antonio porchia
El hombre es aire y para ser un punto en el aire necesita caer.
El dolor no nos sigue; camina adelante.
A veces, de noche, enciendo una luz, para no ver.
Veía yo un hombre muerto. Y yo era pequeño, pequeño, pequeño… ¡Dios mío, qué grande es un hombre muerto!
Una cosa bella es dos cosas: bello y cosa. Y las dos cosas nunca se dan juntas.
Soy un habitante, pero ¿de dónde?
Hace mucho que no pido nada al cielo y aún no han bajado mis brazos.
Otra vez quisiera nada. Ni una madre quisiera otra vez.
Yo también tuve un verano y me quemé en su nombre.
Te deben la vida y una caja de fósforos y quieren pagarte la caja de fósforos, porque no quieren deberte una caja de fósforos.
No, no es nada, nada. Es sólo dolor.
Palabras que me dijeron en otros tiempos, las oigo hoy.
Nada más que un infinito de esperas y el fin de un infinito de esperas. Nada más.
Mi nombre, más que llamarme, me recuerda mi nombre.
A veces necesito la luz de un fósforo para alumbrar las estrellas.
Quien ha hecho mil cosas y quien no ha hecho ninguna, sienten iguales deseos: hacer una cosa.
Una flor y un infinito de puñales. Y sólo una flor mata. Está de más un infinito de puñales.
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