Nadie será leyenda
¿Recuerdas aquella noche en que trataste de puta a Cecilia y ella te pegó un bofetón? Eso me preguntó Rubén. La verdad que no lo recordaba. No lo recordaba. Pero sí recuerdo todas esas noches que llegaba casi perfectamente borracho a casa. De la frenética resaca producto de la noche anterior. El recuento difuso de algunos de los bares en donde habíamos estado. De cómo hablábamos fuerte y disonantes. Que nos reíamos de todo. Etcétera. Jóvenes coléricos intentando vivir velozmente la poesía del instante. Cometiendo errores garrafales. Tratando de putas a todas las chicas que estudiaban en colegios de monjas. Escribíamos un par de versos inútiles y nos creíamos Rimbaud. Insultábamos a los del bando contrario. Todo el mundo pertenecía al bando contrario. Figurábamos más inteligentes de lo que verdaderamente éramos. En verdad fuimos una argamasa de mierda y espanto. Pobres tipos circulando alrededor de una fogata apagada. Una borrachera constante y sonante. Parafernalia difusa de un tiempo atroz. Una época que sólo me ha servido para darme cuenta que perdí mi vida en lupanares infectos y malolientes. Impartiendo clases a un auditorio vacío. Absurdos poemas inclasificables. Que ya nadie recuerda. Merezco el absoluto olvido. Una lápida sin nombre y sin fecha. Sabiendo perfectamente que no seré leyenda. Que nadie será leyenda.
2 comentarios:
21:42
La velocidad se paga
con soledad..
20:58
He vivido el reverso, ejecutando actos que ya nadie recuerda, desperdiciando mi vida ante el auditorio que he creído lleno. Una época que me ha servido para darme cuenta que he desperdiciado el tiempo en escenarios impuestos. Merezco el olvido y una placa que diga "no alcanzó a ser leyenda" (fue tarde cuando se dio cuenta que había que vivir).
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