Andrés Caicedo

Andrés Caicedo

Por Yoel Novoa

Luis Andrés Caicedo Estela (29 de septiembre 1951 - 4 de marzo 1977).
Andrés Caicedo tenía 18 años y yo 25. Con Marta estábamos recién arribados a Cali, y aunque dormíamos en el TEC, aún no habíamos empezado con las funciones. Ahí apareció Andrés: anteojos, granitos en la cara, textos (propios) del Necronomicón de Lovecraft, y una calentura por Marta que me transmitió confesando sus puñetas martianas entre otro maremagnun de puñetas. Comunes en la afinidad manolera y un afán desmedido por ver todo el cine filmado y no filmado que se proyectaba en cines baratos, nos hicimos amigos. "Toda literatura que no me hace parar la pija, no sirve para un carajo".
Fuimos mucho al cine. Fue lo que más hicimos juntos, el resto fue intercambiar nuestros escritos, y proyectos... Robar una librería inmensa que existía en Cali que no me acuerdo como se llamaba. El plan era entrar por los techos un sábado a la noche y llevarnos toda la literatura que necesitábamos.
La gente del TEC que era de izquierda, aceptaba a Andrés aunque él (como yo) fuera severamente apolítico.
El teatro que hacíamos con Marta ("mímica ritual") no le gustaba a Enrique Buenaventura (el conductor del TEC), porque le parecía -con cierta sorna- que hacíamos happening. De todas formas nos presentaron en su sala y nos fue muy bien con Ssshagrada. Por esos días apareció por allí, una pareja de argentinos que hacía un show de "canción protesta". La gente del TEC les pidió una muestra para aceptarlos o no, como hicieran con nosotros. Las canciones de los argentinos reiteraban la explotación de los "burgueses" hacia los "indios" y decían algo así como "burgués de mierda, te vamos a reventar". Inmediatamente, la gente del TEC se promulgó en oponerse a la presentación de estos argentinos. "¡¿Por qué?!". Respondió Buenaventura: "Porque lo que ustedes dicen es una idiotez. ¿Qué tienen en contra de los burgueses? Los burgueses hicieron la Revolución Francesa. La mayoría de mis amigos son burgueses. Si estoy en situación de guerra, no voy a odiar a mi enemigo por su condición social... De ninguna manera. El espectáculo de ustedes -¡ideológicamente!- no puede ser presentado en el TEC". Los argentinos saltaron irritadísimos y nos señalaron a Marta y a mí: "¡¿Por qué a nosotros no, y a ellos si?!". La respuesta de Buenaventura fue más inmediata aún: "¡Por qué no se los entiende! Qué se yo lo que quieren decir con sus gritos y espamentos. Tal vez si se los entendiera, nosotros nos opondríamos, pero como no se los entiende, les damos la sala".
Esa era la gente que apañaba a Andrés. En el TEC, Caicedo podía proponer, hacer y deshacer, que todos estaban dispuestos a apoyarlo en cualquiera de sus iniciativas. Pero Andrés era un disconforme.
Meses después, Marta y yo viajamos a Bogotá, hicimos teatro en La Mama y en La casa de la Cultura, y cuando estábamos haciendo un show en una discoteca donde ella y yo consumiamos todas las drogas y evidenciábamos un intercambio sexual -un tanto exagerado- con cualquiera, Caicedo cayó allí de visita y nos contempló con lástima.
Dejamos de vernos. Pasaron los años. En 1975, cuando volvimos a pasar por Bogotá, lo reencontramos nuevamente. Ya era un personaje de culto. Había viajado a Estados Unidos y publicado libros. En aquel entonces no fuimos tan afines como en el mágico Cali del primer encuentro. Lo recuerdo en una fiesta nocturna de Bogotá, rodeado por sus admiradores... extremadamente aburrido.
Después cuando me enteré de su muerte, no se si yo aún estaba en Bogotá, o ya había arrivado a Buenos Aires. Recuerdo que Marta me dijo: "¿Te acordás con la cara que nos miró cuando nos vió en la discoteca tan drogados? Como que se le deshizo algo ¿no?".
Ahora leo las notas periodísticas que lo rescatan literaria y filosóficamente. Es tal la fuerza del recuerdo, que no se que decir. Salvo inventar la concreción de alguno de aquellos proyectos marginales y excelsos que charláramos en Cali.


Un texto de Andrés Caicedo

CANIBALISMO

Hay varias maneras de comerse a una persona.

Empezando porque debe ser diferente comerse a una mujer que comerse a un hombre. Yo he visto comer hombres, pero no mujeres. No se‚ si me gustara ver comer a una mujer alguna vez. Debe ser muy diferente. Lo que yo por mi parte conozco, son tres maneras de comerse a un hombre. Se puede partir en seis pedazos a la persona: cabeza, tronco, brazos, pelvis, muslos, piernas, incluyendo, claro esta ,Hay varias maneras de comerse a una persona. Empezando porque debe ser diferente comerse a una mujer que comerse a un hombre. Yo he visto comer hombres, pero no mujeres. No se‚ si me gustara ver comer a una mujer alguna vez. Debe ser muy diferente. Lo que yo por mi parte conozco, son tres maneras de comerse a un hombre. Se puede partir en seis pedazos a la persona: cabeza, tronco, brazos, pelvis, muslos, piernas, incluyendo, claro esta, manos y pies. Sé que hay personas que parten a la persona en ocho pedazos, ya que les gusta sacar también las rodillas, el hueso redondo de las rodillas, recubierto con la única porción de carne roja que tiene el ser humano. La otra forma que conozco es comerse a la persona entera, así no más, a mordiscos lentos, comer un día hasta hartarse y meter el cuerpo al refrigerador y sacarlo al otro día para el desayuno, así. Como comerse un mango a mordiscos. Porque yo puedo decir que a mi antes me gustaba muchísmo el mango verde, y después vino esa moda de partir el mango en pedacitos y fue apenas hace como una semana que me vine a dar cuenta que los mangos verdes me habían venido a gustar menos y supe también que era porque me los comía partidos, así que seguí comprándolos enteros, comiéndolos a mordiscos, y me han vuelto a gustar casi tanto como cuando estaba chiquito.. Eso mismo debe pasar con los cuerpos. La persona que ya lleva siglos comiéndolos tiene que darse las maneras de variar el plato para no aburrirse, porque si no como hacen. Yo no se‚ si ustedes leyeron la otra vez en la prensa que habían encontrado el cuerpo de un coronel retirado, metido en una chuspa de papel y amarrado con cabuya, lo que dijeron fue que lo habían encontrado por el Club Campestre, y que había expectación por el extraño estado en que se había hallado el cuerpo. Era un coronel Rodríguez, un tipo ni flaco ni gordo, de bigotico, y con una chucha que arrasaba. Claro que los periódicos nunca dijeron en que consistía ese "extraño estado en que se había hallado el cuerpo", pero como yo estoy al tanto de las cosas yo sé que el cuerpo ese lo que estaba era todo mordido. No se lo acabaron de todo porque mi coronel ya tenia 52, allí fue cuando se dieron cuenta que no había como la carne de gente joven, fresca. Los ojos, por ejemplo, que dizque son lo más exquisito, dicen que cuando la persona pasa de los 35, se endurecen y se agrian, ya no vale la pena comerlos.




2 comentarios:

Hugo... Hermoso texto de Andrés. No tenía idea de su existencia.
A Andrés lo tengo asumido como lo conocí, no por su trabajo literario. No se si llegó a escribir algo que iba a titular "Gente linda". Creo que algo así publicó. En mi biblioteca tengo "El atravesado". Sucede que no soy dado a leer novelas completas.
"Canibalismo" es perfecto. Vaya uno a saber, pero tal vez lo que lo llevó a empastillarse para siempre, fue practicar la novela. Él era un pibe mucho más drástico.
Y qué colombiano.
Para mí fue maravilloso conocer Colombia en juventud. De allí acarreo personajes inolvidables. Calle viene de allí.

El Chileno, Calle, Caicedo... Ellos entre tantos otros muertos que yo necesitaba vivos. Esas muertes me agarraron a traición. Personamelmente, ignoro porqué sigo pernoctando en este sistema de percepciones, exageradamente.
Cuando murió el Chileno pensé: "Ahora no me queda otra que transformar a los demás".
El síndrome de Rimbaud, la vida al pedo.
Será que le tengo miedo a la muerte y equivoco mi destino y el de los demás...