El comienzo de Rubén
Comencé a los once años me dice mi vecino. Yo le pregunto cuándo comenzó su historia con las mujeres. Resulta que mi vecino que maneja un bus para turistas, me cuenta sus historias con las gringas. Una norteamericana, una italiana, una nórdica. Son buenas historias. Me muestra la fotos. Las descarga en mi ordenador. La verdad que son bellas. Una mejor que otra. Le creo a mi vecino. Incluso un día en la noche vino con Melanie. Era una gata rubia que llegaba hasta el techo. Le decía a cada rato "¡Rubén vámonos!, ¡Rubén vámonos!, ¡Rubén vámonos!". Y se fueron; a la cama, a la cama de mi vecino Rubén. Y me cuenta que su historia con las mujeres comenzó a los once años. Rubén vivía en la ciudad de Valdivia, en el sur de Chile. Cuando el marido de alguna vecina se iba a trabajar a un lugar distante, le pedía a su mamá que le prestara a Rubén para que le haga compañía. La mamá de Rubén era generosa. Se lo prestaba. Y ese fue el comienzo de Rubén. Rubén me dice: "No se lo cuentes a nadie". Yo le digo: "¿A quién le voy a contar?".
comentarios:
09:38
La traición de "no se lo cuentes a nadie", tendría transmisión si el secreto fuera vergonzoso.
¿Qué es vergonzoso?
¿Qué un padre viole a sus hijos pequeños con los dedos, y conmemorarlo?
Yo que se.
De niño yo fuí un antirubén. Mi madre no solo no me prestaba a las vecinas, sino que las retaba si me llegaban a mirar con simpatía. No tuve una buena adolescencia.
Después estoy plagado de recuerdos vergonzosos, y me gusta contarlos cuando me canta.
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