Teresa Wilms Montt
Inmaculada Decepción muestra algunos fragmentos de su Diario.
DIARIO II
1915
En esta época, el año pasado estaba yo en Iquique. Podré decir que ha sido el tiempo en que he gozado de mayor libertad.
Fue una época simpática y desgraciada.
Vivíamos en un hotel de mala muerte, pero el mejor del puerto, rodeado de toda clase de hombres, extranjeros y chilenos, comerciantes, médicos, periodistas, literatos, poetas, etcétera. Una vie de boheme, más o menos.
La noche era para charlar, el día para dormir, la tarde para escribir.
Yo era la única del sexo femenino en aquellas reuniones y así era demasiado consentida, pues todo me lo celebraban. Yo abusaba del licor, de los cigarrillos, del éter, etc, etc. También me gustaba ideas anarquistas y hablaba con el mayor desparpajo de la religión (en contra), y participaba de las ideas de la masonería. Escribía para los diarios, daba conciertos. Mis visitas eran a los hospitales, a las imprentas, acompañada de una tropa de médicos pijes y de pijes sin oficio, que me adulaban por las nubes.
Entré de lleno a esa vida que no conocía y que me era interesantísima.
Adquirí gustos poco correctos pero agradables y para ser una mujer poco vulgar, con una aureola novelesca. Todo el mundo me quería.
Nuestras noches eran alegres y sentimentales, se declamaba y se tocaba la guitarra.
Se hablaba de Azorín, de Sócrates, de Rouge de Lisle, de Baudelaire, etc, y en esos temas, llegaba el día, y el sueño.
El poeta Silva (Víctor DomingoSilva), que era el sobresaliente en nuestras reuniones, me hacía versos delicados y pasionales, yo los recitaba después, con todo mi arte para emocionarlo.
Es cierto, mi temporada (tres años en el Norte) constituyó una gran experiencia... Alí aprendí a vivir la verdadera vida. Conocí lo que es para las mujeres de mi clase un misterio, la verdadera miseria material y moral; los corazones y las pasiones bajas, mezquinas y grandes, los vicios... Y todo lo que conoce un hombre. Mi alma salió pura de la prueba, pero asqueada y con un fondo de amargura eterna.
Mi opinión sobre las mujeres es tristísima y muchas veces me avergüenzo de ser mujer... Sin ser malas, lo aparentan, son débiles, orgullosas, profundamente estúpidas y vanas. ¡Son animales de costumbre!
Los hombres, son malos de veras, viciosos, insensibles y egoístas. Son incapaces de un sentimiento delicado, que no sea para ellos mismos; pero son superiores... Cuando los veo elegantísimos, irreprochables, diviso a través de su indumentaria al mono, a la bestia carnívora, hambrienta y lujuriosa.
Mi padre (Guillermo Wilms Brieba) manda advertir que si salgo de este convento no cuente con nada de lo que él me da para vivir: se me dan todas las facilidades, para que yo, desesperada, cometa una incorrección y me vaya contigo, Jean!
No quiero que mi amado, que mi ídolo, me desprecie; renuncio a él! Y hago el sacrificio de quedarme en este convento para probarle que mi amor es inmenso y puro, y que yo deseo, ser amada y estimada como una mujer de bien.
Y a estos inhumanos cobardes sin entrañas los aplastaré con mi conducta. Han querido hacer de mí una pervertida y se encontraron con que puedo darles lección de nobleza. Renunciar a Jean me costará la vida; lo siento porque él estáadherido a mí como mi propio corazón, pero quiero que él no sufra una desilusión de la mujer que ha querido y que ha imaginado superior!...
Creo en Dios y creo en ti, Jean. Sé que ambos comprenderán mi conducta y mi sacrificio.
Mon Jean, idole de ma vie!
Aquí están tus cartas extendidas bajo la caricia de mis ojos. Las estoy bebiendo una por una, saboreando en ellas tu cariño. El único cariño que tengo en la vida!...
Te prometo mucho amor y una abnegación a jamais!
He dormido mal, muchas pesadillas y sobresaltos. Los zancudos, músicos infatigables, me hicieron su auditorio durante seis horas.
Los ingleses, franceses, rusos, austríacos, serbios, italianos, etc, etc, han librado una sangrienta batalla en el fuerte de Vichoffits, y a mí me ha tocado una bala con tan mala suerte que me tiene frita.
Tengo hambre. Con profunda pena, mis ojos miran el lánguido desayuno, natación de moscas, y no me atrevo a mandar al estómago, lo que ha sido baño de tan poco aseadas doncellas.
Las galletas parecen suelas de botas militares, menos mal me las como; pero a la mantequilla no me le atrevo; creo que no tendré la resistencia como un cañón de escopeta.
El anisette murió hace ya días, e hizo su tumba en la ambarina ánfora de Paul, y en la menos ambarina de Tejita.
El cognac marca "Tigre" saca las uñas ferozmente y deja huellas. Las reverendas religiosas tienen buen ojo (sobre todo para estas cosas) y pueden hacer comentarios poco chic.
Miro al espejo mi cara de gato flaco de pelo romano (pintado horroroso), y me da furia de verme tan fea. Los ojos ya no tienen brillo; sus dos globos azules empañados, donde se conoce el abandono en que viven. Cansados de mirar lo mismoy de llorar., guardan la apariencia de una ruina lastimosa. Mis ojos no tienen luz propia; necesitan como la Tierra de la luz del sol, los rayos de los ojos tuyos; ojos de oro animadores que les dan vida y calor.
¿Qué he hecho hoy? Nada, nada y nada. No he pensado en Vicente ni en mis hijas; he estado embrutecida, tendida sobre la cama, mirando el techo, con la mente vacía...
Me vengo a charlar con mi confidente creyendo despertar la imaginación pero en vano. No puedo desarrollar una idea y mi estado físico es el de un animal rendido de caminar.
Un diario me impuso de mi madre, que está muy enferma. Esta noticia no me ha inmutado, como si se tratara de una extraña. Estoy perdiendo un poco el corazón y la sensibilidad.
No tengo sueño pero me voy a la cama; antes destaparé mi última botella de cognac para dormir siquiera.
Vida imbécil de animal degenerada, infame! ¡Me está perdiendo todas mis energías, aquí toda mi alma! Vamos emborrachándonos hasta adquirir otro vicio, y después morir.
Las mujeres somos vehementes, y por eso inconstantes.
El hombre es mil veces mejor organizado; ellos esperan... Cuando un ser femenino desea una cosa vive, agoniza, muere por conseguirla! Y en su cabeza no hay otro pensamiento. Cuando lo consiguen vienen casi inmediatamente el hastío y el desencanto! Nosotras somos locas insaciables de ideales, y uno tras otro, sin descanso ni tregua hasta que la vejez pone término al fuego de la imaginación y de la fantasía...
La mañana está preciosa. Su frescura ha calmado mis nervios, quebrados por el insomnio.
Fui al jardín cuando el sol comenzaba a bostezar para levantarse: estaba todavía el suelo brillante con las perlas del rocío que había llorado la noche. Recogí un ramito de flores olorosas y después de dar unas cuantas vueltas, acariciando los gatos que dormían tendidos por allí, me volví a mi celda para rezar y escribir. Y aquí estoy.
Recién se levantan las monjas a su tarea: las oigo afanarse en el corredor y en la cocina, ágiles, rebosantes de vida y de la santa tranquilidad que les da Dios.
Anoche no pude cerrar los ojos; estuve nerviosísima, triste, con deseos de arrancarme al corredor para respirar aire puro. Prendí la vela a las dos de la madrugada y me puse a leer medicina hasta las cuatro y cuarto, hora en que bajé al jardín a medio vestir. Como de costumbre, mis pensamientos de anoche eran para Vicho. La hora, mi soledad, el estado de mi espíritu, hacían que lo recordase intensamente con ese delirio que me toma a veces, y me deja extenuada. Su retrato que está siempre bajo mi almohada cuando me retiro a la cama, fue anoche mi confidente. Hablé con él como si pudiera oírme, le dije las más suaves ternezas, los términos más agitadores que brotaban de mi corazón
Mi pasión es fatal e indomable. Inútiles son las secretas luchas de mi espíritu por dominarla. Ella triunfa de mí y me hace sentir su mordedura con toda la fuerza que ha adquirido en mi propio corazón.
Soy una pobre mujer débil e incapaz. No quiero pensar en él y me convenzo de que el no querer mío es querer más, y me desespero de mi impotencia para vencerme.
El recuerdo de mi Jean no me deja un instante, lo llevo dentro de mi alma como el ser espiritual de ella misma. Lo amo mucho, profunda, inmensamente, pero en mí algo ha muerto... Una cuerda se ha roto, una fibra se ha trizado.
Rezo y espero en Dios, pero nada para la tierra; mucho, mucho para el más allá y...
¡Mis hijas! Mis purísimas criaturas de las cuales son tan indignas y despiadada madre. ellas que llevan la savia de mi ser, algo o todo de mi corazón! Las recuerdo, pero en mí hay algo más poderoso que la poderosa voz del amor materno, el amor a Jean! Imploro al cielo su bendición de ellas, y para mi la muerte si mi deshonra ha de hacerlas desgraciadas. En esta noche apacible y dulcemente triste, me parece que mis ruegos llegan más intensos y fervorosos a Dios. Llevan todo el dolor de mi miseria, y la cariñosa esperanza del perdón!
Gustavo:
Si Ud. de acuerdo con mi familia y la suya, y sin que pueda originarles más tarde remordimientos de conciencia, estiman que mi deber es hacerme pasar por loca, teniendo mis facultades mentales mejores que nunca, no tendréinconveniente en pedir un certificado a uno de los tantos médicos de orates que llegan a este monasterio.
Aun más, y por infinito amor a mis hijas, si cree Ud. que con mi vida puede salvar su reputación, y con ella el nombre que heredarán, aquí la tiene a su disposición y con todo gusto
Thérese
No puedo estampar en mis páginas lo que siento.
Ayer me alejé de ellas por estar bajo la influencia de sedantes.
Hoy mi cabeza está bien pero mi alma ha desaparecido. En su sitio queda una piedra venenosa de reptíl ávido de venganza, un gusano vil que no puede más que arrastrarse.
El amor de mis hijas que debía enaltecerme, me hace descender hasta el más inmundo precipicio.
Me voy para no volver jamás. Iré donde no pueda perseguirme el dolor y desengaño de mi Vicente. Jamás pensé, ni en el delirio inmenso de mi dolor, que nuestro amor tendría un fin así. Mi pluma tiembla en la mano de rubor, mi corazón llora con el llanto de un criminal cobarde ante el patíbulo. No sé de mi existencia más que por un profundo sentimiento de hastío. ¡Sí, me voy. Ya no espero nada! Seré un autómata, seré una miserable ruina ambulante, seré una maldición viva.
Llegué a New York. Fui tomada prisionera en el vapor. Cuatro detectives estuvieron guardándome. No me dejaron desembarcar y me encerraron con llave en el camarote... por graves sospechas de espionaje al servicio alemán.
Estupefacta, apenas me lo puedo explicar.
El día 4, a causa de la primera letra de mi apellido, fui la última en desfilar ante la prsencia de un empleado que acompañado detectives y oficiales revisaba los pasaportes.
Al leer mi nombre el representante de la autoridad yanki me miró de la cabeza a los pies, y sin hacerme pregunta alguna, ordenó en voz alta a un subalterno que me acompañara en calidad de detenida.
¡Me muero! Al decirlo no experimento emoción alguna, por el contrario, me inclino curiosamente a contemplar el hecho como si se tratase de un desconocido.
Si tuviera la capacidad de estudiar el fenómeno, podría asegurar que es mi conciencia la que ha desaparecido debilitando mis sensaciones corporales, hasta hacerme creer que el cuerpo sólo vive por recuerdo.
No hay médico en el mundo que diagnostique mi mal; histeria, dicen unos, otros hiperestesia. Palabras, palabras, ellas abundan en la ciencia.
Al escribir estas páginas una fuerza sobrenatural me ordena que imprima en ellas un nombre. ¡No, no lo diré, me da miedo!
Cuando aparece este nombre en mi círculo nebulosos, se levantan mis manos con lentitud profética y fulguran bajo la noche con estremecimientos sagrados.
¿Me muero estando ya muerta, o será mi vida muerte eterna...?
Extraño mal que me roe, sin herir el cuerpo va cavando subterráneos en el interior con garras imperceptibles y suave.
¡Me muero!
Quiero reposar en la tierra solamente envuelta en una sábana o si es posible en un pedazo de tierra de la fosa común...
Dejo a mis hijas Elisa y Sylvia todas mis buenas intenciones, es lo único que poseo y mi único tesoro.
Fue una época simpática y desgraciada.
Vivíamos en un hotel de mala muerte, pero el mejor del puerto, rodeado de toda clase de hombres, extranjeros y chilenos, comerciantes, médicos, periodistas, literatos, poetas, etcétera. Una vie de boheme, más o menos.
La noche era para charlar, el día para dormir, la tarde para escribir.
Yo era la única del sexo femenino en aquellas reuniones y así era demasiado consentida, pues todo me lo celebraban. Yo abusaba del licor, de los cigarrillos, del éter, etc, etc. También me gustaba ideas anarquistas y hablaba con el mayor desparpajo de la religión (en contra), y participaba de las ideas de la masonería. Escribía para los diarios, daba conciertos. Mis visitas eran a los hospitales, a las imprentas, acompañada de una tropa de médicos pijes y de pijes sin oficio, que me adulaban por las nubes.
Entré de lleno a esa vida que no conocía y que me era interesantísima.
Adquirí gustos poco correctos pero agradables y para ser una mujer poco vulgar, con una aureola novelesca. Todo el mundo me quería.
Nuestras noches eran alegres y sentimentales, se declamaba y se tocaba la guitarra.
Se hablaba de Azorín, de Sócrates, de Rouge de Lisle, de Baudelaire, etc, y en esos temas, llegaba el día, y el sueño.
El poeta Silva (Víctor DomingoSilva), que era el sobresaliente en nuestras reuniones, me hacía versos delicados y pasionales, yo los recitaba después, con todo mi arte para emocionarlo.
Es cierto, mi temporada (tres años en el Norte) constituyó una gran experiencia... Alí aprendí a vivir la verdadera vida. Conocí lo que es para las mujeres de mi clase un misterio, la verdadera miseria material y moral; los corazones y las pasiones bajas, mezquinas y grandes, los vicios... Y todo lo que conoce un hombre. Mi alma salió pura de la prueba, pero asqueada y con un fondo de amargura eterna.
Mi opinión sobre las mujeres es tristísima y muchas veces me avergüenzo de ser mujer... Sin ser malas, lo aparentan, son débiles, orgullosas, profundamente estúpidas y vanas. ¡Son animales de costumbre!
Los hombres, son malos de veras, viciosos, insensibles y egoístas. Son incapaces de un sentimiento delicado, que no sea para ellos mismos; pero son superiores... Cuando los veo elegantísimos, irreprochables, diviso a través de su indumentaria al mono, a la bestia carnívora, hambrienta y lujuriosa.
Sábado, 13 Nov. (1915)
Mi padre (Guillermo Wilms Brieba) manda advertir que si salgo de este convento no cuente con nada de lo que él me da para vivir: se me dan todas las facilidades, para que yo, desesperada, cometa una incorrección y me vaya contigo, Jean!
No quiero que mi amado, que mi ídolo, me desprecie; renuncio a él! Y hago el sacrificio de quedarme en este convento para probarle que mi amor es inmenso y puro, y que yo deseo, ser amada y estimada como una mujer de bien.
Y a estos inhumanos cobardes sin entrañas los aplastaré con mi conducta. Han querido hacer de mí una pervertida y se encontraron con que puedo darles lección de nobleza. Renunciar a Jean me costará la vida; lo siento porque él estáadherido a mí como mi propio corazón, pero quiero que él no sufra una desilusión de la mujer que ha querido y que ha imaginado superior!...
Creo en Dios y creo en ti, Jean. Sé que ambos comprenderán mi conducta y mi sacrificio.
Miércoles 12 (enero 1916)
Mon Jean, idole de ma vie!
Aquí están tus cartas extendidas bajo la caricia de mis ojos. Las estoy bebiendo una por una, saboreando en ellas tu cariño. El único cariño que tengo en la vida!...
Te prometo mucho amor y una abnegación a jamais!
Sábado 15 (enero 1916)
He dormido mal, muchas pesadillas y sobresaltos. Los zancudos, músicos infatigables, me hicieron su auditorio durante seis horas.
Los ingleses, franceses, rusos, austríacos, serbios, italianos, etc, etc, han librado una sangrienta batalla en el fuerte de Vichoffits, y a mí me ha tocado una bala con tan mala suerte que me tiene frita.
Tengo hambre. Con profunda pena, mis ojos miran el lánguido desayuno, natación de moscas, y no me atrevo a mandar al estómago, lo que ha sido baño de tan poco aseadas doncellas.
Las galletas parecen suelas de botas militares, menos mal me las como; pero a la mantequilla no me le atrevo; creo que no tendré la resistencia como un cañón de escopeta.
El anisette murió hace ya días, e hizo su tumba en la ambarina ánfora de Paul, y en la menos ambarina de Tejita.
El cognac marca "Tigre" saca las uñas ferozmente y deja huellas. Las reverendas religiosas tienen buen ojo (sobre todo para estas cosas) y pueden hacer comentarios poco chic.
Miro al espejo mi cara de gato flaco de pelo romano (pintado horroroso), y me da furia de verme tan fea. Los ojos ya no tienen brillo; sus dos globos azules empañados, donde se conoce el abandono en que viven. Cansados de mirar lo mismoy de llorar., guardan la apariencia de una ruina lastimosa. Mis ojos no tienen luz propia; necesitan como la Tierra de la luz del sol, los rayos de los ojos tuyos; ojos de oro animadores que les dan vida y calor.
Miércoles 26 (Enero, 1916)
¿Qué he hecho hoy? Nada, nada y nada. No he pensado en Vicente ni en mis hijas; he estado embrutecida, tendida sobre la cama, mirando el techo, con la mente vacía...
Me vengo a charlar con mi confidente creyendo despertar la imaginación pero en vano. No puedo desarrollar una idea y mi estado físico es el de un animal rendido de caminar.
Un diario me impuso de mi madre, que está muy enferma. Esta noticia no me ha inmutado, como si se tratara de una extraña. Estoy perdiendo un poco el corazón y la sensibilidad.
No tengo sueño pero me voy a la cama; antes destaparé mi última botella de cognac para dormir siquiera.
Vida imbécil de animal degenerada, infame! ¡Me está perdiendo todas mis energías, aquí toda mi alma! Vamos emborrachándonos hasta adquirir otro vicio, y después morir.
Viernes 28. Enero (1916)
Las mujeres somos vehementes, y por eso inconstantes.
El hombre es mil veces mejor organizado; ellos esperan... Cuando un ser femenino desea una cosa vive, agoniza, muere por conseguirla! Y en su cabeza no hay otro pensamiento. Cuando lo consiguen vienen casi inmediatamente el hastío y el desencanto! Nosotras somos locas insaciables de ideales, y uno tras otro, sin descanso ni tregua hasta que la vejez pone término al fuego de la imaginación y de la fantasía...
Sábado 29. Enero 1916
La mañana está preciosa. Su frescura ha calmado mis nervios, quebrados por el insomnio.
Fui al jardín cuando el sol comenzaba a bostezar para levantarse: estaba todavía el suelo brillante con las perlas del rocío que había llorado la noche. Recogí un ramito de flores olorosas y después de dar unas cuantas vueltas, acariciando los gatos que dormían tendidos por allí, me volví a mi celda para rezar y escribir. Y aquí estoy.
Recién se levantan las monjas a su tarea: las oigo afanarse en el corredor y en la cocina, ágiles, rebosantes de vida y de la santa tranquilidad que les da Dios.
Anoche no pude cerrar los ojos; estuve nerviosísima, triste, con deseos de arrancarme al corredor para respirar aire puro. Prendí la vela a las dos de la madrugada y me puse a leer medicina hasta las cuatro y cuarto, hora en que bajé al jardín a medio vestir. Como de costumbre, mis pensamientos de anoche eran para Vicho. La hora, mi soledad, el estado de mi espíritu, hacían que lo recordase intensamente con ese delirio que me toma a veces, y me deja extenuada. Su retrato que está siempre bajo mi almohada cuando me retiro a la cama, fue anoche mi confidente. Hablé con él como si pudiera oírme, le dije las más suaves ternezas, los términos más agitadores que brotaban de mi corazón
Mi pasión es fatal e indomable. Inútiles son las secretas luchas de mi espíritu por dominarla. Ella triunfa de mí y me hace sentir su mordedura con toda la fuerza que ha adquirido en mi propio corazón.
Soy una pobre mujer débil e incapaz. No quiero pensar en él y me convenzo de que el no querer mío es querer más, y me desespero de mi impotencia para vencerme.
Viernes 3 de marzo (1916)
El recuerdo de mi Jean no me deja un instante, lo llevo dentro de mi alma como el ser espiritual de ella misma. Lo amo mucho, profunda, inmensamente, pero en mí algo ha muerto... Una cuerda se ha roto, una fibra se ha trizado.
Rezo y espero en Dios, pero nada para la tierra; mucho, mucho para el más allá y...
¡Mis hijas! Mis purísimas criaturas de las cuales son tan indignas y despiadada madre. ellas que llevan la savia de mi ser, algo o todo de mi corazón! Las recuerdo, pero en mí hay algo más poderoso que la poderosa voz del amor materno, el amor a Jean! Imploro al cielo su bendición de ellas, y para mi la muerte si mi deshonra ha de hacerlas desgraciadas. En esta noche apacible y dulcemente triste, me parece que mis ruegos llegan más intensos y fervorosos a Dios. Llevan todo el dolor de mi miseria, y la cariñosa esperanza del perdón!
Marzo, 17. 1916.
Gustavo:
Si Ud. de acuerdo con mi familia y la suya, y sin que pueda originarles más tarde remordimientos de conciencia, estiman que mi deber es hacerme pasar por loca, teniendo mis facultades mentales mejores que nunca, no tendréinconveniente en pedir un certificado a uno de los tantos médicos de orates que llegan a este monasterio.
Aun más, y por infinito amor a mis hijas, si cree Ud. que con mi vida puede salvar su reputación, y con ella el nombre que heredarán, aquí la tiene a su disposición y con todo gusto
Thérese
Marzo 26. Domingo
No puedo estampar en mis páginas lo que siento.
Ayer me alejé de ellas por estar bajo la influencia de sedantes.
Hoy mi cabeza está bien pero mi alma ha desaparecido. En su sitio queda una piedra venenosa de reptíl ávido de venganza, un gusano vil que no puede más que arrastrarse.
El amor de mis hijas que debía enaltecerme, me hace descender hasta el más inmundo precipicio.
Me voy para no volver jamás. Iré donde no pueda perseguirme el dolor y desengaño de mi Vicente. Jamás pensé, ni en el delirio inmenso de mi dolor, que nuestro amor tendría un fin así. Mi pluma tiembla en la mano de rubor, mi corazón llora con el llanto de un criminal cobarde ante el patíbulo. No sé de mi existencia más que por un profundo sentimiento de hastío. ¡Sí, me voy. Ya no espero nada! Seré un autómata, seré una miserable ruina ambulante, seré una maldición viva.
Enero 6, 1918. Ellis Island. New York.
Llegué a New York. Fui tomada prisionera en el vapor. Cuatro detectives estuvieron guardándome. No me dejaron desembarcar y me encerraron con llave en el camarote... por graves sospechas de espionaje al servicio alemán.
Estupefacta, apenas me lo puedo explicar.
El día 4, a causa de la primera letra de mi apellido, fui la última en desfilar ante la prsencia de un empleado que acompañado detectives y oficiales revisaba los pasaportes.
Al leer mi nombre el representante de la autoridad yanki me miró de la cabeza a los pies, y sin hacerme pregunta alguna, ordenó en voz alta a un subalterno que me acompañara en calidad de detenida.
Madrid (enero 1920)
¡Me muero! Al decirlo no experimento emoción alguna, por el contrario, me inclino curiosamente a contemplar el hecho como si se tratase de un desconocido.
Si tuviera la capacidad de estudiar el fenómeno, podría asegurar que es mi conciencia la que ha desaparecido debilitando mis sensaciones corporales, hasta hacerme creer que el cuerpo sólo vive por recuerdo.
No hay médico en el mundo que diagnostique mi mal; histeria, dicen unos, otros hiperestesia. Palabras, palabras, ellas abundan en la ciencia.
Al escribir estas páginas una fuerza sobrenatural me ordena que imprima en ellas un nombre. ¡No, no lo diré, me da miedo!
Cuando aparece este nombre en mi círculo nebulosos, se levantan mis manos con lentitud profética y fulguran bajo la noche con estremecimientos sagrados.
¿Me muero estando ya muerta, o será mi vida muerte eterna...?
Madrid
Extraño mal que me roe, sin herir el cuerpo va cavando subterráneos en el interior con garras imperceptibles y suave.
¡Me muero!
París
Quiero reposar en la tierra solamente envuelta en una sábana o si es posible en un pedazo de tierra de la fosa común...
Dejo a mis hijas Elisa y Sylvia todas mis buenas intenciones, es lo único que poseo y mi único tesoro.
21 comentarios:
21:04
Nuchas gracias por publicar esto..muchas muchas gracias!! amo a teresa wilms...no tendras algo de sarah hubner? es tan dificil de conseguir informacion y escritos de ella!
15:48
La Teresa Wilms fue victima del dìa, de la ciudad y el paìs en que naciò,de su apellido de sus ojos azules, de su sensibilidad, de sus dolores de cabeza, de su costumbre de fumar, de su costumbre por los barcos y por los hombres que intentaban traerla de vuelta al mundo, fue victima de su poesìa, de su diario, de sus pulseras, de un marido aburrido, de un amante impulsivo, fue victima de un terremoto, de paris, de nueva york, de huidobro, de buenos aires de sus zapatos finos, de sus institutrices, de sus clases de piano,de una madre de palo, de un padre de piedra, fue victima del inicio del ùltimo siglo,de las lunas que la trajeron, de su maternidad amordaza,del vuelo de los pàjaros, y de las monjas.
mmm
00:24
Gracias a ti Ursula por tu comentario, al parecer eres pariente cercana con Teresa.
Saludos.
mmm; querida amiga has escrito un maravilloso poema en honor a Teresa.
Un abrazo.
hugo
10:21
interesantísimo personaje, de verdad. Lo desconocía por completo.
11:52
"...quién podra matar a esa mujer , solo por matarla, quien podra morir por ella solo por amarla........."
escucho agua bendita de los tres mientras leo estas cartas de teresa y pienso en el mar ,en el viaje francia-chile , en los reflejos rotos de Teresa salpicando en el papel su temible cobardia : Anuarí...
...
gracias hugo una vez mas...
...
bari
00:33
teresa willms entre inspiracion y reflejo , me encanta y ultimamente a influido bastante en mi escritura.
15:58
Muchas gracisa, que manera de vivir intensamente ... aunque sin vivirla realmente.
Impresionante pedazo de mujer, con sentimientos que faltan a Gabriela.
00:02
Que puedo decir su vida me perforo el corazón me reflejo en su vida, ahora estoy casada en un matrimonío infeliz y sin capacidad de amar, y 2 hijos hermosos a los cuales cuidar. Quien sabe de estos autores. algún libro que me pueda recomendar.
14:56
desde que supe de ella ....no he dejado de pensar en su intensidad y pasion que la inundo siempre....me siento muy identificada....y puedo entender su locura desenfrenada que la llevo al total abismo ....
11:56
en pocas palabras es la mejor escritora y una viviente que en tan pocos años vivio y dejo lo suficiente como para no olvidarla jamas en mi mejor ejemplo......
13:05
Es fascinante su sencibilidad, una mujer vanguardista que nacio en una epoca dificil.
Que lindo que sea parte de nuestra historia...y es mujer!
11:42
Un bellisimo articulo, me encanto, vere de saber mas de la vida de esta mujer
Besos!
16:10
Me topé con la pelicula por casualidad, no veo en Teresa una ferviente feminista, al contrario era una mujer machista, luchando desde esa posicion... aprovechandose de su belleza extrena e interna... envalentandose, sorprendiendo, actuando como ninguna mujer se atreve... dandole la importancia a ese amor fugaz pero intenso por Jean o vicho, poniendolo a él por sobre sus hijas... admirable eres Teresa.
15:27
no sabia de su existencia,hasta una tarde gris me llevo a desear una pelicula.TERESA,su nombre,que es el mio,salto ante mis ojos;ya ven,su historia me llevo a internet y aqui estoy,conmovida,seducida por la vida de esta mujer..........
01:18
Teresa vivió la vida k muchas no se atreven a vivir por prejuicio, por kulpa, por impotencia, por negligencia, por condicionamiento dejando al alero de la societé el torrente de sus experiencias. Existen tantas mujeres k solo gustan lo askeante de la vida "perfekta", idiotamente pulkra y estertorea. Pestilente y falta de latidos y abluciones de eternidad...Se necesita ser un lo suficientemente valiente, idealista, firmemente sensoria para vivir así. La vida es un konfín de experiencias regaladas y afrontadas komo lo hizo esta gran poeta kon kien me siento plenamente identifikada.
11:27
Ufff!!!
Descubrí un escrito de ella que me llevó a buscar y descubrí su vida y su muerte.. Que intensa mujer, quizás si la ubicáramos en esta época, sería una más, pero el destino le dio la oportunidad de nacer en un comienzo de siglo lleno de cambios y revoluciones que sin duda ella fue una estrella en este apagado País, lleno de posturas arcaicas..que hombre no caería a sus pies...me incluyo.
01:52
Me fascina la valentia de teresa, en esa epoca las mujeres no tenian derecho a nada, ella solo expresaba lo que sentia , el estar casada con un hombre al que no amaba era un pecado para los demas, lo hiciste bien Teresa, descanza en paz.
16:22
Cuando la tildaron de "loca"no encontraron un diagnostico,pero creo, humildemente, que hoy la tildarìan de "trastorno bipolar"Los escritos de su Diario son desgarradores y los hay tambien delirantes.Creo que esos estados la hacìan ser especial,sensible,creativa y sufriente.De su poesìa no opino porque no se nada de poesia.
17:39
Increíble mujer!! Todas deberíamos tener esa fuerza para luchar
17:56
Mujeres! No dejen de pelear por lo que quieran, sin importar las dificultades o lo que dirán, ahora soy feliz con el hombre que amo y mis hijos
14:10
a Teresa la mataron: su ejemplo, su rebeldía, su belleza, sus vicios, no eran tolerables en una mujer. Le sacaron sus hijas, la separaron de su amor, la encerraron, no pudo seguir luchando. Es muy duro ser diferente, peligroso a veces, me da una tristeza enorme, ella merecía su vida y la vida la merecía a ella.ppp
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