La hípica y esos raros apellidos raros

La hípica y esos raros apellidos raros



Esta historia me la contó un amigo profesor de Historia. Sucedió en Uruguay. El oriental estaba acabado. Amante de la hípica se había gastado todos los morlacos en carreras de caballos y estaba a punto de perder su matrimonio y su patrimonio en las patas de los equinos. Por lo tanto aquella tarde era la última. La última en que asistiría al Hipódromo de Maroñas. Para lo cual había tomado sus precauciones. Dos precauciones disparatadas. La primera; había vendido el automóvil de su señora que en aquel momento estaba embarazada, para jugársela a la yegua Tranquila. Y la siguiente, había hecho una carta de despedida de este mundo por si las cosas no le resultaban. Lo que pasa es que Walter, tal el nombre de nuestro amigo uruguayo, estaba dateado. La yegua Tranquila ganaría, eso era seguro. Se lo había prometido su amigo Wilson, viejo preparador de caballos de carrera ya retirado.

Con la carta en su bolsillo y con cinco gruesos fajos de billetes en la faltriquera se apersonó en la ventanilla de las apuestas y coloca el Mercedes bajo las patas de Tranquila, yegua que en ese momento estaba pagando quince a uno. Luego el disparo de salida, las gateras con el golpe seco al abrirse, los caballos que salen como bólidos, los gritos de la gente y el anunciador que narra el desarrollo de la carrera.
Como en el tango, la yegua gana la carrera por una cabeza. En un minuto y fracción había recuperado un departamento, una casa de veraneo en Punta del Este,el auto que le había dejado el padre al morir y el Mercedes de su señora. La vida era sencillamente maravillosa. Todos los colores habían regresado. Esa yegua en su vida sería inmortal. Tranquila era una bella sinfonía. El nombre más hermoso del mundo. Lo había salvado del suicidio. Lo había restituido nuevamente al mundo de los vivos. Pensó en Wilson, en que le daría un porcentaje de las ganancias. Llegó a su casa y por primera vez su mujer sintió aquel beso apasionado que nunca tuvo, y que siempre deseó. Ella pensó inmediatamente que lo estaba engañando. Es que él nunca besó así. Luego contó lo que había pasado y aquella noche fueron a comer al mejor restaurant de Montevideo.
Después nació la hija. Y no cabía dudas que el nombre de la recién nacida estaba resuelto. Se llamaría Tranquila. El mismo nombre que sonaba a sinfonía. El nombre más hermoso del mundo. Nombre que sirvió durante toda la vida de la infanta para los más crueles e infames bromas de mal gusto que mujer alguna tuvo en Uruguay. Tranquila Miorino.

Me acordé de aquello viendo un viejo ejemplar de la revista Muy Interesante que estaba en la antesala del dentista Pérez en Puerto Natales. Con nombres y apellidos raros, crueles y sustanciosos, cada uno de ellos con el número de carné correspondiente. Veamos:

Antonio Bragueta Suelta
Agustín Cabeza Compostizo
Román Calavera Calva
Pascual Conejo Enamorado
Señor Dios Pujol
Jesús Están Camino
Eva Fina Segura
Margarita Flores del Campo
Isolina Gato Sardina
José Luis Lamata Feliz
Amparo Loro Raro
Señora Macarrilla Franco
Miguel Marco Gol
Joseba Cilarte
Ana Mier de Cilla
Catón Nino Garabato
Rosa Pechoabierto y del Cacho
Evaristo Piernabierta Zas
Presentación de Piernas
José de la Polla
Mirentxu Papollas
Ramona Ponte Alegre
Ana Pulpito Salido
Emiliano Salido del Pozo
José Sin Mayordomo
Pedro Trabajo Cumplido
Abundio Verdugo de Dios
Miren Amiano
Francisco José Folla Doblado
María Concepción Culo Bonito
Fernando Coco Cuadrado
Benito Camelas

Y a mí que nunca me gustó mi segundo nombre de Jesús María. Suerte que no llevé de primer nombre Jesús María y de segundo, del Sagrado Corazón.

3 comentarios:

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hey, en la secundaria yo tenía una maestra que se apellidaba Borrego Tirado. i swer!

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