Una conducta recurrente
Ya te pedí el taxi le digo a Elena que estaba media borracha, espera un poco que ya viene. Me decía que ya no aguantaba más, que estaba a punto de mear. Es que ya viene el taxi le digo. Ya viene. Hace cinco minutos que pediste el taxi y no viene y yo tengo ganas de mear. Ya viene, ya viene, no te preocupes que ya viene. Pero tengo ganas de mear. Si pasas al baño el taxi no te va a esperar y se va a ir. Dale que ya viene no seas impaciente. ¿Quieres que me mee aquí? Sabes bien que acá no te puedes mear, escucho que viene el taxi, no, no es el taxi. Le pregunto qué va hacer mañana. Me dice que no sabe, que lo único que sabe es que tiene ganas de mear. Le digo, mira, escucha, parece que viene el taxi. Era el taxi, se despide y se va. Al otro día viene el taxista y me dice que Elena en mitad de la carrera se meó en su taxi. Le digo que siempre hace lo mismo.
5 comentarios:
09:34
Neruda escuchaba -metáfora íntima- el cantarino mear de Matilde. Vera Miranda delega el torrente urinario de Elena a cualquier taxista que caiga en suerte.
Hay una evolución amatoria poética. Definitivamente, el amor no es propietario.
10:33
jasjajajs... me siento identificada con Elena,
siempre me estoy meando imperiosamente
19:01
Definitivamente no es propietario. Ni la incontinencia su exclusiva. Brindemos pues por esa evolución.
19:40
PUCHA, PUES HUGO !!! Claro que tenia que mearse... si se lo dijo varias veces !!!
Vaya un amigo...!!!!
11:22
la verdad no tenia que hacerlo pero las cosas se dan por algo
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