Braulio Arenas: Poemas
LA SILENCIOSA
Te hablo. No estás. La noche.
No quiero convencerme de la noche.
No estás. La noche. Te hablo.
Sólo la noche en torno.
En torno. Y un silencio.
Un silencio que dice que eres tú.
Te hablo. No me respondes.
La noche. Y un silencio.
Te hablo. Son las estrellas.
No estás. Te hablo. La noche.
Por mucho tiempo en torno.
No quiero convencerme. Y en silencio.
Te hablo. La noche en torno.
Las estrellas.
Y un silencio que dice que eres tú.
Y un tú que dices que eres un silencio.
No quiero convencerme de tu muerte.
No quiero convencerme. Las estrellas.
Y tanto tiempo en torno.
Tanta noche.
Tanto sollozo para tanto tiempo.
DETALLES
Ellos se convidaban para reír,
para hablar del pasado,
para conocer la vida en todos sus detalles,
y en efecto muchas veces lograban sonreír,
lograban sacar algunas palabras de sus labios,
resecos por la tierra, partidos por el sol,
y hasta era posible que sintieran piedad por ellos mismos,
todo esto de un modo suave, con paseos lentos en torno de una plaza,
con intercambios de opinión, de rabia, de tabaco,
con una manía de tratarse de usted,
cuando no para detenerse en el bar de la esquina,
ese que fue demolido el año 37,
sólo un par de cervezas,
mientras una muchacha se obstinaba en leerles
algunas pocas líneas de sus manos,
todos reconcentrados en su idea,
con un perdón voy a tomar la juventud
como quien toma el último tranvía de la noche,
¿y para qué, señor?
para conocer la muerte en todos sus detalles.
PLAZA DE PROVINCIA
Esa nube superflua de tan triste memoria
se hace presente en forma naranja,
sobre el escaparate yacía un lobo blanco,
más allá se obstinan los canutos
de convencerme, a gritos, de un Dios terrible y viejo.
La plaza no era más que esa muchacha
que discurría, loca, en bicicleta,
que un pueblo de gorriones cuyo rey es el pan,
con sueños que se transan en torno al monumento
del político célebre cuyo nombre olvidamos.
No era más que ese día oscuro antes de tiempo,
que mascullar en contra del frío y la pobreza,
que ese placer tan súbito de encontrarse a sí mismo
paseando por la plaza, de aquí, d arriba abajo,
como un torpe gorrión, mascando el pan del mundo.
Te hablo. No estás. La noche.
No quiero convencerme de la noche.
No estás. La noche. Te hablo.
Sólo la noche en torno.
En torno. Y un silencio.
Un silencio que dice que eres tú.
Te hablo. No me respondes.
La noche. Y un silencio.
Te hablo. Son las estrellas.
No estás. Te hablo. La noche.
Por mucho tiempo en torno.
No quiero convencerme. Y en silencio.
Te hablo. La noche en torno.
Las estrellas.
Y un silencio que dice que eres tú.
Y un tú que dices que eres un silencio.
No quiero convencerme de tu muerte.
No quiero convencerme. Las estrellas.
Y tanto tiempo en torno.
Tanta noche.
Tanto sollozo para tanto tiempo.
DETALLES
Ellos se convidaban para reír,
para hablar del pasado,
para conocer la vida en todos sus detalles,
y en efecto muchas veces lograban sonreír,
lograban sacar algunas palabras de sus labios,
resecos por la tierra, partidos por el sol,
y hasta era posible que sintieran piedad por ellos mismos,
todo esto de un modo suave, con paseos lentos en torno de una plaza,
con intercambios de opinión, de rabia, de tabaco,
con una manía de tratarse de usted,
cuando no para detenerse en el bar de la esquina,
ese que fue demolido el año 37,
sólo un par de cervezas,
mientras una muchacha se obstinaba en leerles
algunas pocas líneas de sus manos,
todos reconcentrados en su idea,
con un perdón voy a tomar la juventud
como quien toma el último tranvía de la noche,
¿y para qué, señor?
para conocer la muerte en todos sus detalles.
PLAZA DE PROVINCIA
Para Juvencio Valle
Esa nube superflua de tan triste memoria
se hace presente en forma naranja,
sobre el escaparate yacía un lobo blanco,
más allá se obstinan los canutos
de convencerme, a gritos, de un Dios terrible y viejo.
La plaza no era más que esa muchacha
que discurría, loca, en bicicleta,
que un pueblo de gorriones cuyo rey es el pan,
con sueños que se transan en torno al monumento
del político célebre cuyo nombre olvidamos.
No era más que ese día oscuro antes de tiempo,
que mascullar en contra del frío y la pobreza,
que ese placer tan súbito de encontrarse a sí mismo
paseando por la plaza, de aquí, d arriba abajo,
como un torpe gorrión, mascando el pan del mundo.
comentarios:
22:43
nesecito el poemA EL PAN de braulio arenas
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