Es que los hombres son unas bestias. Realmente. No cabe duda. Lo son. Andan por ahí haciendo maravillas. Bebiendo más de la cuenta. Guerreando más de la cuenta. Sobornando más de la cuenta. Son los machos recios que conquistan el cerro más alto. Los más veloces. Los más audaces. Las mujercitas derritiéndose rendidas a sus pies. Son fantásticos. Son la maravilla de la maravilla. Nada los detendrá. Volarán a Neptuno. Incluso más allá. Incluso más allá. Nada los detendrá. Nada. Eso.. hasta que surge el movimiento feminista. Estoy con ellas. Absolutamente. Por sus derechos. Por enarbolar la bandera de la justicia. De la igualdad. De la libre oportunidad de las posibilidades. De hacer este mundo, un mundo más agradable. En donde todos, tanto hombres como mujeres, tendrán el acierto de mejorar cada jardín. Pero la vida es compleja. Todo cambia. Se cambia a cada instante. Eso pasa, que cambiamos a cada instante. Ya no puedo pensar lo que pensaba. Ya no. He cambiado. Ahora pienso que las feministas son detestables. Un desastre. Medianamente buenas para la cama. Su puto discurso me hace enloquecer. Son detestables. El mes pasado maté a una. La sepulté bajo el naranjo. Espero que allí no crezcan manzanas.