A la salud de Rosana
Ella era evidentemente la más linda del lugar. En cualquier lugar siempre habrá una que es la más linda del lugar. Y ella lo era. Pasaron veinte años y era la más fea del lugar. En cualquier lugar siempre habrá una que es la más fea del lugar. Y ella lo era. Se llamaba Rosana y la conocí cuando era la más linda y luego cuando era la más fea. Nunca hablamos hasta que un día la encontré en una fila para cobrar la jubilación. Me comentó que lo que cobraba apenas le alcanzaba para pagar sus gastos de hospital. Yo nada más sonreí, luego me fui a tomar una cerveza al bar de enfrente. A su salud.
5 comentarios:
18:02
mmm...quien sabe si algún día yo podría ser Rosana...nunca se sabe...
14:59
jajajajajaja.....
14:59
20:57
Todos somos Rosana y hacemos la fila jubilatoria tratando de meter la mano en la cartera (ano idealizado del pasado) de la Rosana de adelante.
En "Belle toutjours" de Oliveira, Denevue y Piccoli son Rosana y mientras esperan, los cajeros que los van a atender tocan música sinfónica y no los atienden y... ¡aplausos!
La fealdad se mea de risa ante si misma.
Ingresar en la fealdad, en la jubilación, es un experimento jugoso: funcionalizar la institución bancaria con el gallinero.
14:59
¡Increible!
En la Teneduría de libros
De la Contaduría
De la Defensoría...
¡Hicieron Caperucita Roja!
Recién
Hace diez minutos.
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