Oscar Wilde: Un maestro de la Moral

Oscar Wilde: Un maestro de la Moral

Oscar Wilde junto a Alfred Douglas.
Nada purifica, excepto la inteligencia.

Una idea que no sea peligrosa es completamente indigna de ser llamada idea.

Para lo que no son artistas, y para quienes no hay otra vida que la actual de los hechos, el dolor es la única puerta hacía la perfección.

No son los perfectos sino los imperfectos, quienes están necesitados de amor.

El mundo es el mismo para todos, y por él van, cogidos de la mano, el bien y el mal, el pecado y la inocencia. Cerrar los ojos a la mitad de la vida para poder vivir en sosiego, es como si nos cegásemos voluntariamente para caminar con más tranquilidad por un campo de principios y barrancas.

La experiencia no tiene valor ético alguno. Es simplemente el nombre que damos a nuestros errores.

La caridad crea una porción de pecados.

El deber es lo que esperamos hagan los demás, no lo que hacemos nosotros mismos.

El mundo divide las acciones en tres clases: buenas acciones, malas acciones que pueden cometerse y malas acciones que no pueden cometerse. Si os atenéis a las buenas acciones, los buenos os respetan. Si os atenéis a las malas acciones que pueden cometerse, los malos os respetan. Peri si acometéis las malas acciones que nadie puede cometer, los buenos y los malos se confabulan para caer sobre vosotros, y en verdad que podéis daros por perdidos.

La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse.

La desobediencia a los ojos de todo el que haya leído la historia, es la virtud original del hombre. Por medio de la desobediencia se ha abierto camino al progreso; por medio de la desobediencia y la rebelión.

Mientras la guerra sea considerada como mala, conservará su fascinación. Cuando sea tenida por vulgar, cesará su popularidad.

Nuestra vida es demasiado corta para cargar sobre nuestros hombros los dolores ajenos. Cada hombre vive en su propia vida y paga su precio por vivirla. La lástima es tener que pagar tan a menudo por una sola falta. Una y otra vez, y siempre, nos vemos obligados a pagar. En sus tratos con el hombre, el Destino jamás cierra sus cuentas.

Tener capacidad para una pasión, y no llevarla a cabo, es mutilarse y limitarse voluntariamente.

Hay tentaciones terribles que requieren fuerza -fuerza y valor- para ceder a ellas. Arriesgarlo todo a una jugada, -sea el poder o el placer la puerta, qué importa- no, no hay debilidad en esto, sino un terrible valor.

Un mapa del mundo que no incluya la Utopía, no merece una sola ojeada, pues deja fuera el único país en que la Humanidad desembarca allí, mira en torno, y viendo una comarca mejor, hace rumbo hacía ella. El Progreso es la realización de las utopías.

Cuando el hombre es feliz, está en armonía consigo mismo y con lo que le rodea.

Ser bueno es estar en armonía consigo mismo. La disonancia es verse obligado a estar en armonía con los demás.

El mejor medio para hacer buenos a los niños, es hacerlos felices.

Lo que se denomina pecado, es un elemento esencial de progreso. Sin él, el mundo se estancaría, o envejecería, o perdería todo color. Por curiosidad de él se enriquece la experiencia de la raza. Su identificada afirmación de individualismo nos salva del lugar común. En su prescripción de las nociones corrientes de moral se identifica con la ética más alta.

La única diferencia entre el santo y el pecador, es que todo santo tiene un pasado, y todo pecador un porvenir.

Si viviésemos bastante para ver el resultado de nuestras acciones, podría suceder que aquellos que se tienen por buenos se sintieran presa de un áspero remordimiento, y aquellos a quienes tiene el mundo por malos se estremecieran con una noble alegría. Cada cosa que hacemos, por insignificante que sea, pasa a la gran máquina de la vida, que puede reducir nuestras virtudes a polvo, privándolas de todo valor, o transformar nuestros pecados en elementos de una nueva civilización, más maravillosa y más espléndida que todas las que la han precedido.

El que un hombre muera por una causa, no significa que ésta sea verdadera.

No hacer absolutamente nada, es el empeño más difícil que hay en el mundo, el más difícil y el más intelectual. Para Platón, con su pasión por la sabiduría, era la forma más noble de la energía. Para Aristóteles, con su pasión por el conocimiento, era también la forma más noble de la energía. Y a esto fue a lo que la pasión por la santidad llevó al santo y al místico de los tiempos medievales.

Es muy fácil convertir a los demás. Lo difícil es convertirse a sí mismo.

El placer es el testimonio de la Naturaleza, su signo de aprobación. Cuando somos felices, somos buenos; pero, cuando somos buenos, no siempre somos felices.

Rara vez la verdad es pura, y nunca sencilla. La vida moderna resultaría muy aburrida, y la literatura moderna enteramente imposible.

El cinismo es simplemente el arte de ver las cosas como son en lugar de verlas como deberían ser.

Lo único horrible que hay en el mundo es el hastío. Este es el único pecado sin remisión.

Un hombre que predica moral es por regla general un hipócrita, y una mujer que predica moral es, invariablemente, fea.











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