Le dieron consejos a Borges
Cuando te metes en el mundo de la escritura, ves un abanico poblado de seres mínimos y miserables. Canallas que inmersos en un gremio no grato, tratan por todos los medios de parecer encantadores. Generalmente son seres fracasados, que se autoproclaman inventores de algo, que ya existió en un siglo que ya pasó. Están siempre a punto de alcanzar la estrella lejana. Un editor rico que vive en Europa. Cultivan el oficio sin arriesgar un ápice su apoltronado sillón de terciopelo. Se reúnen los martes y los jueves. Se autoproclaman los mejores de la provincia. Y entre vodka y vodka, arman su propio ranking. En donde siempre ellos, ocupan lugares de privilegio. Son insoportables. Conocieron a Dante Alighieri. Le dieron consejos a Borges. Corrigieron a Cervantes. Verdaderos pavos reales que meriendan con champagne. O no. Puede que lo hagan con el vino más barato y brutal. No importa. Aquello no importa. Porque son los mejores. Y la pobreza cuenta. Cuenta la desdicha. Todo cuenta. Y ellos. Los bellos. Los mejores. Los escritores. Seguirán viviendo en su limbo. En donde poca gente tendrá acceso. Incomprendidos. Piensan pegarse un tiro. Morir heroicamente. Que el mundo sepa de ellos. Que a través de su muerte lo descubran. Unos verdaderos papanatas. No pienso nunca más escribir sobre ellos. Sobre mí.
3 comentarios:
23:55
Vos no sos de esos y lo sabés!
20:14
Bien.
No se lo merecen.
19:02
los criticos literarios y los periodistas culturales caben en ese grupo...
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