Rusos
Y
cómo le va a usted con el otro. Ya lo sé. No me diga nada. Le recuerdo un poema de Marina Tsveteava. Pero en serio se lo pregunto. Qué tal le va con el otro. ¿El dulce es más dulce? ¿los trenes llegan a horario? ¿La flor del tomate es más bella? ¿Los ventisqueros son más azules? Se lo pregunto y en verdad no sé por qué se lo pregunto. En verdad que no quiero respuesta. Pero la supongo feliz. Con brío elegante, caminando por la ciudad enarbolando la dicha. Saludando a los pajaritos. Con paso firme, rubor carmesí y gotas de coquetería. Es que me encantaría verla. Despojada de mí. La flor más bella. En verdad que me encantaría verla. Sonreír. Con esa sonrisa que en algún momento será su tumba. Usted lo sabe. Seguramente que usted lo sabe. Le cuento señora, que a mí no me va bien. Para nada bien. Desapareciste de mi vida en el mejor momento de tu vida. En el peor momento de la mía. Escapaste con tu sonrisa. No me va bien. Pero creo que no te enterarás. Tampoco te importará. Fui un pequeño escollo en el roquerío de su vida. Quisiera amanecer mañana sin pensar en usted. Sin tener este cielo de mangostas que ahora tengo. Sin saber cómo le va a usted con el otro. Amanecer y pensar que usted es feliz. Que siempre lo será. Lo mío fue un accidente. Uno más en la ruta de su vida. Usted siempre saldrá indemne. Enarbolando su eterna sonrisa. La dicha a la vuelta de la esquina. Ya lo dijo Maiakovski. La barca del amor se estrelló contra la vida cotidiana.
3 comentarios:
23:22
Las hermosas pololas que uno tuvo, se zambulleron ansiosas en otras braguetas. Enhorabuena, mientras haya pololas y braguetas nuevas.
05:55
Déjeta de weadas, Hugo, y llámame.
11:13
Ouch! A todo el mundo le ha pasado, a mí también, a los 22, y nunca más me presto para esas huevadas. Pero tengo 24 y creo que es muy temprano para decirle nunca más a algo. Para mi, digo. Y a los pololos les doy a todos como caja.
Besos
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