art buchwald
LA ANSIEDAD ES EL MEJOR CONSEJERO
¿Se le ha ocurrido a usted pensar alguna vez por qué los periódicos, la radio y la televisión están siempre brincando de una crisis a la otra en sus noticias? Uno podría pensar que tiene algo que ver con las noticias en sí, pero corre el riesgo de equivocarse de medio a medio.
Todas las informaciones al respecto están controladas, en este país, por una organización llamada Consejo Para el Progreso de las Ansiedades. El otro día visité su cuartel general, que está en una casa de piedra parduzca, sin número, en las afueras de Princenton; con gran sorpresa mía el secretario ejecutivo declaró:
-Esta organización fue fundada justamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando describimos que la gente se estaba tornando demasiada confiada y revelaba alarmante apatía con respecto a las hechos mundiales. Entonces decidimos que teníamos que arreglar las noticias de modo que el público tuviera siempre algo de qué preocuparse.
-¿Cómo lo hacen?
-Tenemos un numero personal de investigaciones encargado de buscar constantemente nuevas crisis y temores para inquietar a la gente.
Unos minutos después doce hombres solemnes, con legajos en sus manos, se sentaban alrededor de una mesa de conferencias. Yo me quedé por ahí cerca, atento. El secretario comenzó.
-Wallin, ¿qué tiene que informar usted?
-Señor, sé que la situación vietnamita ya no excita a la gente, pero tal vez la actual ofensiva podría prepararla otra vez…
Un hombre llamado Simón estuvo en desacuerdo:
-La gente ya está cansada de tanto Vietnam; creo que debemos continuar con Berlín. Eso tiene cierto aire atemorizador, no sólo por miedo a los rusos y los alemanes orientales, sino también debido a los estudiantes de Alemania occidental.
Otro, Richman, saltó:
-¿Cree usted realmente que alguien se preocupe por Berlín? Pienso que debemos seguir con la crisis en el Medio Oriente; eso es lo único que tiene poder para quitar el sueño.
-Pero hemos tenido ese tema por varios días. ¿Por qué no volvemos a los disturbios raciales? Eso siempre produce ansiedad en los norteamericanos -intervino un tal Kalchein-.
Otro, Baker, negó:
- No exageremos la cuestión racial. La necesitamos para un día malo; creo que debemos tratar la revuelta estudiantil, porque es lo que menos entiende la gente. Tenemos muy buenas fotografías del colegio de San Francisco.
Volvió a decir el secretario:
-Para pura ansiedad, nada mejor que la nieve en Nueva York. ¿No tenemos nada comparable para el futuro?
-Hay un huracán formándose cerca de las Bahamas, pero eso es demasiado regional.
-¿Y qué pasa con De Gaulle?
-Es terrorífico; pero creo que necesitamos algo más fresco.
-Si siquiera pudiera reproducirse la alarma sobre la gripe de Honk Kong…
Entonces le dije al secretario:
-Ya entiendo cómo trabajan ustedes, pero ¿de dónde obtienen los fondos para operar?
-Somos apoyados principalmente por los fabricantes de aspirinas; pero a veces obtenemos ayuda de la industria del alcohol también.
Todas las informaciones al respecto están controladas, en este país, por una organización llamada Consejo Para el Progreso de las Ansiedades. El otro día visité su cuartel general, que está en una casa de piedra parduzca, sin número, en las afueras de Princenton; con gran sorpresa mía el secretario ejecutivo declaró:
-Esta organización fue fundada justamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando describimos que la gente se estaba tornando demasiada confiada y revelaba alarmante apatía con respecto a las hechos mundiales. Entonces decidimos que teníamos que arreglar las noticias de modo que el público tuviera siempre algo de qué preocuparse.
-¿Cómo lo hacen?
-Tenemos un numero personal de investigaciones encargado de buscar constantemente nuevas crisis y temores para inquietar a la gente.
Unos minutos después doce hombres solemnes, con legajos en sus manos, se sentaban alrededor de una mesa de conferencias. Yo me quedé por ahí cerca, atento. El secretario comenzó.
-Wallin, ¿qué tiene que informar usted?
-Señor, sé que la situación vietnamita ya no excita a la gente, pero tal vez la actual ofensiva podría prepararla otra vez…
Un hombre llamado Simón estuvo en desacuerdo:
-La gente ya está cansada de tanto Vietnam; creo que debemos continuar con Berlín. Eso tiene cierto aire atemorizador, no sólo por miedo a los rusos y los alemanes orientales, sino también debido a los estudiantes de Alemania occidental.
Otro, Richman, saltó:
-¿Cree usted realmente que alguien se preocupe por Berlín? Pienso que debemos seguir con la crisis en el Medio Oriente; eso es lo único que tiene poder para quitar el sueño.
-Pero hemos tenido ese tema por varios días. ¿Por qué no volvemos a los disturbios raciales? Eso siempre produce ansiedad en los norteamericanos -intervino un tal Kalchein-.
Otro, Baker, negó:
- No exageremos la cuestión racial. La necesitamos para un día malo; creo que debemos tratar la revuelta estudiantil, porque es lo que menos entiende la gente. Tenemos muy buenas fotografías del colegio de San Francisco.
Volvió a decir el secretario:
-Para pura ansiedad, nada mejor que la nieve en Nueva York. ¿No tenemos nada comparable para el futuro?
-Hay un huracán formándose cerca de las Bahamas, pero eso es demasiado regional.
-¿Y qué pasa con De Gaulle?
-Es terrorífico; pero creo que necesitamos algo más fresco.
-Si siquiera pudiera reproducirse la alarma sobre la gripe de Honk Kong…
Entonces le dije al secretario:
-Ya entiendo cómo trabajan ustedes, pero ¿de dónde obtienen los fondos para operar?
-Somos apoyados principalmente por los fabricantes de aspirinas; pero a veces obtenemos ayuda de la industria del alcohol también.
comentarios:
12:39
si el miedo colectivo no fuera algo tan preciado a nuestros días grises, creo q reiría..
el Dr. Benway no había soñado tamaña paranoia, solo el departamento de estado norteamericano fue capaz..
por mi parte, sigo prefiriendo el maravilloso mito colectivo surrealista q irrumpe sobre los días..
saludos!
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