Debo hacerlo. Sin duda. Te levantaré un altar. Por todo aquel tiempo en que vivimos juntos. Te levantaré un altar. Te lo mereces. Nadie como tú. Nadie. Es que te lo mereces. Antes de conocerte mi vida era una rutina constante. Andaba por ahí. Escuchaba música. Leía. Miraba una película. Me juntaba con amigos a beber. Escribía malos poemas contra la dictadura. Luego contra la democracia. Visitaba los prostíbulos. Me peleaba en las cantinas. Iba de un lugar a otro sin rumbo fijo. Luego llegaste tú y todo cambió. Convertiste mi vida en un puto infierno. Me incineraste. Te acostaste con mi mejor amigo. Me cagaste la vida. Con tu filosofía simplona y ramplona horadaste mi alma. Nunca más volví a ser el mismo que antes fui. Te haré un altar. Con lo peor del Universo. Con la foto de Hitler. Con huesos de Nerón. Con cenizas de Pinochet. Con la lengua de Calígula. Con las uñas de Elizabeth Báthory. Y si alguna vez te encuentro en el infierno, te mataré. Te lo juro. Mientras tanto te hago un altar. Para ti. La peor de todas.