elliot fried
POR QUÉ QUIERO SER EL PRÓXIMO POETA LAUREADO
Quiero jugar con una pipa en la mano y hacer cara
de gran intelectual,
quitándome una basurita de mi manga de tweed
mirar el espacio, pensar en cosas que son tan pesadas
que se suman en el piso. Quiero tener un perro severo
con pelo descolorido de seda
que requiera de cuidado continuo.
Quiero una mujer frágil y consuntiva,
nada más un poco trastornada, esperándome
pacientemente en un cuarto oscuro a que llegue a casa
después de un día arduo, lanzando becas del Guggenheim
y el Ford Foundation a la fina alfombra.
Quiero escribir cuartetos para lectores sensitivos.
Quiero que las viejitas me sirvan sándwiches delgados
y sin orillas en charolas de plata… Quiero té oolong.
Quiero sufrir exquisitamente al escribir
sobre cosas modestas: una vaca sobre una colina
esponjada, un atardecer de gasa pesada
una gaviota flotando en la niebla.
Pero más que nada, Richard Wilbur, quiero que mueras
rápido aunque no necesariamente sin dolor,
atravesado, posiblemente por las espinas de un rosal
o prendido por u n camión Mack del color del humo
otoñal, o ahogado por un sándwich sin orillas.
¿Me entiendes?
ALMAS
De chico, pensaba que el alma era como una mancha
gelatinosa
del tamaño de un hot cake. Si no lo cuidabas,
se hacía gris como la ropa de los niños
que tienen mamás que no usaban detergente. Ahora me parece
que el alma es como un anguila, floja, lenta,
a igual que la anguila, tienes que cuidar el alma,
darle de comer, bañarla, y como toda anguila, al alma
le sale una espuma blanca si está bajo presión. ¿Y cuando se
encuentran dos almas? Imagínate dos almas entrelazándose
de manera compacta, como en un nudo de doble lazo,
moviéndose como una hilera de bailarinas decrépitas de
vaudeville.
LONG BEACH
Long Beach, he vivido contigo por veinte años
y ahora estoy aburrido…
Conozco el ritmo staccato de tus semáforos,
la textura abollada de tus calles.
Me he parado en los balcones angostos de tus condos,
como capitán perchado en su proa, mirando fijamente
la inmensa mar de teja barnizada.
He visto los bulldozers comer gasolinerías y escupir
tiras de centros comerciales con tiendas de donas
coreanas llamadas Granny`s.
He notado tu vistoso tejido azul de pandillas de chicanos, la
varicosis de una ciudad que envejece, pulsando en las
débiles paredes de estuco.
El Pike es un estacionamiento. Sears es un estacionamiento,
y el centro comercial nuevo está habitado por
maniáticos empuñando hachas que buscan gangas.
Long Beach me ha corrido del parque de Recreación los
Guetto Blasters.
Un camión cargado con diez toneladas de mangos de la India
me sacó de San Diego Freeway llegando a Bellflower.
Al anochecer, te enfermas de tu propia hediondez,
vomitas trozos angulares de muchos colores,
y por las mañanas, te da hambre, y te lo chupas otra vez.
Long Beach, dime, ¿de verdad cuántos restaurantes necesitas
con meseros que se llamen Vic?
¿Por qué cuando voy por la Broadway no puedo dar vuelta a
la izquierda en Pine? ¿Es pedir demasiado?
Long Beach, ¿cuándo te vas a calmar un poco? ¿Cuándo vas
a dejar que el avión Spruce Goose abra sus alas y se
aleje y que el barco Queen Mary desancle y se retire
navegando al mar?
Long Beach, no te entiendo. Pensé que tú y yo teníamos una
Relación especia. ¿De verdad quieres que me vaya
a Sacramento o a San Luis Obispo como mis amigos?
Long Beach ¡ésta es tu última oportunidad! ¡Compórtate!
Te lo digo en serio.
Extrañaría mucho estar parado en Signal Hill,
viendo como la tierra se hunde en el mar,
los atardeceres color rojo sangre barrenados de smog
y las bombas de petróleo brillando silenciosas
bajo una luna esplendorosa.
Traducción de Juan Hernández-Senter
5 comentarios:
23:13
excelente blog!
suerte!
12:56
ya tienes un link en mi blog
19:00
Te zarpas loco, pero que loco , me vas a volar la cabeza ,afloja
09:19
gracias
17:33
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