Con alegría y entusiasmo
Se lo conté a Sonia y no me creyó. Luego fue a Gabriel. Gustavo. Viviana. Fabián y Roque. Ninguno me creyó. Pero esta vez lo voy a escribir. Maturana me ha dado permiso. Puedes escribirlo si quieres. Puedes hacer una grabación de audio y subirlo a la Web. Puedes grabar un video. Me dice que no tiene ningún problema. Que podría hacer una declaración jurada ante notario y el Sumo Pontífice. Le digo que no exagere, que yo le creo. Que los lectores le creerán.
Llegó a su casa de Quilmes al mediodía. Alrededor de una pizza, reunió a su mujer y a sus tres hijos en el salón comedor. Les comunicó que a partir de ese momento, dejaba la casa, a su mujer y a los hijos ahí presentes. Después de veinticinco años, dejaba todo. Les dijo que se había enamorado de Lily. El hijo mayor le preguntó quién era Lily. Por toda respuesta, le contestó que era una mujer.
Maturana es un tipo especial. Nunca nadie le dijo que no diga tal cosa. No tiene reparos en decirte en la cara lo que le apetece. Generalmente lo que le apetece a Maturana, no es lo que le apetece a su interlocutor. Voy a decir un disparate, pero quiero graficar lo que es Maturana. Supongamos el caso siguiente. Lo invito a mi casa. Está mi hijo presente, un integrante de la Corte Suprema y mi vecina Pilar. Toma la palabra Maturana, y dice: "¿Te acordás Hugo cuando asaltamos a ese par de viejitos en Brasil? Fuiste cruel, no tendrías que haberlos matado". Ese es Maturana.
Entonces quedamos en que llegó a su casa, reunió a la familia y les comunicó que dejaba para siempre el salón comedor.
Lo único que se llevó de allí, fue un mondadientes, lo utilizó para sacarse un pedazo de queso mozzarella, que había quedado entre sus dientes. Nada más se llevó. Un mondadientes.
Luego se dirigió al bar La Academia de la calle Callao. Quedo allí en juntarse con Raúl. Raúl, era su compañero de trabajo en la construcción. También era el esposo de Lily. Lily la mujer de la cual estaba enamorado Maturana. La cita fue puntual. Maturana pagó las cervezas. Y habló, le dijo: "Mirá Raúl, esta tarde me voy a juntar a vivir con tu mujer, te lo digo para que no me rompás las bolas, y que no digás que no te avisé". Esto fue en Octubre del 2001. Para las fiestas de ese fin de año, en el barrio de bajo Flores, en Buenos Aires, Maturana invitó a su ex mujer y a Raúl. Me contó que bailaron toda la noche. Con alegría y entusiasmo.
Llegó a su casa de Quilmes al mediodía. Alrededor de una pizza, reunió a su mujer y a sus tres hijos en el salón comedor. Les comunicó que a partir de ese momento, dejaba la casa, a su mujer y a los hijos ahí presentes. Después de veinticinco años, dejaba todo. Les dijo que se había enamorado de Lily. El hijo mayor le preguntó quién era Lily. Por toda respuesta, le contestó que era una mujer.
Maturana es un tipo especial. Nunca nadie le dijo que no diga tal cosa. No tiene reparos en decirte en la cara lo que le apetece. Generalmente lo que le apetece a Maturana, no es lo que le apetece a su interlocutor. Voy a decir un disparate, pero quiero graficar lo que es Maturana. Supongamos el caso siguiente. Lo invito a mi casa. Está mi hijo presente, un integrante de la Corte Suprema y mi vecina Pilar. Toma la palabra Maturana, y dice: "¿Te acordás Hugo cuando asaltamos a ese par de viejitos en Brasil? Fuiste cruel, no tendrías que haberlos matado". Ese es Maturana.
Entonces quedamos en que llegó a su casa, reunió a la familia y les comunicó que dejaba para siempre el salón comedor.
Lo único que se llevó de allí, fue un mondadientes, lo utilizó para sacarse un pedazo de queso mozzarella, que había quedado entre sus dientes. Nada más se llevó. Un mondadientes.
Luego se dirigió al bar La Academia de la calle Callao. Quedo allí en juntarse con Raúl. Raúl, era su compañero de trabajo en la construcción. También era el esposo de Lily. Lily la mujer de la cual estaba enamorado Maturana. La cita fue puntual. Maturana pagó las cervezas. Y habló, le dijo: "Mirá Raúl, esta tarde me voy a juntar a vivir con tu mujer, te lo digo para que no me rompás las bolas, y que no digás que no te avisé". Esto fue en Octubre del 2001. Para las fiestas de ese fin de año, en el barrio de bajo Flores, en Buenos Aires, Maturana invitó a su ex mujer y a Raúl. Me contó que bailaron toda la noche. Con alegría y entusiasmo.
2 comentarios:
01:50
pego la onda feisbuc: me gusta
16:06
Vaya maturana, yo le habría dado un buen golpe por conchudo!!!
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