héctor abad faciolince

héctor abad faciolince



Davanzati: "Mear, seguir meando hasta el día que me muera".

Un náufrago que arroja al mar un mensaje en una botella conserva la esperanza de que algún día alguien lea su mensaje, incluso muchos años después de que él haya muerto de hambre. Yo soy un náufrago que arroja su mensaje al mar, no envuelto en botella alguna, para que se disuelva con la sal, para que se lo trague una tortuga hambrienta. No lanzo ningún pedido de auxilio, no pretendo que nadie me socorra, no tengo hambre de ojos que me salven y me lean, simplemente soy un náufrago y me relato a mí mismo que me muero de sed mientras me estoy muriendo de sed. Escribo y sé que nunca nadie va a leer lo que escribo, escribo porque tengo el vicio incurable de escribir, escribo como quien orina, ni por gusto ni a pesar suyo, sino porque es lo más natural, algo con lo que nació, algo que debe hacer diariamente para no morirse y aunque se éste muriendo. ¿Para qué orina ya un moribundo? ¿Para qué escribe ya un agonizante? Y sin embargo orina. Y sin embargo escribo. Si lo publicara, admitiendo que alguien me lo quisiera publicar, lo primero que pensarían los críticos es que busco algún honor, reconocimiento, notoriedad, fama, plata. Y sí, eso es lo que buscan casi todos, eso es lo que yo mismo buscaba en otros tiempos. Ahora no quiero que nadie me premie porque orino: qué bien orina el señor Davanzati, realmente que bien orina este señor. Tampoco temo que algunos critiquen mi manera de orinar: qué poca fuerza tiene la orina de Davanzati, qué amarilla está, cuánta espuma que saca y qué mal huele. Me importa un bledo lo que piensen sobre mi manera de orinar. No puedo dejar de hacerlo, no sé hacerlo de otra manera. Lo más que me pueden pedir es que escoja un sitio discreto para hacerlo. Cumplo con el precepto. Lo hago a escondidas y no espero que nadie me aplauda por la meada. Lo hago a menudo porque a menudo me dan ganas, porque tomo mucho agua o mucho vino o porque tengo pequeña la vejiga, crecida la próstata, baja la hormona antidiurética, qué sé yo. Lo hago porque si no me reviento por dentro. En realidad, no tendría tampoco nada de malo reventarse, pero es más agradable mear que reventarse. Mear, seguir meando hasta el día que me muera.

Fragmento de la novela "Basura" de Héctor Abad Faciolince.
Editorial Lengua de Trapo, España, 2000.

comentarios:

HE RECOGIDO TU BOTELLA, DAVANZATY. SOY ESE ELEMENTO TENSOR QUE CONFRONTA LA VERACIDAD DE LAS AFIRMACIONES EN EL DISCURSO INTERNO, DE AUTOCONMISERACIÓN INCESANTE. TE HE LEIDO. NO PUEDES DECIR MÁS QUE NADIE VA A LEERTE, PORQUE ALGUIEN YA LO HIZO. TAL VEZ PODAMOS CONTINUAR CONFRONTANDO, TAL VEZ AHORA NO SEA NECESARIO TAMBIÉN SOSTENER QUE SEA A ESCONDIDAS. TAL VEZ A ALGUIEN LE RESULTE MÁS ÚTIL TU NOTORIEDAD Y DEJARSE TOCAR POR TU ESENCIA. LA TORTUGA HAMBRIENTA