La hija de Norma

La hija de Norma

Ya habíamos estado filmando. Por las calles. En lugares cercanos al pueblo. Entrevistando a gente. Yo mismo entrevistaba a la gente. Le preguntaba por mí. Si me conocían. Si conocían al poeta. Nadie me conocía. En mi pueblo nadie me conocía. 25.000 habitantes. En mi pueblo en donde había vivido los últimos 1000 años, nadie me conocía. Algunas tomas de casas del pueblo. De la bahía frente al mar. En el cementerio del pueblo. También estuvimos en Puerto Consuelo. Tiene que ser uno de los lugares más maravillosos del mundo. Puerto Consuelo. En el bar de Bruno hicimos la entrevista. Cómo comencé a escribir y todo eso. Estuvimos también en el bar de Jorge. También en otros bares. El último día hicimos la última toma. Yo salía del almacén y caminaba por la calle Lautaro, de espaldas a la cámara. Un plano general. Se trataba nada más que de eso. De salir del almacén y caminar por la calle Lautaro. Una sola toma. Un plano general. Desde la vereda de enfrente estaba la directora Magdalena Chacón, el camarógrafo Cristian Petit-Laurent y el productor Jaime Jiménez. La cámara que filmaba esa toma, era una Bolex de 16 milímetros del año 65. Cámara preferentemente utilizada para documentales, que era lo que verdaderamente estábamos haciendo. Un documental sobre mi vida. Todo el resto de la filmación había sido digital. En este caso con la Bolex, la velocidad normal sería de 24 cuadros por segundos, pero se utilizaba a 48 cuadros por segundo para hacerlo más lento. Con un filtro de densidad neutra 0.6 y un lente de 50 mm. Trabajamos en eso durante una hora. Una hora para una sola toma. Salía del almacén y comenzaba a caminar. Comenzaba a caminar y pasaban autos. Arruinaban la toma. Vuelta a comenzar. Salía del almacén y un cortejo de perros nupciales venían a mi encuentro. Vuelta a comenzar. Salía del almacén y una camioneta casi me choca de frente. Vuelta a comenzar. Salía del almacén y se posa sobre mi cabeza, un platillo volador con publicidad de un banco Español. Vuelta a comenzar. Hasta que al final se produjo el milagro. Se filmó la toma. Luego me despedí del equipo de filmación que regresaba a Santiago de Chile. Gente maravillosa. Volví a zambullirme en el anonimato cotidiano.

Viene a comprar la hija de Norma y me pregunta por el equipo de filmación que trabajaba enfrente de casa. Ella los vio y le llamó la atención. Me pregunta quién era esa gente. No son de acá me dice. Qué estaban haciendo en Puerto Natales. Le digo que estaban trabajando en un documental. Me pregunta un documental de qué tipo. Yo le digo que un documental sobre mi vida. Se ríe. No puede parar de reírse. No puede parar. El contagio es rápido. Yo también me largo a reír. No podemos parar de reír. Se produce una puja. Quién ríe más. Le digo que son 500 pesos. Pero sigue riéndose. Yo también sigo riéndome. No podemos parar. Ya más tranquilo le miento que es un documental sobre Puerto Natales. Eso sí te creo, me dice. Se va riéndose. Vuelvo a mi cuarto. Vuelvo a zambullirme en el anonimato cotidiano. Y escribo. Escribo La hija de Norma.

3 comentarios:

Ni más, ni menos, sólo lo justo para que la historia cuaje por entero sin volverse inverosímil. ¡Dios! Abrazo.

El anonimato es imposible. Baudelaire lo entiende cuando explica a la tortura policial como las ánsias de saber "la verdad".
Hace cosa de un año, De Gregorio me chillaba: "Pero... ¡En tu blog nadie dice nunca nada! ¡Ni siquiera Un comentario! ¡Nada!" y la baba le corría arrastrándole el cigarrillo y caía sobre las baldosas de la librería, percudiéndolas.
De Gregorio si es creyente nel reconocimiento mundano y piensa queso es una especie de hijo que viene con un pan y mortadela bajo el brazo.
Orenstein empezó a filmar su vida "De Gregorio, un cineasta singular" y fue, lastimosamente, el detonante que lo mandó de vuelta al siquiátrico ("¡Soy famoso! ¡Venid mecenas a mi!")
Cuando el otro día lo visité aún estaba en "la guardia" y alborozado. Ahora se calló de repente, no me llama más por teléfono para que vaya a visitarlo. Seguro que lo pasaron a "sala de residentes".

Anónimo dijo...
10:43
 

Que le den a la celebridad, a la fama, a la posteridad; a los reportajes, a los comentarios, a las subvenciones y a las entrevistas. Daría lo que fuese por irme allí contigo a no ser nadie.