cá no pasa nada. Si la inspiración te llega que te encuentre trabajando. Dicen que eso dijo Picasso. El tonto de Picasso. Eso dicen que dijo. Eso dicen que dijo el tonto de Picasso. Acá no pasa nada. Eso no funciona. A mí no me funciona. Yo no tengo inspiración. La puta inspiración nunca me ha rozado. Seguramente debe existir. Existirá seguramente. Existirá como existe la Atlántida. El Unicornio. La Arcadia. Seguro que existe. Entonces convengamos que la inspiración existe. Pero seguramente estará de vacaciones. En la costa azul. La verde. En Marbella. La puta millonaria inspiración que viaja en primera clase. Entonces yo pobre mortal. Sentado espero. Que un día llegue a mí. Que un día me toque. Me roce. Posiblemente un día llegará. Un día llegará. Seguramente que un día llegará. Si llega no me daré cuenta. Pasará al lado mío. No me daré cuenta. No la reconoceré. No me daré cuenta. Estaré masturbándome. Discutiendo con mi abuela. Vendiendo caramelos. Escuchando a Händel. La señorita inspiración. Esa prostituta insoslayable. Ya lo sé. Nunca se fijará en un tipo como yo. Un animal laxante sin atributos. Seguirá su paso taconeando. Pavonándose insulsa. Viajando en primera clase. En una playa lejana. Distante. En otro continente. En su propio continente. Pronta a ser follada. A ser follada por el primer pelafustán que se encuentre trabajando. Mientras tanto escribo. No espero nada de ti. Inspiración. Ni de nadie. Polvo sobre polvo. Allá tú. Pendeja de mierda. Puta. ¡Fuera de aquí!