díaz Eterovic fue sorprendido en un bar cuyas señas dejaremos en la nebulosa, donde al abrigo de una buena copa contestó las interrogantes planteadas por los reporteros de la revista La Calabaza del Diablo.
Inmaculada Decepción rescata este texto, la primera y tal vez última entrevista concedida por Heredia.

¿Qué nos puedes decir de Federico Gordon?
Gordon es un abogado de la Contraloría General de la República al que asesinan porque elabora un informe que desenmascara la corrupción que hay detrás de la construcción de un gasoducto internacional que traerá perjuicios ecológicos. Es una víctima de un país que, en ciertas situaciones, no acepta la verdad ni la honradez. Si quieren saber más de él lean Los siete hijos de Simenon. No pretenderán que les cuente la novela.

¿Qué te gusta y que añoras de la noche santiaguina?
Amo sus bares que prolongan la noche con sus luces y promesas de encuentros inesperados. La democrática arquitectura de sus mesas de acrílico, donde se apoyan por igual las tristezas del oficinista, la dependienta de los grandes almacenes, los obreros y las secretarías uniformadas. Amo la dulzura de una copa de vino tinto mientras una joven camarera sonríe con la liviandad de las burbujas. Amo aquellos espacios en que mis ojos registran los rostros de seres anónimos y donde, en noches de fortuna, conozco a las muchachas más solas y tiernas de la ciudad.

Cuéntanos de tu picada favorita.
El bar City, en la calle Compañía, a pocos metros de la Plaza de Armas. Conserva sus mesas de madera, es tranquilo, preparan buenos tragos y los mozos son amables. A veces también entro al bar Unión o al Central, en la calle San Pablo. Y si la necesidad apremia, cualquier boliche me parece bien.

A la luz de tus últimas correrías, ¿los corruptos de ahora son más peligrosos que los de hace quince o veinte años?
Los corruptos son peligrosos en todas las épocas. Los antiguos se confunden con los nuevos y al final, los que siempre pierden son los ciudadanos comunes y corrientes que no tienen medios para defenderse.

¿No temes que alguno de tus antiguos enemigos te cobre una cuenta del pasado?
Es un riesgo latente, pero no me inquieta. Soy sólo un personaje marginal al que le gusta husmear en las vidas ajenas y al que le interesa estar en paz con su conciencia.

¿Cuál es el ser más leal que has conocido y qué le debes?
Nombraría a dos. Mi gato Simenon que me da compañía y buenos consejos; y Dagoberto Solís, un tira amigo, que me enseñó los trucos del oficio y me salvó la vida en la novela Angeles y solitarios.

¿Cuántas vidas tiene Heredia?
Mis vidas literarias hasta ahora son diez. Desde La ciudad está triste que se publicó en 1987, hasta A la sombra del dinero publicada a comienzos del año 2005. Entre ambas novelas se encuentran: Solo en la oscuridad, Nadie sabe más que los muertos, Angeles y solitarios , Nunca enamores a un forastero, El ojo del alma, El color de la piel y El hombre que pregunta. Díaz Eterovic suele decir que no escribirá más sobre mis historias, pero siempre le doblo la mano y consigo que se ponga a trabajar en mis aventuras. Sé que en estos días terminó de escribir una nueva novela sobre mis andanzas, llamada El segundo deseo.

¿Te has imaginado idealmente jubilado?
No. Me imagino investigando hasta el último de mis días, viviendo en un hospicio de esos a los que van a parar los viejos a los que nadie quiere, en compañía de mis libros y mi música, añorando a mi gato Simenon y a las mujeres que he amado.

Descríbenos tu pareja ideal...
Una mujer que entienda cómo soy y que no intente cambiarme. Que me ame y me permita amarla. Una mujer que ame a los gatos, la música de Mahler y las carreras de caballos. ¿Está difícil, o no?

Podrías definirnos en dos palabras a tu mentor Díaz Eterovic.
Es un amigo que sabe escuchar mis cuitas y que me ha dado la oportunidad de tener otros amigos a través de las mentiras que narra sobre mí. Pero lo disculpo, sé que los escritores son fabuladores, y él no es la excepción. Lo que detesto de él es que me invita a beber unas copas y no paga las cuentas. Se marea a la primera copa y olvida abrir su billetera.

¿Porque nunca dices tu nombre real a nadie?
Se lo he dicho a una que otra amante ocasional. Pero, por lo general no me gusta decir mi nombre y prefiero que todos me conozcan como Heredia a secas. Aunque en una próxima novela es probable que se diga algo al respecto.

¿No te parece un poco extraño hablar con un gato?
No, en absoluto. Es común que la gente que tiene mascotas y que vive sola hable con sus animales. Es algo que he visto hacer con frecuencia en mucha gente. Me sirve para ordenar mis ideas, para discutir conmigo mismo y para no sentirme tan solo.

En una película o serie de televisión, ¿qué actor te gustaría que te representara?
De Niro, Al Pacino o Claudio Arredondo. Tres actores que sabrían representarme a la perfección.

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