francisco de quevedo

francisco de quevedo



el poeta culto

Estaba un poeta en un corrillo leyendo una canción cultísima, tan atestada de latines y tan tapida de jerigonzas, tan zabucada de cláusulas, tan cortada de paréntesis, que el auditorio pudiera comulgar de puro ayunas que estaba.
Cogióle la hora en la cuarta estancia, y a la oscuridad de la obra (que era tanta, que no se vía la mano) acudieron lechuzas y morciélagos; y los oyentes, encendieron lanternas y candelillas, oían de ronda a la musa, a quien llaman:
... la enemiga del día
que el negro manto descoge.
Llegóse uno tanto con un cabo de vela al poeta (noche de hibierno, de las que llaman boca de lobo), que se encendió el papel por en medio. Dábase el autor a los diablos, de ver quemada su obra, cuando el que la pegó le dijo:
-Estos versos no pueden ser claros y tener luz si no los queman: más resplandecen luminaria que canción.

el criado favorecido y el amo

Era muy favorecido de un señor un criado suyo: éste le engañaba hasta el sueño, y a éste un criado que tenía, y a este criado un mozo suyo, y a este mozo un amigo, y a este amigo su amiga, y a ésta el diablo. Pues cógelos la hora y el diablo, que estaba al parecer tan lejos del seños, revístese en la puta, la puta en su amigo, el amigo en el mozo, el mozo en el criado, el criado en el amo, el amo en el señor.
Y como el demonio llegó a él destilado por puta y rufián, y mozo de mozo de criado de señor, endemoniado por pasadizo y hecho un infierno, embistió con su siervo, éste con su criado, el criado con su mozo, el mozocon su amigo, el amigo con su amiga, ésta con todos; y chocando los arcaduces del diablo, unos con otros se hicieron pedazos, se deshizo la sarta de embustes, y Satanás, que enflautado en la cotorrera se paseaba sin ser sentido, rezumándose de mano en mano, los cobró a todos de contado..

mujeres diferentes que van por la calle

Iban diferentes mujeres por la calle, las unas a pie, y aunque algunas dellas se tomaban ya de los años, iban gorjeándose la andadura y desviviéndose de ponleví y naguas. Otras iban embolsadas en coches, desantañándose de navidades con melindres y manoteado de cortinas; otras, tocadas de gorgoritas y vestidas de noli me tangere, iban en figura de camarines, en una alhacena de cristal, con resabios de hornos de vidrio, romanadas por dos moros, o cuando mejor por dos pícaros. Llevaban las tales transparentes los ojos, en muy estrecha vecindad con las nalgas del mozo delantero, y las narices molestadas del zumo de sus pies, que como no pasa por escarpines, se perfuma de Fregenal. Unas y otras iban reciénnaciéndose, arrulladas de galas y con niña postiza, callando la vieja como la caca, paseando a la aristmética de los ojos los ataúdes por las cunas.
Cogiólas la horay topándolas Estoflerino y Magino y Origano y Argolo, con sus efemérides desenvainadas, embistieron con ellas a ponerlas a todas las fechas de sus vidas con día, mes y año, hora, minutos y segundos. Decían con voces descompuestas:
-Demonios, reconocé vuestra fecha, como vuestra sentencia. Cuarenta y dos años tienes, dos meses, cinco días, seis horas, nueve minutos y veinte segundos.
¡Oh, inmenso Dios, quién podrá decir el desaforado zurrido que se levantó! No se oía otra cosa que mentases. No hay tal; no he cumplido quince. ¡Jesús!, ¿quién tal dice? Aún no he entrado en diez y ocho; en trece estoy; ayer nací; no tengo ningún año; miente el tiempo.
Y una a quien Origano estaba sobrescribiendo como escritura: Fue fecha y otorgada esta mujer el año de 1578, viendo ella que se le averiguaban sesenta y siete años, entigrecida y enserpentada, dijo:
- Yo no he nacido, legalizador de la muerte; aún no me han salido los dientes.
-Antigualla, mamotreto de siglos, no salen sobre raigones; tente a la fecha.
-No conozco fecha.
Y arremetiendo el uno al otro, se confundió todo en una resistencia espantosa.

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