La segunda paliza a Hemingway

La segunda paliza a Hemingway


Cuál es tu problema le dije. No me gusta tu cara de cabrón respondió Hemingway. Hacía rato que venía hinchándome las pelotas. Siempre cuando voy a un Cabaret quiero estar tranquilo, beber algo de vodka-naranja con una chica, contar un chiste, acariciar sus piernas, luego acostarme con ella. Simplemente no quiero líos. Y este orangután que viene y me inoportuna. Ya había leído un poema de Bukowski en donde le saca la mierda a Hemingway. Por lo tanto sabía que era facilito. Así que no te gusta mi cara de cabrón. Anda a chingar a tu puta madre wey. Se me abalanzó con sus 115 kilos, lo paré en seco con un cross a la mandíbula y una patada en los huevos. Para que tengas puto y te sobre le dije. Mientras estaba en el piso quejándose, le metí una patada en las costillas y le escupí. Dorothy, la chica que estaba conmigo, me dijo: déjalo ya tiene  lo suficiente, ya aprenderá a tratar a la gente. Nada es suficiente con estas mierdas le respondí. Luego nos fuimos a su cuarto, tuvimos sexo del bueno durante horas. Al salir, Hemingway continuaba en el piso, quejándose. Lo volví a escupir. Llamé un taxi y me fui a dormir.

4 comentarios:

No era mi intención, pero este post me hace acordar lo que pasó entre el Chileno y yo, con Borges.
A los principios de los sesentas Boges dió una conferencia -¿sobre la paz mundial?- en la facultad de ciencias exactas que estaba entonces en la calle Perú. El Chileno ya estaba incursionando en los partidos troskistas de entonces y me llevaba a ayudarlo en sus aventuras (petardos, quebrar rompehuelgas, etc.)
Éramos un grupo comandado por el Chile, predispuesto a atacar al "galápago de mierda".
Efectivamente, en un momento de la disertación -la guerra de Vietnam estaba en su apogeo-, Borges dijo algo así como: "Los Estados Unidos de América están cumpliendo con la necesidad histórica de extirpar el comunismo de esa zona".
No pudo seguir. El Chile y yo subimos al estrado. Mi amigo estampó dos trompadas en la jeta del maestro que le arrancaron un par de dientes. Dientes que vi rebotar en el piso y que instintivamente casi agarro (hoy valdrían una fortuna en dólares), pero preferí saltar sobre la cadera del reconocido escritor y con mucha alegría y entusiasmo me dispuse a presionarle el cuello por detrás para desnucarlo. En ese momento el Chileno me paró: "Dejá. Rajemos".
Mientras nuestros compañeros peleaban con los simpatizantes de Borges, el Chile y yo huimos.

Personalmente, me importaban un carajo las opiniones de Borges. Hice lo que hice por amor al Chile y luego reir, beber vino y festejar el acto.

Supongo que el Chile -instintivamente- sintió la "necesidad histórica" de que Borges siguiera siendo Borges y me detuvo en el momento exacto.

Esa experiencia debe haber influído en Borges. En aquellos momentos tendría sesenta y pico y a partir de ahí tuvo que usar bastón continuamente.

Dos veces más en mi vida crucé a Borges por la calle. Una a fines de los sesentas, en la puerta del Di Tella, y lo contemplé severamente mientras seguía su camino delante mío.
La otra, la más importante... Una noche de invierno de los ochentas por la calle Florida... Borges era un ángel vestido de azul marino, lo acompañaba una jovencita hermosa que no era la Kodama y que le servía de bastón lazarillo. Hermoso y viejito, Borges avanzaba recibiendo con satisfacción la ventolera que sacudía escandalosamente su melena blanca.
Me ruborizó el amor que sentí por esa imagen andante. Entonces, yo era un fanático seguidor de sus opiniones que constantemente recogían los medios periodísticos. El Chileno había muerto hacía varios años y Borges era lo único que me quedaba.
Cuando Borges murió, lloré.

Fernando De Gregorio dijo...
17:56
 

Ernest Hemingway, hijo de un médico rural de Michigan...¡Qué vida! Ahora sería un cretino por matar animales salvajes y asistir a las corridas de toro; pero era un hijo de médico, muy cerca de la sangre derramada (recordemos que el padre de Brian De Palma era traumatólogo).
Yo creo que Hemingway hizo su mea culpa con "The old man and the sea", El viejo y el mar, su testamento literario. Para mí ese breve trabajo es su obra maestra y es la última.

Algunas preguntas:
¿Y dónde vive Hemingway, wey?
¿De la Valdivia para arriba o de la Valdivia para abajo?
¿Habrá conocido los árboles de la Cueva del Milodón, esos de miles de millones de años?
¿Cuánto te cobró el taxi esa noche?

Hola Alejandro; ese putito vive en la población Chile Nuevo, es hincha del Esmeralda y vive de la calle Valdivia a la izquierda abajo. Justamente conoce perfectamente a Pepe Luca ya que trabajó con él embaucando turistas en la Cueva de Milodón. El taxi lo pagó Dorothy ya que el precio estaba incluido en las prestaciones. En todo caso le dejé una propina de 20 euros, de bueno que soy nomás.
Un abrazo hermano.