M ayas de mierda. Pensaba tener hoy día un lindo espectáculo. Me han fallado. No podré nunca confiar en un puto maya. Imaginaba Nueva York ardiendo por los cuatro costados. España arrasada de espanto. Peor aun de lo que están hoy. O sea, todos muertos. Santiago de Chile desaparecida de todo mapa. Los mapas habían dejado de existir. Todo había dejado de existir. El estadio Maracaná con 100.000 hinchas convertidos en polvo. Bolas de fuego por los cuatro puntos cardinales. Aplastamiento del planeta.
...por los cuatro puntos cardinales Aviones ardiendo volando sin combustible. Los suecos del Nobel de Literatura pidiendo perdón. Clemencia. Llorando. El mar ardiendo licuando a policías, militares e intelectuales. El fin del mundo se  centra en aniquilar al puto viejo de Hugh Hefner. ¡Ellas eran mías!

Nunca más una puta conejita para el puto viejo cabrón. La banca suiza convertida en un kilo de cenizas. El Vaticano una argamasa viscosa roja repelente. Todos los integrantes del Dallas, Cleveland y Arizona de la NFL, cayendo por una grieta de mil kilómetros. La que un día me rompió el corazón, convertida en un gramito de cera. La mierda que un día me robó Venus en el pudridero, convertido en moco gris. Y yo ahí. Esperando mi momento. Sabiendo que he muerto hace mucho tiempo. Que ya no me importa nada. Esperando que el exterminio se cobre su botín. Pero aquello no fue posible. Confié en los mayas. Ahora solo puedo confiar en los políticos.