En la cumbre más alta

En la cumbre más alta


B

ueno Hugo… al final, crees o no en Dios. Eso me preguntó Carolina. Sí que creo, le digo. Pasa que Él no cree en mí ni en nadie. Te voy a contar una historia. Me ocurrió este fin de semana. Sentado en la cumbre más alta me encontré con él. Lo encontré lo suficientemente colocado. Mirando absorto un pájaro pasar. Comiendo frijoles con tortilla. Tomando vino barato. Tartamudeando. Así lo encontré. Apenas verme me reconoció. Hola Hugo, te esperaba. Sabía que ibas a venir. Que te encontraría. Te voy a hablar de mi vida. De mi pobre vida. Quise hacer un experimento y me fue como la mierda. Ya van más de seis mil millones. Y esto no para Hugo. No para. Hago macanas. Soy un macarra. Estoy viejo. Decrépito. No sé para dónde va la micro. Perdí el control. Todo el control. Todo se me fue de las manos. Sólo quiero un juicio justo. Un tribunal imparcial. Hice cosas buenas. Ustedes lo saben. Tú lo sabes Hugo. No se puede negar. Pero en verdad que las cagué. No pude controlar todo. Estaba solo. Eso. Estaba solo. La soledad ya lo sabes, no es buena consejera. Con una mujer a mi lado todo sería distinto. Diferente. También con un amigo. Ni mujer ni amigo. No tuve a nadie. No tuve a nadie Hugo. Hice lo que pude. Más no pude hacer. Y ahora estoy aquí. Ya lo vez. Comiendo frijoles con tortilla. Tomando vino barato. Nada puedo hacer. No puedo hacer más nada. Quiero un juicio justo. No quiero sobrellevar todo el peso de la culpa. Ya te dije. Quiero un juicio imparcial. Aceptaré incluso, el desafío de la muerte. Que se me condene a muerte. Al final lo sé. Es lo que merezco. En definitiva lo deseo. Quiero morir. Ya basta. Pero que sea rápido. Ya basta. Quiero morir. Definitivamente. Quiero descansar en paz. Eso quiero. Descansar en paz. Y pedir perdón. Por lo que me resta de vida. Pedir perdón. Por aquellos desdichados que murieron bajo los puentes. Por los ahorcados. Por las vírgenes violadas. Por los Papas asesinos. Por los masacrados. Por los millones de niños muertos de hambre. Por la puta Santa Inquisición. Definitivamente perdón. Perdón Hugo. Perdón. Merezco la muerte y algo más.
Eso pasó. Le cuento que verdaderamente aquello pasó. Que fue real. Que mi encuentro con Dios sucedió. Que nada invento. Que no tengo por qué hacerlo. Carolina dice que estoy loco. Que aquello no sucedió. Que es imposible. Ríe. Al otro día parte de vacaciones.


5 comentarios:

Una vez, Mérida subió a la montaña en Oakland. El ascenso era empinado y yo a las puteadas, le dije que la esperaba abajo y que ella llegara a la puta que la parió, si quería.
Bajé, vino la noche y Mérida allá arriba...
Como un santo esperé a la santa.
Poco después del amanecer, Mérida bajó a mi. Espléndida. Me contó:
"Una vez que llegué a la cima, estuve con Dios. Era un perro que se sentó a mi lado y los dos miramos al horizonte, hasta que empezó a amanecer y él se fue".
Como de costumbre, Mérida había llorado.

¡Qué bueno Hugo! ¡Dios y tú están separados apenas por un punto aparte, pero tienen la misma voz! Eso no es casual. Venga un gran abrazo.

Un abrazo Yoel, un buen año para ti. Alejandro, ataca lo que temes o lo que odias. Muchas veces también a lo que amas, o dejaste de amar. La incomprensión de los pares antitéticos. O pensar como Bergman en la divinidad del ser humano. O como pensaba Manos Limpias, que una vez se lo oí decir, "ese hermoso demonio que llevamos dentro". Va un gran abrazo.

Magnifico relato, creo que te seguiré de cerca :)
Saludos ateos desde Madrid

Saludos trankilo. Desde Puerto Natales.