Mi tío Olegario Miranda y La Fórmula
Mi tío Olegario Miranda vivió siempre en el campo. En un cerro que se llama Dorotea, en Puerto Natales. Siempre sus conversaciones giraban en torno a los animalitos, el pastoreo y la esquila. Hasta el día en que se volvió loco. En ese instante abandonó el campo. Absolutamente. A partir de allí todo cambió. Sobre su casa revoloteaban helicópteros artillados de la marina norteamericana. Portaviones apuntaban sus misiles sobre su morada. Desde los helicópteros luces potentes alumbraban día y noche sobre su cabeza. Por megáfonos lo instaban a entregar La Fórmula. Ella consistía en que el hombre, también la mujer, viviría 1000 años. Él la tenía. Eso lo sabía el presidente de U.S.A. Ellos la querían. No lo dejarían escapar.
Un día amaneció acostado con la esposa del presidente de Chile. Ella le decía que lo quería, que lo amaba. Que solamente estaba con el mandatario por una cuestión de protocolo. Yo solamente te quiero a ti Olegario, le decía. Donde tu vayas yo iré. Nada logrará separarme de ti. Nada. Quiero estar al lado tuyo y cuidarte. Envejecer juntos y vivir tranquilos en Osorno. Todo lo que debes hacer es compartir conmigo La Fórmula. Todo eso se lo decía la esposa del presidente. Y me tomaba fuerte la mano, me decía mi tío Olegario.
Fidel Castro tenía un constante diálogo con mi tío. Y vieras cómo me escucha Fidel. Hace cinco minutos antes que tú vinieras estuve con él. Quiere que yo vaya a Cuba y le entregue La Fórmula. Yo a él sí que se la daría. Pero igual no sé. No sé si Fidel después se pasa al bando contrario y se la entrega a los norteamericanos. ¿Y entonces yo qué hago? Me quedo a bolas peladas. Me decía el tío.
La última vez que lo vi me dijo que cinco mujeres amazonas llegaron a su casa. Lo sacaron de la cama. Que con ramas de olivos lo golpeaban. Él iba desnudo por la calle Esmeralda rumbo al cementerio. Las mujeres cantaban una letanía en donde nombraban La Fórmula. Los golpes eran suaves. No le dolían. Al llegar a la puerta del cementerio, él lograba escapar, las mujeres lo persseguían y no le daban alcance. Llegaba a su casa en donde lo estában esperando Isabelita y López Rega. Ellos también querían La Fórmula.
El otro día fui a su casa y toqué la puerta. No salió nadie. Es posible que haya muerto. O en una de esas todos ellos. El gobierno norteamericano, la esposa del presidente, Fidel Castro, las cinco amazonas, Isabelita y López Rega se han unido. Raptaron a mi tío y ahora poseen La Fórmula.
2 comentarios:
03:59
¡Que bueno! lo mejor. felicitaciones
11:26
Huguito tiene la fórmula,definitivamente.Ayer se dedicó a saludar a la gente del barrio que me conoce gracias a él,después vio conmigo "the devil rejects" y me dio algunos buenos consejos para una crítica que estoy haciendo hace dos meses,luego se fue a la casa de una amiga y decidió quedarse allá a pedido de dos o tres rubias de ojos entornados que me rogaban "porfis" que el muchacho se quedara.A las doce me llamó desde su celular porque acababa de disfrutar de un temblorcito a las doce de la noche y en el piso doce.Además estaba calmando a mi amiga mamá y a sus dos hijas.Viene fuerte este crío.Si no es la fórmula es algo raro.Pero es un balazo.
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