jacques prevert

jacques prevert

jacques prevert

JOVEN LEON ENJAULADO

Cautivo, un león joven crecía y mientras más crecía más corpulentos se tornaban los barrotes de su jaula, por lo menos era lo que el joven león creía…
En realidad, se le cambiaba de jaula durante el sueño. Algunas veces, unos hombres venían y le echaban polvo en los ojos, otros le daban bastonazos en la cabeza, y él pensaba: "Son malvados y bestias, pero podrían serlo más todavía; ellos han matado a mi padre, han matado a mi madre, han matado a mis hermanos, un día seguramente me matarán, ¿qué es lo que esperan?"
Y él esperaba también.
Y no pasaba nada.
Un buen día: novedades… Los mozos de la casa de fieras colocan bancos frente a la jaula, visitantes entran y se instalan.
Curioso, el león los observa.
Los visitantes están sentados… parecen esperar algo… un contralor viene para ver si todos tienen sus entradas… hay una disputa, un señor diminuto se ha colocado en la primera fila, no tiene entrada… entonces el contralor le expulsa a puntapiés… todos los demás aplauden.
El león encuentra que esto es muy divertido, y cree que los hombres se han tornado más gentiles, y que vienen, de pasada, simplemente para contemplarlo.
"Hace diez minutos que están aquí -piensa- y ninguno me ha maltratado, es excepcional, me hacen una visita con toda simplicidad, quisiera hacer algo por ellos…"
Pero la puerta de la jaula se abre bruscamente y un hombre aparece aullando:
-¡Vamos, Sultán, salta!
Y el león se llena de una legítima inquietud, puesto que jamás había visto a un domador.
El domador tiene una silla en la mano, golpea con la silla los barrotes de la jaula, la cabeza del león, todo el mismo tiempo, una pata de la silla se rompe, el hombre suelta la silla y, sacando de su bolsillo un gran revólver, se pone a disparar al aire.
-¡Cómo! -se dice el león-, ¿de qué se trata?
Apenas recibo visitas, aparece un loco, un energúmeno que entra sin golpear, que quiebra los muebles y que le dispara a mis invitados, ¡qué incorrección más grande!
Y saltando sobre el domador, empieza a devorarle, más bien por deseos de poner un poco de orden que por simple glotonería…
Algunos de los espectadores se desmayan, la mayoría se escapa, los restantes se precipitan sobre la jaula y sacan al domador por los pies, no se sabe claramente porqué, pero la confusión es la confusión, ¿no es cierto?
El león no comprende nada, sus invitados le dan paraguazos, es un alboroto horrible.
Sólo, un inglés permanece sentado en su rincón, y repite: "Yo lo había previsto, esto tenía que suceder, hace diez años que lo vengo diciendo…"
Entonces, todos los demás se vuelven contra él, y le gritan:
-¿Qué es lo que dice?... Esto que sucede ha sido por su culpa, cochino extranjero, ¿por lo menos ha pagado su entrada?
Y he aquí que el inglés recibe también sus paraguazos.
-¡También para él ha sido un mal día! -piensa el león.

0 comentarios: