El retorno del guerrero

El retorno del guerrero

Me tocó estar allí. Por mi país. Por mi país fui a Afganistán. Por la libertad. Por mi familia. Por un mundo mejor. Sabía que llegaría el momento de volver a casa. El deber cumplido. Mientras tanto arena. Desierto. Calor sofocante. No importaba. Combatía. El enemigo se movía y yo también me movía. Eliminar. Cumplir órdenes. Dar órdenes. Formaba parte del batallón aerotransportado 157. Estuve en Nimruz, Uruzgan y en Zabul. La vida en el frente de combate no vale nada. No existe Dios ante la muerte. Se trata de salvar el pellejo y a otra cosa. Volví a casa después de un año. A Wisconsin, a Madison. Allí me esperaba Megan y mis dos hijos. El retorno del guerrero. Nevaba y llevaba en mi pecho las medallas. Abro la cerradura de la puerta y escucho los gritos de placer de Megan. No hice nada. Impasible. Saqué de la nevera una Coca-Cola y volví sobre mis pasos. Retorné a mi base. Nuevamente a Afganistán. Maté a más de 200 putos, sucios y malparidos talibanes.

comentarios:

Qué pasa, curso. dijo...
05:32
 

A mí me pasó lo mismo. Pero yo entré en la habitación y le descerrajé dos tiros a los dos, a mi mujer y a su consolador... bueno, al consolador no le dí y siguió vibrando vibrando vibrando