Swedenborg y el Rey
Por Fernando De Gregorio
(Luz Azul a un costado)
Swedenborg:
Soy Ingeniero, Astrónomo, Físico, Químico y Anatomista. Soy feliz. Tengo una hermosa hija: Liv, que ayuda al rey, mi amigo, mi único amigo, en asuntos de la Corte y trastornos jurídicos, ya que le di enseñanza a ella para que manejara la ley y la religión luterana a la perfección.
(Se apaga la luz azul)
(Se enciende la luz roja al otro costado)
Entra Carlos XII de Suecia y se sienta en el trono dorado junto al trono de la reina.
Carlos XII:
Buenas noches, buen Emanuel, mi único amigo, mi amigo telepático. Siéntate o recuéstate en el diván. Graves asuntos nos acucian.
Soy Carlos XII de Suecia, el unificador de Escandinavia. Soy un Viking civilizado y hago el trabajo que me ordena Dios a través de tus consejos y los consejos del Conde Odegaard.
¿Cómo van los asuntos en la Corte de Estocolmo?
Swedenborg:
A la perfección. Dios nos bendice. Los rusos se han detenido en Lituania y se han visto obligados a retroceder.
Carlos XII:
Excelente. Non pas nouvelle, bon nouvelle..
Swedenborg.
Si, es la única noticia. Los rusos no son ya problema, aunque sé que eres capaz de acorralarlos en Siberia.
Carlos XII:
Será en otra ocasión. Tal vez se tenga que ocupar de los Romanoff mi hijo cuando mejoremos la calidad de nuestros cañones. ¡Qué difícil es tener un buen oficial de Artillería!
¿Podrías llamar a Liv, tu hija? Tengo una consulta jurídica apremiante para ella.
Swedenborg:
Inmediatamente. Es tan insomne como yo.
(Se va)
( Se apaga la luz roja)
(Se enciende la luz azul)
Monólogo de Carlos XII:
Tengo piernas cortas; pero las patas de mis caballos azabaches son largas y son mis niños. ¿Cómo estará mi reina? En el séptimo sueño. Eso Espero.
Emanuel, mi Emanuel Swedenborg, a quien hice noble de alta categoría, cada vez es más místico. Creo que pronto verá a Dios de frente o a sus ángeles. Anoche lo soñé. Soñé que el rey de Orange de Holanda, rey de Inglaterra le preguntaba cómo son los ángeles y los demonios. Nadie más indicado que mi buen Emanuel... Ay Swedenborg, cuanta grandeza! ¡Qué inteligencia! ¡Qué luterano! ¡Qué hombre de Dios y Jesucristo hasta la muerte! Si no fuera por Emanuel yo hubiera querido ser como Federico Barba Roja o Julio César. Emanuel Swedenborg me ha llevado al correcto camino y le pido bendiciones a Dios para él y su hija Liv, mi mejor ayudante en las intrigas de la Corte, que cada vez son menos y de menor importancia. Aquí no tenemos la corrupción de los Borbones que por sus excesos seguro serán destruidos como en la visión de Emanuel. Aquí la familia reinante es austera como el hielo y el cielo tan temido, a pesar de que el invierno dura durísimos seis meses y tengamos sol a medianoche que despierta a cualquiera que busque la gran y sagrada justicia de Dios.
Si no fuera por Emanuel yo sería ateo. Tanto así le debo.
( Se apaga la luz azul)
( Se Enciende la luz roja)
Swedenborg y Liv su hija aparecen en escena.
Swedenborg:
Mi buen rey Carlos: aquí está mi hija Liv.
Liv:
Mi buen rey, ¡qué quieres de mí?
Carlos XII:
Consejo.
Liv:
¿Sobre qué?
Carlos XII:
Querida niña mujer virgen a quien llevé en mi regazo hasta los nueve años. Dime: ¿Eres capaz de casarte con mi consejero, el viejo y viudo Conde de Odegaard?
Liv:
Si es una orden, acepto.
Carlos XII:
Ante todo, ¿Te gusta el anciano?
Es hombre recio, forjado en el duro metal de la batalla y aun es posible padre.
Liv:
Yo quería un efebo, de veinticinco años, como el Conde de Lindberg, pero sí, me gusta. Es bien macizo, si me permite la expresión.
Carlos XII:
Lo es.
Liv:
Entonces asunto hecho. Me casaré con Odegaard, el viudo sin hijos.
Carlos XII:
Liv, querida niña de Suecia, rubia hasta el espanto. Oro puro. Serás feliz.
Liv:
Merci, gracias, Dankeschen.
Swedenborg:
Pensar que su madre era una judía rusa que salvó de milagro su virginidad de los Pogroms.
Carlos XII:
Cuéntame de los Pogroms aunque ya lo sé.
Swedenborg:
Los Pogroms son exterminios de cosacos nobles rusos a las aldeas de pobres judíos y pobres gitanos. Se deleitan matando como Gengis Khan.
Carlos XII:
Todo dicho. No quiero saber nada más.
¿Cómo se llamaba tu esposa?
Swedenborg:
Edith Myriam Gerchunoff.
Carlos XII:
¿Te llegó virgen?
Swedenborg:
Es una larga historia, pero sí.
Carlos XII:
Los judíos, gran minoría en Escandinavia, siempre han sido muy útiles y entienden nuestra mentalidad de ex vikingos.
Swedenborg:
Así es. Y sienten que el protestantismo es su único refugio en Europa.
En Rusia los tratan como a basura, hasta los ricos comerciantes, que secretamente son nuestros aliados como Chomsky, el hombre más rico de Europa. Tiene que besarle las botas al zar en cada entrevista. ¡Qué vergüenza! Un hombre tan valioso.
Carlos XII:
Quiero una entrevista de igual a igual con Chomsky: Necesitamos mejorar el comercio con las colonias británicas.
Swedenborg:
Así será. El mes entrante Samuel Chomsky, que empezó vendiendo dientes de oro, vendrá a verme. Es pariente de mi querida y perdida Edith.
Carlos XII:
Eres un hombre signado por el destino, pero quieres pasar desapercibido. Podrías ser mi segundo General; pero prefieres ser ingeniero militar. Tu humildad me conmueve profundamente.
Swedenborg:
Merci, Dankeschen, gracias meine Herr, mi señor.
Carlos XII: (con risa)
Dios es tu Señor. No me adules.
Swedenborg:
De acuerdo, of course.
Carlos XII:
Dime, Please, qué te ha dicho Dios estas noches que no hablamos como confabulatori nocturni.
Swedenborg:
Dios me ha dicho, a través de un ángel rubio, no morocho, que también los hay, que debes dar rienda suelta a Inglaterra. Me ha dicho el ángel que Inglaterra es el país del futuro y que debemos ser sus secretos aliados. Y que secretamente debemos informarnos de todo lo que ocurre con Shakespeare y sus comentaristas como el actor Garrick.
Carlos XII:
No lo dudo. Leeré contigo Hamlet.
Swedenborg:
Buen negocio.
Liv:
Buen negocio. Hamlet es la mejor obra de Shakespeare; la suma Occidental de Europa respecto de nuestro futuro.
Recuerda, rey, bien el título: Hamlet, Príncipe de Dinamarca.
CarlosXII:
Lo tengo en cuenta.
Habla más, Liv. Me encanta tu voz.
Liv:
Trataré de hacer mi voz más melodiosa para que te entre al alma.
Hamlet es la obra teatral más potente que existe, sólo comparable con la Ilíada.
Sófocles es apenas una sombra ante tanta música y sabiduría.
William Shakespeare, sospecho, también llegó a los ángeles como mi padre, el místico, mi padre, mi amado padre que tanto me hizo estudiar para casarme con el hombre de acero, el Conde Odegaard.
Hamlet es el destino de Escandinavia ante Inglaterra, la isla sangrienta de los romanos y los celtas.
Debemos depender de Inglaterra; y, en el futuro, con lo que pase en América, que según visión de mi padre, será la tierra más importante del futuro y sin reyes.
Carlos XII:
Yo soy rey por costumbre. Prefiero la Democracia de Pericles. Digamos que soy Pericles.
Liv:
No es poco.
Swedenborg:
Rey Carlos XII de Suecia, admirado por Voltaire, cada vez me inclino más a la mística. Los ángeles me llaman y acosan y me dicen que debo ir a la Corte de Inglaterra. Dime: ¿ Cuándo me permitirás frecuentar a Wilhem de Orange?
CarlosXII:
Pronto.
Swedenborg:
Siempre estaré contigo, mi incalculable amigo telepático.
Carlos XII:
Sí. Eres mi mejor amigo y tu hija ha salido tan hermosa como princesa sueca.
Swedenborg:
Exactamente. Esto es tan vikingo que asusta. No nos olvidemos de Lutero.
Carlos XII:
Soy luterano y tu hija es luterana y se casará con Odegaard y será feliz y tendrán muchos hijos, hijos nobles para la casa real de Suecia.
(Se enciende la luz azul)
Swedenborg:
¿Hasta cuándo los suecos seremos un pueblo pequeño y poderoso?
Carlos XII:
Pequeños no somos. Hemos hecho retroceder a los Romanoff. Tendremos gran ciencia y tú eres el precursor. Te debo tanto... Me has hecho ver la constelación de Andrómeda.
Swedenborg:
Merci, gracias, dankeschen. Sí. Soy buen astrónomo. Dios vive en las estrellas a puro fuego sagrado.
Carlos XII:
Así es. Tu lo has dicho.
Liv:
Mi padre es un genio y un elegido.
Carlos XII:
En efecto.
Liv:
Mi padre te adora, oh, rey Carlos XII de Suecia. Eres tan genial como mi padre y te debo tanto. Y ahora me harás esposa del Conde Odegaard, tu ayudante consejero y gran guerrero. No sé como agradecer.
CarlosXII:
Olvídate del joven Conde de Lindberg que es un patán. Odegaard te dará hijos y buena cama. Es un gran casorio. Serás feliz: Odegaard, luego de tu padre, es mi mejor hombre. Perderás la virginidad con gran pureza y gozo.
Liv:
Nada más deseo. Un hombre curtido por las balas y los sablazos.
Carlos XII:
Y los caballos. No te olvides de ellos.
Liv:
No me olvido de ellos.
(Liv se va)
(Se enciende la luz roja)
Swedenborg:
Mi buen rey Carlos: he tenido una visión sobre ti que debo comunicarte.
Sé que preparas la batalla en suelo ruso de Poltava. Te irá mal. Pero los rusos ya se olvidarán de Escandinavia. Huirás a Turquía y con aventuras asombrosas volverás a Estocolmo y Upsala para reinar, pero por poco tiempo. Morirás a los 36 años y nada lo impedirá. Debes se tan impasible como siempre y te espera el cielo; lo que nuestros ancestros llamaban Wallhalla.
Carlos XII:
¿Será muerte por guerra?
Swedenborg:
Sí. Algo similar.
Carlos XII:
No entiendo.
Swedenborg:
Un accidente, un designio divino, porque Prusia debe empezar a consolidarse contra los Hasburgos. Menos de setenta años luego de tu muerte, los Borbones pasarán a la historia como venales y despilfarradores y abusadores del pueblo. Morirán cruelmente, con odio bien frío y ardiente al mismo tiempo. Nada menos que el infierno será eso.
Carlos XII:
Entonces muero bien.
Swedenborg:
En efecto.
Carlos XII:
Déjame solo, Please, ya que me duele morir joven. Pero antes te anticipo que yo soñé que tu morirás con gran prestigio en Inglaterra en 1772. Tu hija, la hija de judía, tu Edith fallecida, debe seguir siendo una sombra en la Corte hasta que tenga hijos con Odegaard; entonces podrá difundir que es hija de una conversa al luteranismo.
Se apaga la luz.
FIN DEL PRIMER ACTO
ACTO II
(El trono del rey de espaldas al público. Carlos XII sentado dando quejidos. Swedenborg, a un costado, arrodillado, parece rezar. Liv también.)
Carlos XII:
El médico me dijo que no pasaré de esta noche. La gangrena es muy pronunciada y la Atropa Belladonna me alivia el dolor a costa de estas escasas horas de vida que me queden.
Swedenborg:
Has sido un gran rey. La posteridad te recordará como el que nos salvó de los bárbaros Romanoff. Es una pena que también haya muerto tu aliado, el Príncipe Mazzepa.
CarlosXII:
Murió bien. En batalla, que era lo que él quería. Algún día caerá el yugo de Ucrania.
Swedenborg: Seguramente. El Siglo XVIII será el inicio de la libertad como ya la conciben los holandeses.
Liv:
Gran pueblo Holanda. Abandonaron la guerra por el comercio y son felices.
CarlosXII. Muy felices: Tu padre los ha frecuentado mucho y seguirá haciéndolo.
(Un prolongado silencio)
Carlos XII:
¿Qué pasará con mi alma, Emanuel?
Swedenborg:
Al principio, sin darte cuenta serás una sombra, un fantasma, pero Dios me permitió hablar contigo hasta que cumplas tu período en la tierra. Luego me tendrás eterna paz, gran guerrero.
CarlosXII:
Paz...
¡Cómo la deseo! ¿Es decir que como fantasma estaré cerca tuyo?
Swedenborg:
Es muy triste el mundo de los fantasmas. Pocos tienen guía y gravitan como las olas del mar. Se ven los infiernos y los demonios y, a veces, los ángeles buenos intervienen.
Carlos XII:
No parece tan malo, después de todo.
Swedenborg: Es el plan divino. Nada se puede hacer. Los católicos creen que si se confiesan antes de morir, a último momento, Dios los perdona; pero no es así. De hecho, todas las Iglesias cristianas están equivocadas, aunque ayudan. La verdadera Iglesia de Cristo surgirá en América en la cuarta década del Siglo XIX.
Carlos XII:
Yo que pensaba que Lutero era el elegido para corregir los errores del cristianismo...
Swedenborg:
Ayudó, pero no era tiempo. Se apoyó demasiado en la Fe y poco en las obras y la inteligencia. Hay que desarrollar la inteligencia buena por sobre todas las cosas para llegar a Dios. Además hay que tratar de ser artista, ya que Jesús hablaba con metáforas y parábolas para que lo entendieran los humildes.
CarlosXII:
Este es un siglo de grandes artistas. Pienso en Bach sobre todo.
Swedenborg:
Yo conoceré a la gran mayoría de los artistas del Siglo XVIII. Algunos hablarán bien de mí. otros no. Carlos XII:
Liv:
¿Sigues orando por mí?
Liv:
Sí, mi rey.
Carlos XII:
Siento que el aliento ya me falla y moriré en unos minutos.
Liv:
No tienes de que preocuparte. Has sido hombre de dios siempre, siempre ético, como te educaron tus padres y maestros.
Carlos XII:
Aun hay mucha injusticia en Suecia.
Liv:
Se debe a que la ciencia aun no es tan perfecta como lo será, para ayudar a todos.
Carlos XII:
Te creo Liv y me alivias.
Liv:
Oro también por tu esposa que será viuda hasta el final siendo tan joven ahora y por tus hijos.
CarlosXII:
Gracias. Muero.
Liv:
¿Ha muerto, Papá?
Swedenborg:
Ha muerto. Su ánima sale del cuerpo. Está muy luminoso. Se ve que era bueno
(Se apaga la luz)
Swedenborg:
Soy Ingeniero, Astrónomo, Físico, Químico y Anatomista. Soy feliz. Tengo una hermosa hija: Liv, que ayuda al rey, mi amigo, mi único amigo, en asuntos de la Corte y trastornos jurídicos, ya que le di enseñanza a ella para que manejara la ley y la religión luterana a la perfección.
(Se apaga la luz azul)
(Se enciende la luz roja al otro costado)
Entra Carlos XII de Suecia y se sienta en el trono dorado junto al trono de la reina.
Carlos XII:
Buenas noches, buen Emanuel, mi único amigo, mi amigo telepático. Siéntate o recuéstate en el diván. Graves asuntos nos acucian.
Soy Carlos XII de Suecia, el unificador de Escandinavia. Soy un Viking civilizado y hago el trabajo que me ordena Dios a través de tus consejos y los consejos del Conde Odegaard.
¿Cómo van los asuntos en la Corte de Estocolmo?
Swedenborg:
A la perfección. Dios nos bendice. Los rusos se han detenido en Lituania y se han visto obligados a retroceder.
Carlos XII:
Excelente. Non pas nouvelle, bon nouvelle..
Swedenborg.
Si, es la única noticia. Los rusos no son ya problema, aunque sé que eres capaz de acorralarlos en Siberia.
Carlos XII:
Será en otra ocasión. Tal vez se tenga que ocupar de los Romanoff mi hijo cuando mejoremos la calidad de nuestros cañones. ¡Qué difícil es tener un buen oficial de Artillería!
¿Podrías llamar a Liv, tu hija? Tengo una consulta jurídica apremiante para ella.
Swedenborg:
Inmediatamente. Es tan insomne como yo.
(Se va)
( Se apaga la luz roja)
(Se enciende la luz azul)
Monólogo de Carlos XII:
Tengo piernas cortas; pero las patas de mis caballos azabaches son largas y son mis niños. ¿Cómo estará mi reina? En el séptimo sueño. Eso Espero.
Emanuel, mi Emanuel Swedenborg, a quien hice noble de alta categoría, cada vez es más místico. Creo que pronto verá a Dios de frente o a sus ángeles. Anoche lo soñé. Soñé que el rey de Orange de Holanda, rey de Inglaterra le preguntaba cómo son los ángeles y los demonios. Nadie más indicado que mi buen Emanuel... Ay Swedenborg, cuanta grandeza! ¡Qué inteligencia! ¡Qué luterano! ¡Qué hombre de Dios y Jesucristo hasta la muerte! Si no fuera por Emanuel yo hubiera querido ser como Federico Barba Roja o Julio César. Emanuel Swedenborg me ha llevado al correcto camino y le pido bendiciones a Dios para él y su hija Liv, mi mejor ayudante en las intrigas de la Corte, que cada vez son menos y de menor importancia. Aquí no tenemos la corrupción de los Borbones que por sus excesos seguro serán destruidos como en la visión de Emanuel. Aquí la familia reinante es austera como el hielo y el cielo tan temido, a pesar de que el invierno dura durísimos seis meses y tengamos sol a medianoche que despierta a cualquiera que busque la gran y sagrada justicia de Dios.
Si no fuera por Emanuel yo sería ateo. Tanto así le debo.
( Se apaga la luz azul)
( Se Enciende la luz roja)
Swedenborg y Liv su hija aparecen en escena.
Swedenborg:
Mi buen rey Carlos: aquí está mi hija Liv.
Liv:
Mi buen rey, ¡qué quieres de mí?
Carlos XII:
Consejo.
Liv:
¿Sobre qué?
Carlos XII:
Querida niña mujer virgen a quien llevé en mi regazo hasta los nueve años. Dime: ¿Eres capaz de casarte con mi consejero, el viejo y viudo Conde de Odegaard?
Liv:
Si es una orden, acepto.
Carlos XII:
Ante todo, ¿Te gusta el anciano?
Es hombre recio, forjado en el duro metal de la batalla y aun es posible padre.
Liv:
Yo quería un efebo, de veinticinco años, como el Conde de Lindberg, pero sí, me gusta. Es bien macizo, si me permite la expresión.
Carlos XII:
Lo es.
Liv:
Entonces asunto hecho. Me casaré con Odegaard, el viudo sin hijos.
Carlos XII:
Liv, querida niña de Suecia, rubia hasta el espanto. Oro puro. Serás feliz.
Liv:
Merci, gracias, Dankeschen.
Swedenborg:
Pensar que su madre era una judía rusa que salvó de milagro su virginidad de los Pogroms.
Carlos XII:
Cuéntame de los Pogroms aunque ya lo sé.
Swedenborg:
Los Pogroms son exterminios de cosacos nobles rusos a las aldeas de pobres judíos y pobres gitanos. Se deleitan matando como Gengis Khan.
Carlos XII:
Todo dicho. No quiero saber nada más.
¿Cómo se llamaba tu esposa?
Swedenborg:
Edith Myriam Gerchunoff.
Carlos XII:
¿Te llegó virgen?
Swedenborg:
Es una larga historia, pero sí.
Carlos XII:
Los judíos, gran minoría en Escandinavia, siempre han sido muy útiles y entienden nuestra mentalidad de ex vikingos.
Swedenborg:
Así es. Y sienten que el protestantismo es su único refugio en Europa.
En Rusia los tratan como a basura, hasta los ricos comerciantes, que secretamente son nuestros aliados como Chomsky, el hombre más rico de Europa. Tiene que besarle las botas al zar en cada entrevista. ¡Qué vergüenza! Un hombre tan valioso.
Carlos XII:
Quiero una entrevista de igual a igual con Chomsky: Necesitamos mejorar el comercio con las colonias británicas.
Swedenborg:
Así será. El mes entrante Samuel Chomsky, que empezó vendiendo dientes de oro, vendrá a verme. Es pariente de mi querida y perdida Edith.
Carlos XII:
Eres un hombre signado por el destino, pero quieres pasar desapercibido. Podrías ser mi segundo General; pero prefieres ser ingeniero militar. Tu humildad me conmueve profundamente.
Swedenborg:
Merci, Dankeschen, gracias meine Herr, mi señor.
Carlos XII: (con risa)
Dios es tu Señor. No me adules.
Swedenborg:
De acuerdo, of course.
Carlos XII:
Dime, Please, qué te ha dicho Dios estas noches que no hablamos como confabulatori nocturni.
Swedenborg:
Dios me ha dicho, a través de un ángel rubio, no morocho, que también los hay, que debes dar rienda suelta a Inglaterra. Me ha dicho el ángel que Inglaterra es el país del futuro y que debemos ser sus secretos aliados. Y que secretamente debemos informarnos de todo lo que ocurre con Shakespeare y sus comentaristas como el actor Garrick.
Carlos XII:
No lo dudo. Leeré contigo Hamlet.
Swedenborg:
Buen negocio.
Liv:
Buen negocio. Hamlet es la mejor obra de Shakespeare; la suma Occidental de Europa respecto de nuestro futuro.
Recuerda, rey, bien el título: Hamlet, Príncipe de Dinamarca.
CarlosXII:
Lo tengo en cuenta.
Habla más, Liv. Me encanta tu voz.
Liv:
Trataré de hacer mi voz más melodiosa para que te entre al alma.
Hamlet es la obra teatral más potente que existe, sólo comparable con la Ilíada.
Sófocles es apenas una sombra ante tanta música y sabiduría.
William Shakespeare, sospecho, también llegó a los ángeles como mi padre, el místico, mi padre, mi amado padre que tanto me hizo estudiar para casarme con el hombre de acero, el Conde Odegaard.
Hamlet es el destino de Escandinavia ante Inglaterra, la isla sangrienta de los romanos y los celtas.
Debemos depender de Inglaterra; y, en el futuro, con lo que pase en América, que según visión de mi padre, será la tierra más importante del futuro y sin reyes.
Carlos XII:
Yo soy rey por costumbre. Prefiero la Democracia de Pericles. Digamos que soy Pericles.
Liv:
No es poco.
Swedenborg:
Rey Carlos XII de Suecia, admirado por Voltaire, cada vez me inclino más a la mística. Los ángeles me llaman y acosan y me dicen que debo ir a la Corte de Inglaterra. Dime: ¿ Cuándo me permitirás frecuentar a Wilhem de Orange?
CarlosXII:
Pronto.
Swedenborg:
Siempre estaré contigo, mi incalculable amigo telepático.
Carlos XII:
Sí. Eres mi mejor amigo y tu hija ha salido tan hermosa como princesa sueca.
Swedenborg:
Exactamente. Esto es tan vikingo que asusta. No nos olvidemos de Lutero.
Carlos XII:
Soy luterano y tu hija es luterana y se casará con Odegaard y será feliz y tendrán muchos hijos, hijos nobles para la casa real de Suecia.
(Se enciende la luz azul)
Swedenborg:
¿Hasta cuándo los suecos seremos un pueblo pequeño y poderoso?
Carlos XII:
Pequeños no somos. Hemos hecho retroceder a los Romanoff. Tendremos gran ciencia y tú eres el precursor. Te debo tanto... Me has hecho ver la constelación de Andrómeda.
Swedenborg:
Merci, gracias, dankeschen. Sí. Soy buen astrónomo. Dios vive en las estrellas a puro fuego sagrado.
Carlos XII:
Así es. Tu lo has dicho.
Liv:
Mi padre es un genio y un elegido.
Carlos XII:
En efecto.
Liv:
Mi padre te adora, oh, rey Carlos XII de Suecia. Eres tan genial como mi padre y te debo tanto. Y ahora me harás esposa del Conde Odegaard, tu ayudante consejero y gran guerrero. No sé como agradecer.
CarlosXII:
Olvídate del joven Conde de Lindberg que es un patán. Odegaard te dará hijos y buena cama. Es un gran casorio. Serás feliz: Odegaard, luego de tu padre, es mi mejor hombre. Perderás la virginidad con gran pureza y gozo.
Liv:
Nada más deseo. Un hombre curtido por las balas y los sablazos.
Carlos XII:
Y los caballos. No te olvides de ellos.
Liv:
No me olvido de ellos.
(Liv se va)
(Se enciende la luz roja)
Swedenborg:
Mi buen rey Carlos: he tenido una visión sobre ti que debo comunicarte.
Sé que preparas la batalla en suelo ruso de Poltava. Te irá mal. Pero los rusos ya se olvidarán de Escandinavia. Huirás a Turquía y con aventuras asombrosas volverás a Estocolmo y Upsala para reinar, pero por poco tiempo. Morirás a los 36 años y nada lo impedirá. Debes se tan impasible como siempre y te espera el cielo; lo que nuestros ancestros llamaban Wallhalla.
Carlos XII:
¿Será muerte por guerra?
Swedenborg:
Sí. Algo similar.
Carlos XII:
No entiendo.
Swedenborg:
Un accidente, un designio divino, porque Prusia debe empezar a consolidarse contra los Hasburgos. Menos de setenta años luego de tu muerte, los Borbones pasarán a la historia como venales y despilfarradores y abusadores del pueblo. Morirán cruelmente, con odio bien frío y ardiente al mismo tiempo. Nada menos que el infierno será eso.
Carlos XII:
Entonces muero bien.
Swedenborg:
En efecto.
Carlos XII:
Déjame solo, Please, ya que me duele morir joven. Pero antes te anticipo que yo soñé que tu morirás con gran prestigio en Inglaterra en 1772. Tu hija, la hija de judía, tu Edith fallecida, debe seguir siendo una sombra en la Corte hasta que tenga hijos con Odegaard; entonces podrá difundir que es hija de una conversa al luteranismo.
Se apaga la luz.
FIN DEL PRIMER ACTO
ACTO II
(El trono del rey de espaldas al público. Carlos XII sentado dando quejidos. Swedenborg, a un costado, arrodillado, parece rezar. Liv también.)
Carlos XII:
El médico me dijo que no pasaré de esta noche. La gangrena es muy pronunciada y la Atropa Belladonna me alivia el dolor a costa de estas escasas horas de vida que me queden.
Swedenborg:
Has sido un gran rey. La posteridad te recordará como el que nos salvó de los bárbaros Romanoff. Es una pena que también haya muerto tu aliado, el Príncipe Mazzepa.
CarlosXII:
Murió bien. En batalla, que era lo que él quería. Algún día caerá el yugo de Ucrania.
Swedenborg: Seguramente. El Siglo XVIII será el inicio de la libertad como ya la conciben los holandeses.
Liv:
Gran pueblo Holanda. Abandonaron la guerra por el comercio y son felices.
CarlosXII. Muy felices: Tu padre los ha frecuentado mucho y seguirá haciéndolo.
(Un prolongado silencio)
Carlos XII:
¿Qué pasará con mi alma, Emanuel?
Swedenborg:
Al principio, sin darte cuenta serás una sombra, un fantasma, pero Dios me permitió hablar contigo hasta que cumplas tu período en la tierra. Luego me tendrás eterna paz, gran guerrero.
CarlosXII:
Paz...
¡Cómo la deseo! ¿Es decir que como fantasma estaré cerca tuyo?
Swedenborg:
Es muy triste el mundo de los fantasmas. Pocos tienen guía y gravitan como las olas del mar. Se ven los infiernos y los demonios y, a veces, los ángeles buenos intervienen.
Carlos XII:
No parece tan malo, después de todo.
Swedenborg: Es el plan divino. Nada se puede hacer. Los católicos creen que si se confiesan antes de morir, a último momento, Dios los perdona; pero no es así. De hecho, todas las Iglesias cristianas están equivocadas, aunque ayudan. La verdadera Iglesia de Cristo surgirá en América en la cuarta década del Siglo XIX.
Carlos XII:
Yo que pensaba que Lutero era el elegido para corregir los errores del cristianismo...
Swedenborg:
Ayudó, pero no era tiempo. Se apoyó demasiado en la Fe y poco en las obras y la inteligencia. Hay que desarrollar la inteligencia buena por sobre todas las cosas para llegar a Dios. Además hay que tratar de ser artista, ya que Jesús hablaba con metáforas y parábolas para que lo entendieran los humildes.
CarlosXII:
Este es un siglo de grandes artistas. Pienso en Bach sobre todo.
Swedenborg:
Yo conoceré a la gran mayoría de los artistas del Siglo XVIII. Algunos hablarán bien de mí. otros no. Carlos XII:
Liv:
¿Sigues orando por mí?
Liv:
Sí, mi rey.
Carlos XII:
Siento que el aliento ya me falla y moriré en unos minutos.
Liv:
No tienes de que preocuparte. Has sido hombre de dios siempre, siempre ético, como te educaron tus padres y maestros.
Carlos XII:
Aun hay mucha injusticia en Suecia.
Liv:
Se debe a que la ciencia aun no es tan perfecta como lo será, para ayudar a todos.
Carlos XII:
Te creo Liv y me alivias.
Liv:
Oro también por tu esposa que será viuda hasta el final siendo tan joven ahora y por tus hijos.
CarlosXII:
Gracias. Muero.
Liv:
¿Ha muerto, Papá?
Swedenborg:
Ha muerto. Su ánima sale del cuerpo. Está muy luminoso. Se ve que era bueno
(Se apaga la luz)
11 comentarios:
12:05
Muere el rey y su alma se escapa luminosa. Entonces Swedenborg dice: "Se nota que fue un hombre bueno".
Eso hubiera sido una síntesis. Sin embargo, De Gregorio, a quien le cuesta muchísimo mantener una ilación por más de dos o tres minutos, escribió estos diálogos de un tirón y sentenció: "Eso es todo. Jamás corrijo lo que escribo".
Ahora quiere llevar este "guión" al cine, y busca productores.
Las ánsias y el tabaco desmesurado lo llevaron a una angiosplastía de urgencia. Una vez que le destaparon la obstrucción cardíaca, fumó más que antes de la intervención quirúrgica, pues confía que si tiene otra obstrucción coronaria, se la destaparán nuevamente.
En "Serafitus" o "Serafita", Balzac se basa en la teoría sobre los ángeles de Swedenborg para contar una historia romántica donde Serafitus es Serafita para enamorar a un hombre, y Serafitus para hacer lo mismo con una mujer. El ángel andrógino.
No creo que esa sea la parte que más le interese de Swedenborg, a De Gregorio.
Para De Gregorio, Swedenborg, Lutero, el mormon john Smit, incluso el actor Arnold Schwarzenegger, tienen para él una dimensión muy personal y diferente a la normativa y usual, destos personajes.
Se trata de una nomenclatura que él construye irreversiblemente, como el tabaco, como la luz del alma.
08:06
De Gregorio... ¡Una Maza!
12:27
Gracias Hugo, por el hermoso culo que pusiste encima de Swedenborg. No puedo dejarde pensar en él.
12:28
De Gregorio... ¡Una MaSa!
19:17
El anterior comentario al mio con mi nombre no es de mi autoria.
Please, para los amigos soy CHARLES, por consejo de mi padre, el cirujano, antes de morir a prinpios de 1967.
Gracias Hugo,
Charles, por charlar
19:15
Soy Charles, el autor de este texto, el degregoriano. Faltan casi todo el segundo acto y el Tercer Acto.
Si lo desean pídanmelo a fernandodegregoriolaviehijo@hotmail.com
12:04
Solicité la continuación y final de "Swedemborg" al mail y recibí una síntesis extraña: "El II y III acto están en manos del director de Inmaculada Decepción".
¿La única copia de Swedenborg está en la Patagonia?
Sinceramente, no entiendo...
15:17
Muere el Rey y su alma se escapa bajo la forma de un pedo. Hay ignición, hay luz, hay sabiduría, hay bondad.
Todo eso nada importa a nadie.
20:18
Esto parece un entierro. Estoy traduciendo a Swedenborg y los "comentarios" suenan a paladas de tierra sobre un ataúd.
La luz swendenborgiana no es un pedo encendido. Por favor...
Ariel
19:24
está muy largo.
¿no pueden poner un video con los actores y todo eso?
19:51
Para vital sergio, va el vídeo.
Publicar un comentario