La Presidenta

La Presidenta

Soñaba con una Presidenta. Lo que pasa Hugo me decía, es que tú no entiendes a las mujeres y menos vas a entender a una Presidenta. Yo no veo la dificultad le dije. Entiendo a las morsas, la Teoría de la relatividad, a Kant y hasta puedo entender Irreversible de Gaspar Noé; no sé por qué no puedo entender a las mujeres y por ende a Las Presidentas. Lo que pasa me dice es que nosotras además de ser mujer y llevar como toda mujer las cosas de la casa, tenemos que lidiar con los problemas del país. Se da vuelta y me dice que la bese. Lo hago con desgano. Me pide que le haga el amor. Lo hago con desgano. Me pide que le traiga papel higiénico. Lo hago con desgano. Me pide café. Lo hago con desgano. Luego me dice que le redacte el discurso de las tres de la tarde. Que lleve los chicos al colegio. Que conteste su correo. Que pague al personal de la casa. Que llame a su peluquero. Que le diga al jardinero que no riegue el bonsái. Que vaya al palacio a eso de las cinco. Que no hable con el secretario que es un alcahuete del ministro y que programe las vacaciones de Abril. Me agito. ¡Por qué mierda me metí con una Presidenta! Grito. Despierto.

comentarios:

Anónimo dijo...
20:53
 

Al despertar: la realidad. El pololo de la Bachelet es chilote y se gana la vida como poeta.
De todas formas la metáfora sonámbula trasciende Santiago y llega a la argentina crístina. Más aún, el hipnotismo noctambuloide se ensarza con Evo y con Chávez en su aspecto de travesties lampiños. Al fin y al cabo, Lula y Fidel serían los únicos varoncitos del baloncento latinoamericano en medio de tanta presidenta publicitando frutas exóticas.
En Quito, un grupo de terapia lacaniano financia el programa televisivo: "¡A la cama con Fidel!"