Mamá se muere

Mamá se muere

Mamá se muere. Eso me decía mi hermano Jorge. Mamá se muere, me lo repitió tres veces por teléfono. En quince años  nada sabía de ellos. Había hecho mi vida en Río Gallegos lejos de Buenos Aires. Me había casado. Me había separado, me había vuelto a casar, me había vuelto a separar y ahora estaba nuevamente casado. No sabía nada de ellos hasta que llamó mi hermano Jorge. Mientras me hablaba pensaba en que tenía que pedir permiso en mi trabajo. Que era un incordio todo aquello. Que no estaba en situación de hacer un largo viaje. Pero que también era evidente que tendría que estar allí. Que era una especie de mandato filial, social y hasta ético. Eso pensé. Mamá se muere. Tres veces me lo repitió. Mamá se muere le dije a Florencia, me lo acaba de decir mi hermano Jorge. Tu madre se muere ¿y eso verdaderamente cambia tu vida? me pregunta Florencia, no la ves hace quince años, nunca le has mandado un mensaje en el día de la madre o para navidad, fuiste un bastardo, te echó de casa cuando supo que la policía te buscaba y ahora te preocupas porque tu hermano Jorge dice que tu mamá se muere. Me dice que llamó Alejandra y que necesita hablar conmigo. Alejandra es mi anterior mujer y lo que ella necesita lo sé de sobra, plata, eso necesita Alejandra, siempre es lo mismo, dinero para los niños. Ya sabes lo que necesita Alejandra me dice Florencia. Dinero. Estoy harta de todo esto Manuel. Si no es Alejandra es Muriel. Todos los putos meses llaman y quieren plata, pesos, dólares, euros, libras esterlinas. Cuando me separe de ti te pediré lingotes de oro. Eso te pediré. Lingotes de oro. Y ahora dime Manuel qué puta madre vas a hacer. No me dirás que irás a ver morir a tu madre a Buenos Aires. ¿Y si te instalas una cámara Web? Ellos allá y tú acá y lo ven a través de Skipe. Eso se puede hacer. Es que no puedes viajar Manuel. No es necesario que lo hagas. No podrás hacerlo con toda la cuenta del Supermercado, no te olvides de las cuotas de la nevera, del plasma, no te olvides de Alejandra, de Muriel y sus putas llamadas reclamando yenes. Pongo mi chaqueta y le digo que compraré el billete del bus que sale a las nueve. Comienzo mi novela.



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