Dossier Ramón Díaz Eterovic
Utilizando términos boxísticos podríamos decir que hoy día en Chile, Ramón Díaz Eterovic es, libra por libra, uno de los mejores escritores vivos. Prolífico como el que más, ha hecho de la novela policial un genero mayor. El entrañable detective Heredia se ha convertido de la mano de Díaz Eterovic en nuestro buen amigo, con el cual solemos merodear por las calles de este sufrido Chile. Lo acompañamos en deshacer entuertos, en lidiar con la corrupción, vamos con él a tomar un trago al City, después al hipódromo y luego lo dejamos tranquilo en su oficina cuando vemos llegar una fémina prometedora.
Entre tanta farándula insulsa, malos políticos, negocios turbios y promesas incumplidas, Ramón Díaz Eterovic y su personaje Heredia, el detective más famoso de Chile, actúan como reservorio de un país que quiere, necesita y debe vivir la buena vida.
Inmaculada decepción se complace en presentar este dossier de Díaz Eterovic
Entre tanta farándula insulsa, malos políticos, negocios turbios y promesas incumplidas, Ramón Díaz Eterovic y su personaje Heredia, el detective más famoso de Chile, actúan como reservorio de un país que quiere, necesita y debe vivir la buena vida.
Inmaculada decepción se complace en presentar este dossier de Díaz Eterovic
EL MAYORDOMO YA NO ES EL ASESINO
por Ramón Díaz Eterovic.
El mayordomo ya no es el asesino; no al menos en las novelas que se identifican con lo que algunos autores llamamos el neopolicial latinoamericano, para referirnos a una de las expresiones relevantes en la narrativa latinoamerica de los últimos años, relacionada con la reinstalación del género policíaco como una forma literaria que es revisitada o transgredida, pero que de una u otra manera, apunta a reflexionar sobre situaciones donde la criminalidad que más conmueve a las personas no nace de arrebatos o ambiciones individuales, sino que proviene de las ocultas redes del poder político y económico, y se desarrolla en el marco de una realidad condicionada por el fomento de antivalores, por la vivencia y sobrevivencia a regímenes dictatoriales, por la caída de las certezas ideológicas y la instalación de un modo de vida que se traduce en inseguridad y miedo para la mayoría de las personas. Una atmósfera violenta que ha orientado a las narrativa policíaca latinoamericana, casi imperativamente, a ser contestataria, iluminada por la influencia de la novela negra norteamericana, pero con la fuerza y determinación necesaria para reelaborar el modelo y darle características propias, de acuerdo al medio en el que se expresa.
Los hechos criminales y los enigmas no son de cuarto cerrado, al estilo clásico, ni la aclaración del enigma lleva a encontrarse en las últimas páginas con mayordomos criminales o venenos rebuscados. El crimen y el enigma que lo rodea están en las calles y en los centros de poder, visibles u ocultos, que rigen la sociedad. Por ello, y aún reconociendo que el enigma y su resolución sigue siendo el elemento que dinamiza la trama policial, aprecio que el interés de los autores policíacos latinoamericanos no se centra en crear enigmas que funcionen como perfectos mecanismos de relojería, ni someter a sus lectores a pruebas de intuición o inteligencia. Les importa más el entorno en que se desarrollan los crímenes y las reflexiones que la descripción de ese entorno provoca en los personajes, de modo tal que la investigación del delito asume la condición de pretexto para explorar en las carencias de la sociedad, en la incertidumbre del ciudadano y en la fragilidad de sus sueños más básicos.
La novela policial refleja la perplejidad del hombre enfrentado a una realidad que cada día le es más agresiva y ajena, que le enrostra a diario que es parte, y muchas veces víctima, de un mundo violento. En la novela policial hay una respuesta a esa realidad, y para su reflejo o cuestionamiento, posee elementos apropiados, como son la criminalidad como eje narrativo, las atmósferas opresivas y el discurso desafiante de sus protagonistas. Además, la novela policial privilegia, y tiene en ello algunos de sus mejores atractivos, el desarrollo de historias cotidianas, próximas a la sensibilidad de los lectores; el juego intertextual con otros géneros, la necesaria seducción del lector a través de una historia que atrape sus cinco sentidos, la búsqueda de una acabada expresión literaria. Al respecto de esto último, creo que la narrativa policíaca con la que me siento afín refleja también la intención de sus autores de darle una calidad literaria que trascienda y la proyecten más allá del simple y tradicional juego deductivo, cosa que por lo demás, es una de las herencias de maestros del género como Chandler y Hammett, y de autores latinoamericanos como Osvaldo Soriano, que supieron reconocer la potencialidad del género.
La narrativa policial latinoamericana se despliega a través de relatos donde esta presente la verosimilitud, el rescate de la poesía marginal de las grandes urbes, la parodia, el humor y la ironía. Algunos elementos provienen del cine, el comic, la música popular; todo lo cual permite construir una poética particular y recrear situaciones que generan una alta identificación de parte de los lectores. Junto a esto, otro elemento que reconozco dice relación con el cuestionamiento de los hechos que se narran y de la forma como se hace. Y en esa búsqueda, entre otras cosas, se ha subvertido la estructura tradicional de la novela policíaca -limitada a la resolución de un problema- incluyendo incidencias y reflexiones tangenciales, caracterizaciones psicológicas y sociales que, en definitiva, contribuyen a que este género se acerque a ese viaje literario total que ofrece toda novela, sin adjetivos. Al respecto, comparto lo dicho por Leonardo Padura, en el prólogo de su antología "Variaciones en Negro", cuando señala que "el elemento que más ha coadyuvado a establecer un espíritu de cuerpo entre los neopoliciacos iberoamericanos ha sido una común postura estética que de algún modo los define y caracteriza a todos: la de saberse contadores de historias, creadores de fábulas sobre la sociedad contemporánea (...) empeñados en sostener que la aventura es la sustancia de la mejor novelística de todos los tiempos -desde El Quijote hasta nuestros días".
El mayordomo ya no es el asesino ni los detectives o protagonistas de las novelas son los caballeros distinguidos, ingeniosos, sabihondos y muchas veces arrogantes del policial clásico. El investigador detective privado, policía, periodista, abogado, o cualquiera sea el oficio que ejerza- que encontramos en la mayoría de las novelas policíacas latinoamericanas son seres de carne y hueso que arrastran dudas, culpas y pesares, pero que aún conservan su honor y las energías suficientes como para convertirse en antihéroes provistos de una reserva ética para sacar la basura que se esconde en los callejones. Cada andanza que asumen nuestros antihéroes son un gesto ético que apuntan a develar las injusticias. Sus investigaciones no siempre responden a una lógica, a un pensamiento racional, sino que de preferencia están orientadas por elementos más precarios como la intuición, los sentimientos o una racha de fortuna. Investigaciones que, por otra parte, suelen no terminar con el castigo de los culpables, por cuanto el funcionamiento de los aparatos de justicia tienden a favorecer a los victimarios, y por lo tanto la justicia buscada por el investigador termina siendo parcial, limitada a un sentimiento de deber cumplido. Al mismo tiempo, y pese a desenvolverse en una época caracterizada por una sensibilidad postmoderna, el discurso de estos antihéroes es contrario a todos aquellos aspectos más vulgares que caracterizan al ser postmoderno. Sus dardos suelen dar con certeza en contra de la banalidad, el exitismo como fin de todas los esfuerzos, lo desechable, el consumismo, la frivolidad y la corrupción de los actores políticos. Este discurso dice relación con la realidad en que nacen y se desenvuelven estos antihéroes, y que no es otra que la de países donde convive el subdesarrollo más feroz con las manifestaciones más perversas del neoliberalismo.
El mayordomo ya no es el asesino y las novelas policíacas de los escritores latinoamericanos están protagonizadas por sobrevivientes de la historia de las últimas décadas y por resistentes al nuevo orden que se impone. No es una literatura complaciente y los autores que la desarrollan son unos eternos sospechosos, porque en sus relatos hablan de dos temas que siempre van a ser incómodos para los que detentan el poder: la verdad y la justicia. Por eso también tienen lectores que se identifican con los personajes y situaciones que crean.
Finalmente quiero decir que estas consideraciones expresadas sobre la narrativa policial están presentes en mis novelas. Mi condición de novelista policiaco nació de la afición por un género donde siempre encontréhistorias atractivas y vitales que leer, por mi apego a sus protagonistas que tantas veces alimentaron mis deseos de aventuras y de justicia; y de la búsqueda de una forma de expresión que me permitiera entregar una cronología de una sociedad bajo vigilancia, como lo es la chilena a partir del año 1973. Mi pretensión no ha sido otra que escribir desde los códigos de una forma literaria que me apasiona y tratar que mis palabras, junto con entretener a sus lectores,provoquen en ellos una mirada más atenta, menos complaciente con el pasado y con la época en que vivimos.
Los hechos criminales y los enigmas no son de cuarto cerrado, al estilo clásico, ni la aclaración del enigma lleva a encontrarse en las últimas páginas con mayordomos criminales o venenos rebuscados. El crimen y el enigma que lo rodea están en las calles y en los centros de poder, visibles u ocultos, que rigen la sociedad. Por ello, y aún reconociendo que el enigma y su resolución sigue siendo el elemento que dinamiza la trama policial, aprecio que el interés de los autores policíacos latinoamericanos no se centra en crear enigmas que funcionen como perfectos mecanismos de relojería, ni someter a sus lectores a pruebas de intuición o inteligencia. Les importa más el entorno en que se desarrollan los crímenes y las reflexiones que la descripción de ese entorno provoca en los personajes, de modo tal que la investigación del delito asume la condición de pretexto para explorar en las carencias de la sociedad, en la incertidumbre del ciudadano y en la fragilidad de sus sueños más básicos.
La novela policial refleja la perplejidad del hombre enfrentado a una realidad que cada día le es más agresiva y ajena, que le enrostra a diario que es parte, y muchas veces víctima, de un mundo violento. En la novela policial hay una respuesta a esa realidad, y para su reflejo o cuestionamiento, posee elementos apropiados, como son la criminalidad como eje narrativo, las atmósferas opresivas y el discurso desafiante de sus protagonistas. Además, la novela policial privilegia, y tiene en ello algunos de sus mejores atractivos, el desarrollo de historias cotidianas, próximas a la sensibilidad de los lectores; el juego intertextual con otros géneros, la necesaria seducción del lector a través de una historia que atrape sus cinco sentidos, la búsqueda de una acabada expresión literaria. Al respecto de esto último, creo que la narrativa policíaca con la que me siento afín refleja también la intención de sus autores de darle una calidad literaria que trascienda y la proyecten más allá del simple y tradicional juego deductivo, cosa que por lo demás, es una de las herencias de maestros del género como Chandler y Hammett, y de autores latinoamericanos como Osvaldo Soriano, que supieron reconocer la potencialidad del género.
La narrativa policial latinoamericana se despliega a través de relatos donde esta presente la verosimilitud, el rescate de la poesía marginal de las grandes urbes, la parodia, el humor y la ironía. Algunos elementos provienen del cine, el comic, la música popular; todo lo cual permite construir una poética particular y recrear situaciones que generan una alta identificación de parte de los lectores. Junto a esto, otro elemento que reconozco dice relación con el cuestionamiento de los hechos que se narran y de la forma como se hace. Y en esa búsqueda, entre otras cosas, se ha subvertido la estructura tradicional de la novela policíaca -limitada a la resolución de un problema- incluyendo incidencias y reflexiones tangenciales, caracterizaciones psicológicas y sociales que, en definitiva, contribuyen a que este género se acerque a ese viaje literario total que ofrece toda novela, sin adjetivos. Al respecto, comparto lo dicho por Leonardo Padura, en el prólogo de su antología "Variaciones en Negro", cuando señala que "el elemento que más ha coadyuvado a establecer un espíritu de cuerpo entre los neopoliciacos iberoamericanos ha sido una común postura estética que de algún modo los define y caracteriza a todos: la de saberse contadores de historias, creadores de fábulas sobre la sociedad contemporánea (...) empeñados en sostener que la aventura es la sustancia de la mejor novelística de todos los tiempos -desde El Quijote hasta nuestros días".
El mayordomo ya no es el asesino ni los detectives o protagonistas de las novelas son los caballeros distinguidos, ingeniosos, sabihondos y muchas veces arrogantes del policial clásico. El investigador detective privado, policía, periodista, abogado, o cualquiera sea el oficio que ejerza- que encontramos en la mayoría de las novelas policíacas latinoamericanas son seres de carne y hueso que arrastran dudas, culpas y pesares, pero que aún conservan su honor y las energías suficientes como para convertirse en antihéroes provistos de una reserva ética para sacar la basura que se esconde en los callejones. Cada andanza que asumen nuestros antihéroes son un gesto ético que apuntan a develar las injusticias. Sus investigaciones no siempre responden a una lógica, a un pensamiento racional, sino que de preferencia están orientadas por elementos más precarios como la intuición, los sentimientos o una racha de fortuna. Investigaciones que, por otra parte, suelen no terminar con el castigo de los culpables, por cuanto el funcionamiento de los aparatos de justicia tienden a favorecer a los victimarios, y por lo tanto la justicia buscada por el investigador termina siendo parcial, limitada a un sentimiento de deber cumplido. Al mismo tiempo, y pese a desenvolverse en una época caracterizada por una sensibilidad postmoderna, el discurso de estos antihéroes es contrario a todos aquellos aspectos más vulgares que caracterizan al ser postmoderno. Sus dardos suelen dar con certeza en contra de la banalidad, el exitismo como fin de todas los esfuerzos, lo desechable, el consumismo, la frivolidad y la corrupción de los actores políticos. Este discurso dice relación con la realidad en que nacen y se desenvuelven estos antihéroes, y que no es otra que la de países donde convive el subdesarrollo más feroz con las manifestaciones más perversas del neoliberalismo.
El mayordomo ya no es el asesino y las novelas policíacas de los escritores latinoamericanos están protagonizadas por sobrevivientes de la historia de las últimas décadas y por resistentes al nuevo orden que se impone. No es una literatura complaciente y los autores que la desarrollan son unos eternos sospechosos, porque en sus relatos hablan de dos temas que siempre van a ser incómodos para los que detentan el poder: la verdad y la justicia. Por eso también tienen lectores que se identifican con los personajes y situaciones que crean.
Finalmente quiero decir que estas consideraciones expresadas sobre la narrativa policial están presentes en mis novelas. Mi condición de novelista policiaco nació de la afición por un género donde siempre encontréhistorias atractivas y vitales que leer, por mi apego a sus protagonistas que tantas veces alimentaron mis deseos de aventuras y de justicia; y de la búsqueda de una forma de expresión que me permitiera entregar una cronología de una sociedad bajo vigilancia, como lo es la chilena a partir del año 1973. Mi pretensión no ha sido otra que escribir desde los códigos de una forma literaria que me apasiona y tratar que mis palabras, junto con entretener a sus lectores,provoquen en ellos una mirada más atenta, menos complaciente con el pasado y con la época en que vivimos.
POEMAS DE RAMÓN DÍAZ ETEROVIC
EL MUNDIAL DEL 62
Era el Mundial del 62.
Mi hermana recortaba las fotos de Pelé
de los diarios que venían de un país lejano llamado Santiago.
Un tío comentó que en Chile había nacido la televisión.
En ese tiempo lloraba todas las noches
por no saber dividir ni multiplicar.
Era el Mundial del 62.
Un vecino yugoslavo tocaba el violín
cada vez que su equipo patrio ganaba.
En la mesa se hablaba de fútbol y del costo de la vida.
Yo trataba de ingeniar la manera
de alcanzar la caja de galletas sobre la alacena.
En el cine de los domingos veíamos
los goles de Eladio Rojas y las películas de Audie Murphie.
Era el mundial del 62.
Un amigo del barrio se rompió la frente atajando a lo Misael Escuti.
Cuando llovía yo leía sin tener las historietas de Walt Disney.
Todavía no entendía la penetración de los medios de comunicación,
la canalla imperialista ni las fluctuaciones de la balanza de pago.
Era el mundial del 62.
Cuando se supo que Chile salía tercero yo comía churrascos fritos.
Se criticaba el cierre del puerto libre
(complejo coloquial de puerto venido a menos).
Se escuchaban las canciones de Dean Reed
como quien reza el padrenuestro.
Era el mundial del 62.
Mucho más no recuerdo, salvo que me sentí contento
de saber que Santiago también era Chile,
y que el próximo año también tendría que ir a la escuela.
Era el Mundial del 62.
Cárdenas
Algunas tardes vuelvo a la cantina
donde él embriagaba su sonrisa provinciana.
Sus poemas
saltan a mi memoria copos de nieve, huidizos y lejanos igual
que esas calles que recorrimos mientras el viento
del sur y en el corazón-
nos decía que éramos indestructibles.
Algunas tardes
asoma su nombre en el vino que bebo.
Es como una llama que ilumina el camino,
ahora que estoy solo
y los amigos se han ido sin anunciar
el día del próximo encuentro.
Leo un verso de Vretakos
"Se parecen mis versos al contacto dorado del sol sobre la nieve".
Pienso en una tarde de invierno en Punta Arenas.
Las calles nevadas, los sueños limpios.
Deseo volver a mis mañanas de infancia,
camino a la escuela,
con el gorro de lana cubriendo mis orejas
y mis bototos rompiendo la paz de la nieve
acumulada en la vereda.
La infancia no es más que una quimera
y lo único real son los sentimientos maltrechos
del hombre que recuerda.
UN CUENTO DE RAMÓN DÍAZ ETEROVIC
VI MORIR A HANK QUILAN
UNO
En aquellos días Santiago mostraba el aspecto abandonado y tranquilo que adquiere cuando la mayoría de la gente toma sus vacaciones veraniegas y sale en avalancha hacia la playa o el campo. Había terminado un trabajo relacionado con la muerte de un crítico literario y tenía dinero para sobrevivir hasta el fin del verano, sin preocuparme por el arriendo de mi departamento ni de la comida diaria de mi gato Simenon.
Una tarde fui al Cine Liberty a ver una copia remozada de "Sed de Mal"; película de Orson Welles que había visto años atrás y de la que recordaba la escena donde Hank Quilan, gordo, alcohólico y derrotado, luchaba contra el deseo de beber una copa, mientras enfrentaba a Marlene Dietrich, su bella amante de otra época. En la sala había quince espectadores y un gato dormitando en medio del pasillo. Al término de la exhibición entréa un bar y bebí una cerveza tan gélida como la sonrisa de Boris Karloff. Después regresé a mi departamento con la tristeza de él que se ha visto en un espejo implacable. Me acosté, oí a Chet Baker y me dormía arrullado por el calor de la noche.
Semanas después vino a verme la madre de Elisa Campos. Era una mujer joven, ojerosa y pálida. Cuando entró a la oficina no parecía muy convencida de los pasos que estaba dando. Advertí su nerviosismo y esperéa que se armara de valor para explicarme el motivo de su visita. Observó el interior de la oficina y se detuvo frente al afiche de Laurel y Hardy que colgaba en uno de los muros.
-¿Le gusta el cine? - preguntó, esbozando una sonrisa atravesada por la tristeza.
-Desde que vi a Chaplin por primera vez. Me eduqué en un orfanato donde nos llevaban, dos o tres veces al año, a un cine de barrio en el que exhibían programas triples. Mis favoritas eran las cintas de vaqueros protagonizadas por Randoll Scott y Gary Cooper. En ese tiempo tenía fe ciega en los jovencitos de las películas. Ahora ya no.
-Mi hija Elisa era fanática del cine. Su dormitorio aún está lleno de fotos de artistas famosos.
-¿Por qué habla de ella en tiempo pasado?
-Mi hija está muerta. La asesinaron a la salida de un cine.
-Lo siento - dije y desvié la mirada hacia la ventana, sin saber qué más decir.
El día estaba caluroso y el sol entraba en la oficina con entusiasmo. La madre de Elisa se acomodó en una silla y extrajo de su cartera un pañuelo con el que secó sus lágrimas.
-¿En qué puedo ser útil? - pregunté.
-Atrape al que mató a Elisa.
-¿Fue a la policía? pregunté sin muchas ganas de inmiscuirme en un nuevo caso.
-Una y otra vez. Siempre dicen que están investigando y que no debo perder la esperanza de encontrar al culpable. Estoy harta de sus excusas. Por eso seguí los consejos de una amiga y busqué un detective privado en las páginas amarillas.
La mujer volvió a hurgar en la cartera y del interior sacó unos recortes de prensa que dejó a mi alcance, sobre el escritorio. Algunos ya los había leído, porque el caso del psicópata de Hollywood- como le llamaban los periodistas - ocupaba profusamente las crónicas rojas de los diarios.
-Cuatro mujeres en los últimos ocho meses - comentó.
-¿Cuándo y dónde asesinaron a su hija?
-La noche anterior al día de San Valentín; a la salida del Cine Liberty.
-¡La misma noche que vi morir a Hank Quilan!
DOS
Cuatro mujeres, de veinte a treinta años, habían sido ultimadas sin una razón aparente. Tres de ellas tenían la costumbre de ir solas al cine y las cuatro habían muerto en los alrededores de las salas de exhibición, mientras regresaban a sus casas. La prensa daba cuenta detallada de los asesinatos, recogía los vagos testimonios de los testigos y acentuaba el misterio que rodeada las muertes, sin atreverse a formular hipótesis acerca de la causa. De la policía se decía lo habitual. Que seguía las pistas y avanzaba hacia una pronta resolución de las pesquisas. La verdad - leída entre líneas - parecía ser que estaba tan perpleja como yo al terminar de leer los recortes.
La rabia y la impotencia me llevaron a investigar. La rabia de estar en el lugar de los hechos y no haber percibido la proximidad del crimen; la impotencia de conocer la noticia y pensar que pude estar sentado al lado de la víctima o en la taquilla, codo a codo con el asesino. Salvo haber compartido la misma sala con Elisa, no tenía nada de que asirme para resolver el enigma. Las cuatro mujeres habían dejado los cines aparentemente solas y ninguno de los empleados recordaba que las hubiera abordado algún extraño. Las dos primeras habían muerto en los alrededores de la Cadena Cinema, la tercera cerca de un cine de películas eróticas, y Elisa, a dos cuadras del Cine Liberty. Escribí un resumen de mis lecturas y luego llamé a Doris Fabra, una amiga del Servicio de Investigaciones con la que a veces intercambio antecedentes sobre nuestros casos. Ella sabía más datos de los que aparecían en los diarios y no tuvo reparos para compartir su información.
Cristina Pérez, la primera de las víctimas, trabajaba de secretaria en una importadora de autos. Tenía treinta años y vivía en una pensión ubicada en la calle Catedral. No tenía amigos y en su oficina estaba bien conceptuada, aunque la tenían por una persona huraña que casi no compartía con sus compañeras de trabajo y pocas veces contaba algo de su vida privada. La segunda víctima se llamaba Fresia Calbert. Estudiaba sociología en la universidad y la noche de su muerte había esperado en vano a su pololo, un empleado bancario que fue retenido por un asunto urgente en su trabajo. La pareja llevaba tres años de romance y esperaba contraer matrimonio a la brevedad, en cuanto el novio fuera ascendido a jefe de sucursal. Gina Urzúa, la mujer asesinada a la salida del cine erótico, había estado casada con un vendedor viajero. No tenían hijos y sus vecinos aseguraban que los días en que su esposo andaba de viaje, solía llegar tarde a su departamento. Consultado sobre sus gustos cinematográficos, el esposo negó conocer las aficiones eróticas de su pareja y se mostró tan sorprendido como la policía. Se investigaban sus posibles amistades fuera del hogar, pero todas las preguntas conducían a un idéntico túnel sin salida. Con relación a Elisa Campos, mi amiga Doris confirmó la información entregada por la madre de la víctima. Nada parecía unir a las cuatro mujeres, salvo la muerte y el hecho de que el victimario había atado un trozo de película alrededor de sus cuellos.
Visité la Cadena Cinema. Los empleados no querían responder mis preguntas, y sólo uno de ellos, un muchacho a cargo del aseo de las salas, confesó que la administración les tenía prohibido conversar del tema con extraños. Interrogué a los dependientes de un par de tiendas, a dos quiosqueros y concluí que no había mucho que hacer en el lugar. Pedí una gaseosa en el cafetín instalado frente a la boletería y mientras la bebía contemplé a los espectadores que, como una tropilla destinada a la engorda, entraban a las salas portando grandes bolsas de cabritas, bebidas y galletas. Enseguida, busqué el auto estacionado en subterráneos del cine y regresé a mi barrio.
TRES
Hice un par de llamadas telefónicas desde mi oficina y salí hacia la sala donde había asistido a su última función la tercera de las víctimas. Pregunté por ella al empleado que vendía las entradas y sus respuestas sirvieron para ratificar que la mujer era una espectadora frecuente y que siempre iba sola. El cine estaba en medio de una galería comercial, al final de un pasillo atestado de tiendas de ropa para guaguas y peluquerías. La cartelera anunciaba títulos como "La insaciable profesora" y "Nalgas implacables" y dentro de la sala los espectadores seguían atentamente los desplazamientos de una rubia de pechos desbordantes. En el lugar flotaba un fuerte olor a sudor. Cuando mis ojos se acostumbraron a la penumbra distinguí en la segunda fila a una mujer que estaba sola y parecía observar con interés las imágenes proyectadas en la pantalla. Consulté la hora en mi reloj. Restaban veinte o treinta minutos para el fin de la película que cerraba el programa del día.
Cuando se encendieron las luces, la mujer caminó cabizbaja hacia la salida y se detuvo un instante frente al afiche de una película que estrenarían en dos semanas. Parecía esperar a alguien, pero me equivoqué. Luego de un rato, encendió un cigarrillo y se puso a caminar. Fui tras de sus pasos mientras ella entraba a la galería comercial. A los pocos minutos advertí que un hombre la seguía. Era joven y alto. Vestía una campera de cuero y pantalones ajustados. La mujer no se dio cuenta que el extraño la perseguía como una sombra. Salió de la galería y cruzó la Plaza de Armas. Se detuvo frente a un artista que ofrecía sus óleos y el extraño se ubicó a sus espaldas. Lo vi buscar algo en sus bolsillos y me preparé a observar el brillo de una navaja. La mujer preguntó algo al artista y enseguida retomó su marcha. El hombre la imitó. Avanzaron por el Paseo Ahumada y antes de llegar a la calle Agustinas, la mujer entró a un edificio. El hombre continuó su camino y yo seguí tras él hasta que entró al Café Haití, donde lo aguardaba un amigo.
Regresé al cine a la semana siguiente y volví a ver a la mujer. Nadie la siguió al término de la función. Continuaba sin una pista de la cual asirme, salvo la certeza de que en todos los casos el asesino era uno solo y que, tarde o temprano, abandonaría su anonimato. Durante un mes recorrí otras salas y en dos oportunidades volví al Liberty con la esperanza de encontrar a una mujer sola. En una de ellas, mientras miraba los carteles expuestos en la entrada, descubrí que había pasado por alto un detalle.
CUATRO
-Pierdes el tiempo, Heredia - dijo Doris Fabra, desanimada -. El asesino ha tenido el cuidado de borrar todas sus huellas. Mis colegas y yo llevamos varios meses investigando y no hemos averiguado nada. He llegado a pensar que es un maldito fantasma aficionado a las películas y las mujeres solas.
Nos habíamos reunidos en su oficina y sobre el escritorio estaban los trozos de película encontrados junto a las mujeres asesinadas. Las examiné con atención. Ninguna de las imágenes me dijo nada.
-¿Qué pensabas encontrar en esas películas? - preguntó Doris.
-El asesino las dejó junto a los cuerpos de sus víctimas por alguna razón. ¿Desafío para el ingenio de la policía? ¿Una pista para ser atrapado?
-Temo no compartir el mismo entusiasmo. Has visto muchas veces las películas de Hannibal Lecter.
-Un asesino en serie busca llamar la atención para demostrar que es más astuto que la policía o posibilitar su captura. Quisiera que un amigo cinéfilo viera los fragmentos de las cintas.
-La verdad es que el asunto nos tiene bastante cabreados. Los periodistas nos cargan las tintas y en cada una de sus crónicas quedamos como chaleco de mono. Por un par de días nadie echará de menos las películas. Cuando las desocupe, me las devuelve y seguimos tan amigos como siempre.
-¿Amigos, nada más? pregunté, al tiempo que observaba sus atractivos labios rojos.
Eliseo Cenzano escribía comentarios de cine para varios diarios y revistas, utilizando los seudónimos de "Nickolson" y "Valentino". Su departamento estaba atestado de cintas de vídeo, afiches de películas y biografías de artistas famosos. Podía recitar sin esfuerzo los créditos de cualquier largometraje y en un lugar destacado de su biblioteca tenía enmarcado el autógrafo que su padre le había pedido a Humphrey Bogart, cuando el protagonista de "Casablanca" filmaba "Cayo Largo".
-¿Puedes reconocer a qué filmes pertenecen? - pregunté, enseñándole las películas que había dejado sobre su escritorio.
-¿De qué se trata? ¿Un concurso?
-Curiosidad, sólo curiosidad.
-¿En que lío estás metido?
-Un lío oscuro. Para resolverlo necesito de tu buena memoria.
Cenzano tomó una de las películas y la miró a contraluz.
-"El fugitivo Josey Wales" - dijo, sonriendo -. La dirigió y protagonizó Clint Eastwood en 1976.
Anoté el nombre de la película en un papel, mientras Eliseo tomaba con sus manos regordetas el segundo trozo de celuloide.
-"Educando a Arizona" de los hermanos Joel y Ethan Coen -agregó casi de inmediato.
-¡Hasta ahora vas bien!
Cenzano comenzó a mirar el tercer trozo de película, sin prestar atención a mis palabras.
-"La Pandilla Salvaje" de Sam Peckinpah. Uno de mis directores predilectos. También filmó la novela The Getaway de Jim Thompson.
-Queda una - dije y esperé a que mi amigo terminará su trabajo.
-"Splendor" de Ettore Scola -sentenció el crítico. La próxima vez que quieras probar mis conocimientos, trae algo más difícil.
-Te debo un favor Eliseo.
-¿Te sirve la información?
-Aún no lo sé - respondí antes de ponerlo al tanto de los crímenes que investigaba.
Al día siguiente fui a la hemeroteca de la Biblioteca Nacional y revisé la información cinematográfica publicada en la prensa durante los dos últimos años. Mientras anotaba los nombres de las películas exhibidas el día que murió la primera mujer, reconocí el cosquilleo que siento cuando estoy a punto de atar los extremos de unos cabos. Salí de la biblioteca y llamé a Doris Fabra desde un teléfono público. Nos encontramos en una fuente de soda ubicada en la calle Nataniel, al lado del antiguo cine Continental, donde años atrás había visto "Taxi Driver" y estaba convertido en un templo evangélico, como la mayoría de los viejos cines de Santiago.
Doris Fabra escuchó en silencio y luego movió la cabeza, no muy convencida de mis ideas respecto a los asesinatos.
-¿Qué lo hace sentirse tan seguro? - preguntó finalmente.
-El cosquilleo en las manos.
CINCO
Transcurrieron algunas semanas y en el cielo comenzaron a desfilar las nubes, anunciando el arribo del invierno con su carga de lluvias que anegaban las calles y hacían trabajar horas extras a los alcaldes. Nuevos casos seguían llegando a mi oficina, y en mis ratos libres buscaba los rastros del asesino de las cuatro mujeres.
Nunca había ido tanto al cine y comenzaba a creer que la pista encontrada en los carteles del Liberty sólo era una mala jugada de mi imaginación. Sin embargo, los afiches y las respuestas de Cenzano podían más que mis dudas. Había escrito un nombre en mi añosa libreta de apuntes y debía esperar a que el sospechoso decidiera atacar una vez más.
Era de noche y una espesa niebla caía sobre Santiago. Me arrellané en la misma butaca que había ocupado en los últimos días. Proyectaban un largometraje de Woody Allen y en la platea había una centena de espectadores que reían a mandíbula batiente. En la cuarta fila estaba sentada una mujer. La había visto entrar con una barra de chocolate en las manos. Era joven, y en su manera de caminar, con los hombros inclinados hacia adelante, advertí algo triste, desganado. Tal vez era la mujer que el asesino y yo esperábamos. Intenté prestar atención al film, pero constantemente mi mirada se desvió hacia la silueta femenina. La ansiedad, sentada a mi lado, me abrazaba. Jamás una película me pareció tan larga. Miré hacia la cabina de proyección y me cegó el haz de luz que emergía de su ventanilla. Intenté reconocer los rostros de la gente que estaba a mí alrededor y por algunos segundos acariciéla pistola que portaba en mi chaqueta.
La película llegó a su fin. Esperé a que los espectadores se pusieran de pie y concentré mi atención en la mujer. Ella no tenía prisa. Permaneció sentada unos minutos y luego, con el mismo desgano de unas horas antes, buscó la salida.
Caminé tras ella. En la calle continuaba lloviendo, pero eso no parecía molestar a la mujer que se detuvo en dos ocasiones a mirar las vitrinas iluminadas de unas tiendas. Fue entonces cuando advertí la cercanía del hombre. Conocía su nombre desde hacia un mes, y algunas tardes lo había observado cuando llegaba a su trabajo, puntual y con aparente entusiasmo. Era alto, desgarbado y usaba gafas de marcos negros. La mujer dobló en una esquina, internándose por una vereda solitaria y mal iluminada. El hombre la siguió y yo fui tras él, procurando no despertar sus sospechas.
Se abalanzó sobre ella al llegar frente a una casa abandonada. Escuché un grito entrecortado y pensé que no alcanzaría a evitar el quinto homicidio. Avancé al encuentro del asesino, y éste, al escuchar mis pasos, soltó a su víctima y comenzó a correr.
- Quédese donde está - grité a la mujer que miraba a su alrededor sin comprender cabalmente lo que sucedía.
El agresor no llegó muy lejos. Lo alcancé antes de llegar al final de la cuadra, y le asesté un golpe en la espalda. Trastabilló. Dio un paso incierto y cayó de rodillas sobre la vereda.
- Terminó la función, Vicente Pérez - dije, al tiempo que le apuntaba con la pistola.
Lo miré a los ojos, y él bajó la mirada, apesadumbrado.
- Quiero ver lo que trae en los bolsillos - agregué.
Obedeció y puso en el suelo algunas monedas, un pañuelo azul, dos biromes y un pequeño rollo de película.
SEIS
-Riesgos innecesarios - dijo la mujer policía -. ¿Por qué no me dijiste lo que pensaba hacer?
Estábamos en el bar "Olímpico", en la calle Morandé. A nuestro lado, Cenzano seguía con interés la conversación.
-Deseaba atraparlo en acción, con las manos en la masa, o en el cuello para ser más preciso.
-¿Cómo supiste que era él? - preguntó Cenzano.
-Por las películas que te hice reconocer. Leí la programación de los cines durante los dos últimos años y descubrí que las cuatro películas habían sido exhibidas en el Liberty. El resto fue relativamente fácil. Investiguéa quienes tenían acceso a la cabina de proyección. Al principio sospeché del operador. Lo seguí varias noches, averigüé sus antecedentes y concluí que no podía ser el culpable. En los días de los asesinatos de las tres primeras mujeres estaba trabajando. En cuanto al asesinato de Elisa, es imposible que al terminar la proyección, hubiera tenido tiempo para abandonar la cabina y seguirla. El hombre tiene un defecto en la pierna izquierda y renguea.
- ¿Entonces, qué hiciste? - volvió a preguntar Cenzano.
-El encargado de transportar las películas también tenía acceso a la cabina de proyección. Como tú sabes, la copia de una película se exhibe en varios cines a la vez y siempre hay alguien a cargo de trasladar los rollos. Supe que la proyectora del Liberty es antigua y que las cintas suelen cortarse y perder algunos metros. Las películas se pegan con acetona y los cortes van a dar al basurero. Vicente Pérez era el encargado de vaciarlos.
-Confesó de inmediato - intervino Doris -. Deseaba ser descubierto. Por eso dejó el celuloide atado en los cuellos de sus víctimas. Al comienzo dijo que buscaba provocar pánico entre los espectadores de las grandes cadenas y de las salas de películas eróticas, que son las que han quitado clientela al Liberty. La sala funciona de milagro; por la empecinada nostalgia del dueño que se niega a pedir la quiebra del negocio. No tiene futuro y lo más seguro es que la sala termine transformada en farmacia o sucursal bancaria. Pérez temía quedar sin trabajo. Sin embargo, el psicólogo que lo examinó dijo que eso es falso. Pérez tiene acentuados rasgos de psicópata.
-Eso explica que matara a una espectadora del cine donde trabajaba -comenté -. No pudo controlar su instinto asesino.
-Es la misma conclusión del psicólogo que elaboró el informe sobre la personalidad de Pérez - dijo Doris, y luego de beber un sorbo de cerveza, agregó -: Fue buena tu corazonada, Heredia. Debí creer en ella desde el inicio.
-Ahora sólo me queda conversar con la madre de Elisa Campos.
-Sólo por curiosidad - interrumpió Cenzano -. Los fotogramas que portaba Reyes al ser descubierto, ¿a qué película pertenecen?
-"Sed de Mal" de Orson Welles respondí -. Son de la escena en que muere el corrupto Hank Quinlan.
En aquellos días Santiago mostraba el aspecto abandonado y tranquilo que adquiere cuando la mayoría de la gente toma sus vacaciones veraniegas y sale en avalancha hacia la playa o el campo. Había terminado un trabajo relacionado con la muerte de un crítico literario y tenía dinero para sobrevivir hasta el fin del verano, sin preocuparme por el arriendo de mi departamento ni de la comida diaria de mi gato Simenon.
Una tarde fui al Cine Liberty a ver una copia remozada de "Sed de Mal"; película de Orson Welles que había visto años atrás y de la que recordaba la escena donde Hank Quilan, gordo, alcohólico y derrotado, luchaba contra el deseo de beber una copa, mientras enfrentaba a Marlene Dietrich, su bella amante de otra época. En la sala había quince espectadores y un gato dormitando en medio del pasillo. Al término de la exhibición entréa un bar y bebí una cerveza tan gélida como la sonrisa de Boris Karloff. Después regresé a mi departamento con la tristeza de él que se ha visto en un espejo implacable. Me acosté, oí a Chet Baker y me dormía arrullado por el calor de la noche.
Semanas después vino a verme la madre de Elisa Campos. Era una mujer joven, ojerosa y pálida. Cuando entró a la oficina no parecía muy convencida de los pasos que estaba dando. Advertí su nerviosismo y esperéa que se armara de valor para explicarme el motivo de su visita. Observó el interior de la oficina y se detuvo frente al afiche de Laurel y Hardy que colgaba en uno de los muros.
-¿Le gusta el cine? - preguntó, esbozando una sonrisa atravesada por la tristeza.
-Desde que vi a Chaplin por primera vez. Me eduqué en un orfanato donde nos llevaban, dos o tres veces al año, a un cine de barrio en el que exhibían programas triples. Mis favoritas eran las cintas de vaqueros protagonizadas por Randoll Scott y Gary Cooper. En ese tiempo tenía fe ciega en los jovencitos de las películas. Ahora ya no.
-Mi hija Elisa era fanática del cine. Su dormitorio aún está lleno de fotos de artistas famosos.
-¿Por qué habla de ella en tiempo pasado?
-Mi hija está muerta. La asesinaron a la salida de un cine.
-Lo siento - dije y desvié la mirada hacia la ventana, sin saber qué más decir.
El día estaba caluroso y el sol entraba en la oficina con entusiasmo. La madre de Elisa se acomodó en una silla y extrajo de su cartera un pañuelo con el que secó sus lágrimas.
-¿En qué puedo ser útil? - pregunté.
-Atrape al que mató a Elisa.
-¿Fue a la policía? pregunté sin muchas ganas de inmiscuirme en un nuevo caso.
-Una y otra vez. Siempre dicen que están investigando y que no debo perder la esperanza de encontrar al culpable. Estoy harta de sus excusas. Por eso seguí los consejos de una amiga y busqué un detective privado en las páginas amarillas.
La mujer volvió a hurgar en la cartera y del interior sacó unos recortes de prensa que dejó a mi alcance, sobre el escritorio. Algunos ya los había leído, porque el caso del psicópata de Hollywood- como le llamaban los periodistas - ocupaba profusamente las crónicas rojas de los diarios.
-Cuatro mujeres en los últimos ocho meses - comentó.
-¿Cuándo y dónde asesinaron a su hija?
-La noche anterior al día de San Valentín; a la salida del Cine Liberty.
-¡La misma noche que vi morir a Hank Quilan!
DOS
Cuatro mujeres, de veinte a treinta años, habían sido ultimadas sin una razón aparente. Tres de ellas tenían la costumbre de ir solas al cine y las cuatro habían muerto en los alrededores de las salas de exhibición, mientras regresaban a sus casas. La prensa daba cuenta detallada de los asesinatos, recogía los vagos testimonios de los testigos y acentuaba el misterio que rodeada las muertes, sin atreverse a formular hipótesis acerca de la causa. De la policía se decía lo habitual. Que seguía las pistas y avanzaba hacia una pronta resolución de las pesquisas. La verdad - leída entre líneas - parecía ser que estaba tan perpleja como yo al terminar de leer los recortes.
La rabia y la impotencia me llevaron a investigar. La rabia de estar en el lugar de los hechos y no haber percibido la proximidad del crimen; la impotencia de conocer la noticia y pensar que pude estar sentado al lado de la víctima o en la taquilla, codo a codo con el asesino. Salvo haber compartido la misma sala con Elisa, no tenía nada de que asirme para resolver el enigma. Las cuatro mujeres habían dejado los cines aparentemente solas y ninguno de los empleados recordaba que las hubiera abordado algún extraño. Las dos primeras habían muerto en los alrededores de la Cadena Cinema, la tercera cerca de un cine de películas eróticas, y Elisa, a dos cuadras del Cine Liberty. Escribí un resumen de mis lecturas y luego llamé a Doris Fabra, una amiga del Servicio de Investigaciones con la que a veces intercambio antecedentes sobre nuestros casos. Ella sabía más datos de los que aparecían en los diarios y no tuvo reparos para compartir su información.
Cristina Pérez, la primera de las víctimas, trabajaba de secretaria en una importadora de autos. Tenía treinta años y vivía en una pensión ubicada en la calle Catedral. No tenía amigos y en su oficina estaba bien conceptuada, aunque la tenían por una persona huraña que casi no compartía con sus compañeras de trabajo y pocas veces contaba algo de su vida privada. La segunda víctima se llamaba Fresia Calbert. Estudiaba sociología en la universidad y la noche de su muerte había esperado en vano a su pololo, un empleado bancario que fue retenido por un asunto urgente en su trabajo. La pareja llevaba tres años de romance y esperaba contraer matrimonio a la brevedad, en cuanto el novio fuera ascendido a jefe de sucursal. Gina Urzúa, la mujer asesinada a la salida del cine erótico, había estado casada con un vendedor viajero. No tenían hijos y sus vecinos aseguraban que los días en que su esposo andaba de viaje, solía llegar tarde a su departamento. Consultado sobre sus gustos cinematográficos, el esposo negó conocer las aficiones eróticas de su pareja y se mostró tan sorprendido como la policía. Se investigaban sus posibles amistades fuera del hogar, pero todas las preguntas conducían a un idéntico túnel sin salida. Con relación a Elisa Campos, mi amiga Doris confirmó la información entregada por la madre de la víctima. Nada parecía unir a las cuatro mujeres, salvo la muerte y el hecho de que el victimario había atado un trozo de película alrededor de sus cuellos.
Visité la Cadena Cinema. Los empleados no querían responder mis preguntas, y sólo uno de ellos, un muchacho a cargo del aseo de las salas, confesó que la administración les tenía prohibido conversar del tema con extraños. Interrogué a los dependientes de un par de tiendas, a dos quiosqueros y concluí que no había mucho que hacer en el lugar. Pedí una gaseosa en el cafetín instalado frente a la boletería y mientras la bebía contemplé a los espectadores que, como una tropilla destinada a la engorda, entraban a las salas portando grandes bolsas de cabritas, bebidas y galletas. Enseguida, busqué el auto estacionado en subterráneos del cine y regresé a mi barrio.
TRES
Hice un par de llamadas telefónicas desde mi oficina y salí hacia la sala donde había asistido a su última función la tercera de las víctimas. Pregunté por ella al empleado que vendía las entradas y sus respuestas sirvieron para ratificar que la mujer era una espectadora frecuente y que siempre iba sola. El cine estaba en medio de una galería comercial, al final de un pasillo atestado de tiendas de ropa para guaguas y peluquerías. La cartelera anunciaba títulos como "La insaciable profesora" y "Nalgas implacables" y dentro de la sala los espectadores seguían atentamente los desplazamientos de una rubia de pechos desbordantes. En el lugar flotaba un fuerte olor a sudor. Cuando mis ojos se acostumbraron a la penumbra distinguí en la segunda fila a una mujer que estaba sola y parecía observar con interés las imágenes proyectadas en la pantalla. Consulté la hora en mi reloj. Restaban veinte o treinta minutos para el fin de la película que cerraba el programa del día.
Cuando se encendieron las luces, la mujer caminó cabizbaja hacia la salida y se detuvo un instante frente al afiche de una película que estrenarían en dos semanas. Parecía esperar a alguien, pero me equivoqué. Luego de un rato, encendió un cigarrillo y se puso a caminar. Fui tras de sus pasos mientras ella entraba a la galería comercial. A los pocos minutos advertí que un hombre la seguía. Era joven y alto. Vestía una campera de cuero y pantalones ajustados. La mujer no se dio cuenta que el extraño la perseguía como una sombra. Salió de la galería y cruzó la Plaza de Armas. Se detuvo frente a un artista que ofrecía sus óleos y el extraño se ubicó a sus espaldas. Lo vi buscar algo en sus bolsillos y me preparé a observar el brillo de una navaja. La mujer preguntó algo al artista y enseguida retomó su marcha. El hombre la imitó. Avanzaron por el Paseo Ahumada y antes de llegar a la calle Agustinas, la mujer entró a un edificio. El hombre continuó su camino y yo seguí tras él hasta que entró al Café Haití, donde lo aguardaba un amigo.
Regresé al cine a la semana siguiente y volví a ver a la mujer. Nadie la siguió al término de la función. Continuaba sin una pista de la cual asirme, salvo la certeza de que en todos los casos el asesino era uno solo y que, tarde o temprano, abandonaría su anonimato. Durante un mes recorrí otras salas y en dos oportunidades volví al Liberty con la esperanza de encontrar a una mujer sola. En una de ellas, mientras miraba los carteles expuestos en la entrada, descubrí que había pasado por alto un detalle.
CUATRO
-Pierdes el tiempo, Heredia - dijo Doris Fabra, desanimada -. El asesino ha tenido el cuidado de borrar todas sus huellas. Mis colegas y yo llevamos varios meses investigando y no hemos averiguado nada. He llegado a pensar que es un maldito fantasma aficionado a las películas y las mujeres solas.
Nos habíamos reunidos en su oficina y sobre el escritorio estaban los trozos de película encontrados junto a las mujeres asesinadas. Las examiné con atención. Ninguna de las imágenes me dijo nada.
-¿Qué pensabas encontrar en esas películas? - preguntó Doris.
-El asesino las dejó junto a los cuerpos de sus víctimas por alguna razón. ¿Desafío para el ingenio de la policía? ¿Una pista para ser atrapado?
-Temo no compartir el mismo entusiasmo. Has visto muchas veces las películas de Hannibal Lecter.
-Un asesino en serie busca llamar la atención para demostrar que es más astuto que la policía o posibilitar su captura. Quisiera que un amigo cinéfilo viera los fragmentos de las cintas.
-La verdad es que el asunto nos tiene bastante cabreados. Los periodistas nos cargan las tintas y en cada una de sus crónicas quedamos como chaleco de mono. Por un par de días nadie echará de menos las películas. Cuando las desocupe, me las devuelve y seguimos tan amigos como siempre.
-¿Amigos, nada más? pregunté, al tiempo que observaba sus atractivos labios rojos.
Eliseo Cenzano escribía comentarios de cine para varios diarios y revistas, utilizando los seudónimos de "Nickolson" y "Valentino". Su departamento estaba atestado de cintas de vídeo, afiches de películas y biografías de artistas famosos. Podía recitar sin esfuerzo los créditos de cualquier largometraje y en un lugar destacado de su biblioteca tenía enmarcado el autógrafo que su padre le había pedido a Humphrey Bogart, cuando el protagonista de "Casablanca" filmaba "Cayo Largo".
-¿Puedes reconocer a qué filmes pertenecen? - pregunté, enseñándole las películas que había dejado sobre su escritorio.
-¿De qué se trata? ¿Un concurso?
-Curiosidad, sólo curiosidad.
-¿En que lío estás metido?
-Un lío oscuro. Para resolverlo necesito de tu buena memoria.
Cenzano tomó una de las películas y la miró a contraluz.
-"El fugitivo Josey Wales" - dijo, sonriendo -. La dirigió y protagonizó Clint Eastwood en 1976.
Anoté el nombre de la película en un papel, mientras Eliseo tomaba con sus manos regordetas el segundo trozo de celuloide.
-"Educando a Arizona" de los hermanos Joel y Ethan Coen -agregó casi de inmediato.
-¡Hasta ahora vas bien!
Cenzano comenzó a mirar el tercer trozo de película, sin prestar atención a mis palabras.
-"La Pandilla Salvaje" de Sam Peckinpah. Uno de mis directores predilectos. También filmó la novela The Getaway de Jim Thompson.
-Queda una - dije y esperé a que mi amigo terminará su trabajo.
-"Splendor" de Ettore Scola -sentenció el crítico. La próxima vez que quieras probar mis conocimientos, trae algo más difícil.
-Te debo un favor Eliseo.
-¿Te sirve la información?
-Aún no lo sé - respondí antes de ponerlo al tanto de los crímenes que investigaba.
Al día siguiente fui a la hemeroteca de la Biblioteca Nacional y revisé la información cinematográfica publicada en la prensa durante los dos últimos años. Mientras anotaba los nombres de las películas exhibidas el día que murió la primera mujer, reconocí el cosquilleo que siento cuando estoy a punto de atar los extremos de unos cabos. Salí de la biblioteca y llamé a Doris Fabra desde un teléfono público. Nos encontramos en una fuente de soda ubicada en la calle Nataniel, al lado del antiguo cine Continental, donde años atrás había visto "Taxi Driver" y estaba convertido en un templo evangélico, como la mayoría de los viejos cines de Santiago.
Doris Fabra escuchó en silencio y luego movió la cabeza, no muy convencida de mis ideas respecto a los asesinatos.
-¿Qué lo hace sentirse tan seguro? - preguntó finalmente.
-El cosquilleo en las manos.
CINCO
Transcurrieron algunas semanas y en el cielo comenzaron a desfilar las nubes, anunciando el arribo del invierno con su carga de lluvias que anegaban las calles y hacían trabajar horas extras a los alcaldes. Nuevos casos seguían llegando a mi oficina, y en mis ratos libres buscaba los rastros del asesino de las cuatro mujeres.
Nunca había ido tanto al cine y comenzaba a creer que la pista encontrada en los carteles del Liberty sólo era una mala jugada de mi imaginación. Sin embargo, los afiches y las respuestas de Cenzano podían más que mis dudas. Había escrito un nombre en mi añosa libreta de apuntes y debía esperar a que el sospechoso decidiera atacar una vez más.
Era de noche y una espesa niebla caía sobre Santiago. Me arrellané en la misma butaca que había ocupado en los últimos días. Proyectaban un largometraje de Woody Allen y en la platea había una centena de espectadores que reían a mandíbula batiente. En la cuarta fila estaba sentada una mujer. La había visto entrar con una barra de chocolate en las manos. Era joven, y en su manera de caminar, con los hombros inclinados hacia adelante, advertí algo triste, desganado. Tal vez era la mujer que el asesino y yo esperábamos. Intenté prestar atención al film, pero constantemente mi mirada se desvió hacia la silueta femenina. La ansiedad, sentada a mi lado, me abrazaba. Jamás una película me pareció tan larga. Miré hacia la cabina de proyección y me cegó el haz de luz que emergía de su ventanilla. Intenté reconocer los rostros de la gente que estaba a mí alrededor y por algunos segundos acariciéla pistola que portaba en mi chaqueta.
La película llegó a su fin. Esperé a que los espectadores se pusieran de pie y concentré mi atención en la mujer. Ella no tenía prisa. Permaneció sentada unos minutos y luego, con el mismo desgano de unas horas antes, buscó la salida.
Caminé tras ella. En la calle continuaba lloviendo, pero eso no parecía molestar a la mujer que se detuvo en dos ocasiones a mirar las vitrinas iluminadas de unas tiendas. Fue entonces cuando advertí la cercanía del hombre. Conocía su nombre desde hacia un mes, y algunas tardes lo había observado cuando llegaba a su trabajo, puntual y con aparente entusiasmo. Era alto, desgarbado y usaba gafas de marcos negros. La mujer dobló en una esquina, internándose por una vereda solitaria y mal iluminada. El hombre la siguió y yo fui tras él, procurando no despertar sus sospechas.
Se abalanzó sobre ella al llegar frente a una casa abandonada. Escuché un grito entrecortado y pensé que no alcanzaría a evitar el quinto homicidio. Avancé al encuentro del asesino, y éste, al escuchar mis pasos, soltó a su víctima y comenzó a correr.
- Quédese donde está - grité a la mujer que miraba a su alrededor sin comprender cabalmente lo que sucedía.
El agresor no llegó muy lejos. Lo alcancé antes de llegar al final de la cuadra, y le asesté un golpe en la espalda. Trastabilló. Dio un paso incierto y cayó de rodillas sobre la vereda.
- Terminó la función, Vicente Pérez - dije, al tiempo que le apuntaba con la pistola.
Lo miré a los ojos, y él bajó la mirada, apesadumbrado.
- Quiero ver lo que trae en los bolsillos - agregué.
Obedeció y puso en el suelo algunas monedas, un pañuelo azul, dos biromes y un pequeño rollo de película.
SEIS
-Riesgos innecesarios - dijo la mujer policía -. ¿Por qué no me dijiste lo que pensaba hacer?
Estábamos en el bar "Olímpico", en la calle Morandé. A nuestro lado, Cenzano seguía con interés la conversación.
-Deseaba atraparlo en acción, con las manos en la masa, o en el cuello para ser más preciso.
-¿Cómo supiste que era él? - preguntó Cenzano.
-Por las películas que te hice reconocer. Leí la programación de los cines durante los dos últimos años y descubrí que las cuatro películas habían sido exhibidas en el Liberty. El resto fue relativamente fácil. Investiguéa quienes tenían acceso a la cabina de proyección. Al principio sospeché del operador. Lo seguí varias noches, averigüé sus antecedentes y concluí que no podía ser el culpable. En los días de los asesinatos de las tres primeras mujeres estaba trabajando. En cuanto al asesinato de Elisa, es imposible que al terminar la proyección, hubiera tenido tiempo para abandonar la cabina y seguirla. El hombre tiene un defecto en la pierna izquierda y renguea.
- ¿Entonces, qué hiciste? - volvió a preguntar Cenzano.
-El encargado de transportar las películas también tenía acceso a la cabina de proyección. Como tú sabes, la copia de una película se exhibe en varios cines a la vez y siempre hay alguien a cargo de trasladar los rollos. Supe que la proyectora del Liberty es antigua y que las cintas suelen cortarse y perder algunos metros. Las películas se pegan con acetona y los cortes van a dar al basurero. Vicente Pérez era el encargado de vaciarlos.
-Confesó de inmediato - intervino Doris -. Deseaba ser descubierto. Por eso dejó el celuloide atado en los cuellos de sus víctimas. Al comienzo dijo que buscaba provocar pánico entre los espectadores de las grandes cadenas y de las salas de películas eróticas, que son las que han quitado clientela al Liberty. La sala funciona de milagro; por la empecinada nostalgia del dueño que se niega a pedir la quiebra del negocio. No tiene futuro y lo más seguro es que la sala termine transformada en farmacia o sucursal bancaria. Pérez temía quedar sin trabajo. Sin embargo, el psicólogo que lo examinó dijo que eso es falso. Pérez tiene acentuados rasgos de psicópata.
-Eso explica que matara a una espectadora del cine donde trabajaba -comenté -. No pudo controlar su instinto asesino.
-Es la misma conclusión del psicólogo que elaboró el informe sobre la personalidad de Pérez - dijo Doris, y luego de beber un sorbo de cerveza, agregó -: Fue buena tu corazonada, Heredia. Debí creer en ella desde el inicio.
-Ahora sólo me queda conversar con la madre de Elisa Campos.
-Sólo por curiosidad - interrumpió Cenzano -. Los fotogramas que portaba Reyes al ser descubierto, ¿a qué película pertenecen?
-"Sed de Mal" de Orson Welles respondí -. Son de la escena en que muere el corrupto Hank Quinlan.
El neopolicial latinoamericano:
del cuarto cerrado a las calles de la ciudad latinoamericana
del cuarto cerrado a las calles de la ciudad latinoamericana
Entrevista a Ramón Díaz Eterovic
Por Freddy Vilches
Lewis & Clark College
Ramón Díaz Eterovic (Punta Arenas, 1956), uno de los principales exponentes del neopolicial latinoamericano, es también una de las figuras más destacadas de la generación de narradores de los ochenta - también conocida como la Generación del Golpe o los N.N.- en Chile. Tras pasar sus primeros años de vida en Punta Arenas, en 1974 se traslada a Santiago para entrar a estudiar en la Universidad de Chile, es ahídonde se inicia su extensa y nutrida actividad literaria. En 1975 forma el grupo literario Estravagario y dirige la revista Luz Verde para el Arte, una de las primeras revistas literarias nacidas después del golpe militar. Entre 1980 y 1995 fue director de la revista de poesía La Gota Pura y entre 1991 y 1993 fue presidente de la Sociedad de Escritores de Chile. En abril de 2002 organizó el primer Encuentro Latinoamericano de narrativa policial.
Díaz Eterovic ha recibido numerosos premios literarios entre los que se destacan el Premio del Consejo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura a la mejor novela chilena publicada en el año (1995) y el Premio Municipal de Santiago, en los años 1996 y 2002. El año 2000 ganó el premio Las Dos Orillas, que otorga el Salón del Libro Iberoamericano de Gijón, por su novela Los siete Hijos de Simenon. En el 2005, el Gobierno de la República de Croacia lo condecoró con la Orden de Danica Croata Marko Marulic.
Sus relatos han sido recogidos en múltiples antologías y traducidos a varios idiomas. Su obra ha sido publicada en diversos países como Croacia, Francia, Portugal, España, Grecia, Holanda, Alemania, Argentina e Italia. En Francia, la editorial Métailié publicó sus novelas La Mort se léve tot y Les sept Fils de Simenon, y en febrero del año 2007 aparecerá la traducción de su tercera novela, El ojo del alma.
Entre sus numerosas publicaciones se encuentran los libros de poesía El poeta derribado (1980) y Pasajero de la ausencia (1982). En 1994 Díaz Eterovic publicó la antología Crímenes criollos: antología del cuento policial chileno. En colaboración con el escritor Diego Muñoz Valenzuela, ha publicado las antologías Contando el cuento: joven narrativa chilena (1986), Andar con cuentos: nueva narrativa chilena, 1948-1962 (1992) y Cuentos en dictadura (2003). Entre sus colecciones de cuentos se encuentran Cualquier día (1981), Obsesión de año nuevo (1983), Atrás sin golpe (1985), Ese viejo cuento de amar (1990) y Muchos gatos para un solo crimen (2005). La saga del detective Heredia cuenta ya con once novelas: La ciudad estátriste (1987), Solo en la oscuridad (1992), Nadie sabe más que los muertos (1993), Ángeles y solitarios (1995), Nunca enamores a un forastero (1999), Los siete hijos de Simenon (2000), El ojo del alma (2001), El hombre que pregunta (2002), El color de la piel (2003), A la sombra del dinero (2005) y El segundo deseo (2006). Es también autor de la novela histórica Correr tras el viento (1997) y de la novela policial infantil R y M investigadores (2000), el año 2005 el canal nacional chileno, TVN, exhibió la serie Heredia & Asociados, basada en las aventuras del detective Heredia.
Fueron ocho capítulos de una serie del detective Heredia. Los títulos fueron:
¿Quién mató a Trinidad Mollet?
Barrio Rojo
Morir en Cartagena
Desaparecida
Cuestión de Estilo
El Color de la Piel
Tú también estás muerto
El regreso de Rigoletto
La siguiente entrevista fue realizada entre septiembre y noviembre del 2006 e incluye extractos de algunas declaraciones previamente emitidas por el autor en distintos medios de comunicación.
FV: En el año 1974 dejas Punta Arenas y te trasladas a Santiago para estudiar la carrera de Ciencias Políticas y Administrativas en la Universidad de Chile. Antes de publicar tu primera novela, escribiste poesía, cuentos y participaste en algunos grupos literarios de la época post-golpe. ¿Cuáles fueron tus primeras actividades literarias en Santiago?
RDE: En el año 1974, cuando me vengo a estudiar a Santiago a la Universidad de Chile, gané un par de concursos de poesía y encontré a otra gente que tenía afinidades similares. Así creamos un grupo literario que se llamó Estravagario y junto con esto sacamos una revista que se llamaba Luz Verde para el Arte. Esta publicación fue la primera o la segunda revista cultural post golpe militar en la Universidad de Chile, sin embargo, al quinto número la censuraron porque el cuarto estuvo dedicado a Pablo Neruda. Una vez que terminé mis estudios, en 1980 publico mi libro de poemas: El poeta derribado. A este primer libro le suceden otros:Pasajero de la ausencia (poemas), y los libros de cuentos: Atrás sin golpe y Ese viejo cuento de amar. Entre los años 1982 y 1985 publico y dirijo la revista de poesía La gota pura que jugó un rol reconocido en la difusión de la joven poesía chilena de esos años.
FV: Tu primera novela policial la escribes en 1985 pero debiste esperar hasta 1987 para su publicación. ¿Bajo qué condiciones nace esa primera novela del detective Heredia?
RDE: La ciudad está triste la escribí el año 1985 en medio de la dictadura política más terrible que ha tenido Chile en toda su historia. Una dictadura que me tocó padecer cuando recién salía de la adolescencia y que durante muchos años condicionó mi entorno vital, mi educación, mis afectos, el desarrollo de mi trabajo literario, el modo de sentir y observar la vida. La primera versión la escribí en una semana. Antes, venía pensado en la posibilidad de escribir una novela policial a través de la cual pudiera reflejar la situación social y política que se vivía en el país en esa época. Heredia nace como un justiciero y un testigo. La novela se publicó dos años más tarde y tuvo una buena acogida entre sus lectores, lo que de alguna manera me motivó a escribir una segunda historia. Además, al terminar La ciudad está triste tuve la sensación de que Heredia era un personaje que pedía más desarrollo, y de algún modo intuí que en la novela negra había encontrado un punto de vista para mirar la sociedad chilena.
FV: ¿Qué características del género policial te motivaron a adoptarlo como un vehículo de expresión en tus novelas?
RDE: Al buscar un derrotero para mi trabajo literario llegó un momento en que pensé que esa situación de terror y crímenes sistemáticos provenientes del poder tenía características abordables desde la novela negra, por todos los elementos de pérdida de credibilidad en la justicia y abusos que se reconocían. En la novela negra encontré los códigos para explorar la relación crimen-política-violencia, tan brutal y tristemente común en los países latinoamericanos. Se trata en definitiva de abordar una literatura con acento realista, a través de un género que, como decía Raymond Chandler se caracteriza por hurgar en la mugre que suele esconderse bajo las alfombras del poder. Un género que también implica lograr verosimilitud en la historia que se cuenta, permitiendo que el lector reconozca en ella su entorno, los mecanismos que lo mueven, de modo tal que el mundo ficticio que se le propone lo vea como algo cierto, a lo menosposible. Todo ello sin abandonar el desafío de la creación literaria a través de la palabra y del uso de un tipo de narrativa que siempre me resultó apasionante y llena de posibilidades desde el punto de vista del oficio de inventar historias y lograr que otros la compartan.
FV: ¿Cuáles fueron tus primeros contactos con la literatura policial? ¿Cómo has ido adquiriendo y desarrollando los trucos del oficio?
RDE: Siendo adolescente comencéa leer las novelas de Georges Simenon junto con las obras de Alejandro Dumas, Charles Dickens, Ernest Hemingway, Jack London y Francisco Coloane cuando en las largas tardes invernales de mi ciudad natal, Punta Arenas, ubicada junto al Estrecho de Magallanes, iniciaba mi aprendizaje en el oficio que más me gusta: el de lector a tiempo completo. He leído los clásicos y procuro estar al día con los nuevos autores que aparecen. Pero en general he leído menos narrativa policial de lo que se pueda pensar. Para acceder a los trucos del oficio he leído libros de criminología, revistas de armas, medicina forense, etc. Pero no soy un experto en el tema, como puede serlo un policía o detective profesional. Y bueno, Heredia tampoco es un investigador profesional, y por eso, para las cosas más técnicas del oficio policial, se apoya en amigos que son periodistas, policías o abogados. Heredia es un aficionado que confía en el olfato para resolver sus casos y cuya formula de éxito es un poco de sudor (trabajo) y suerte.
FV: A partir de los setenta y ochenta se produce una verdadera revalorización y adaptación del género policial a la realidad latinoamericana, ¿a qué circunstancias socio-políticas obedece este fenómeno?
RDE: Considero que uno de los fenómenos interesantes en la narrativa latinoamericana de los últimos años dice relación con la instalación del género policíaco como una forma literaria que es revisitada o transgredida, y que de una u otra manera, reflexiona en torno a la realidad socio-política latinoamericana, sobre situaciones donde la criminalidad, en la mayoría de casos, proviene del poder político y económico. Una realidad condicionada por los antivalores que se imponen en la sociedad, y por la vivencia y sobre vivencia a regímenes dictatoriales, la caída de las certezas ideológicas con su secuela de desencantoy falta de referentes, y la instalación de un modelo social neoliberal que se traduce en inseguridad, incremento delictivo y miedo para la mayoría de las personas. Una realidad también vinculada al crecimiento de las ciudades, la concentración de sus habitantes y al desconcierto y soledad en que éstos se desenvuelven.
FV: ¿Cuáles son algunos de los rasgos característicos del neopolicial latinoamericano? ¿Cómo describirías la evolución del género en Latinoamérica?
RDE: Los hechos criminales y los enigmas no son de cuarto cerrado, al estilo clásico, ni la aclaración del enigma lleva a encontrarse en las últimas páginas con mayordomos criminales o venenos rebuscados. El crimen y el enigma que lo rodea están en las calles y en los centros de poder, visibles u ocultos, que rigen la sociedad. Por ello, y aún reconociendo que el enigma y su resolución sigue siendo el elemento que dinamiza la trama policial, aprecio que el interés de los autores policíacos latinoamericanos no se centra en crear enigmas que funcionen como perfectos mecanismos de relojería, ni someter a sus lectores a pruebas de intuición o inteligencia. Les importa más el entorno en que se desarrollan los crímenes y las reflexiones que la descripción de ese entorno provoca en los personajes, de modo tal que la investigación del delito asume la condición de pretexto para explorar en las carencias de la sociedad, en la incertidumbre del ciudadano y en la fragilidad de sus sueños más básicos.
FV: En uno de tus artículos has declarado que el mayordomo ya no es el asesino ni los detectives o protagonistas de las novelas son caballeros distinguidos, ingeniosos, sabihondos y muchas veces arrogantes del policial clásico, ¿cómo describirías al nuevo protagonista del neopolicial latinoamericano?
RDE: El investigador detective privado, policía, periodista, abogado, o cualquiera sea el oficio que ejerza- que encontramos en la mayoría de las novelas policíacas latinoamericanas son seres de carne y hueso que arrastran dudas, culpas y pesares, pero que aún conservan su honor y las energías suficientes como para convertirse en antihéroes provistos de una reserva ética para sacar la basura que se esconde en los callejones. Cada andanza que asumen nuestros antihéroes es un gesto ético que apunta a develar las injusticias. Sus investigaciones no siempre responden a una lógica, a un pensamiento racional, sino que de preferencia están orientadas por elementos más precarios como la intuición, los sentimientos o una racha de fortuna. Investigaciones que, por otra parte, suelen no terminar con el castigo de los culpables, por cuanto el funcionamiento de los aparatos de justicia tienden a favorecer a los victimarios, y por lo tanto la justicia buscadapor el investigador termina siendo parcial, limitada a un sentimiento de deber cumplido. Al mismo tiempo, y pese a desenvolverse en una época caracterizada por una sensibilidad postmoderna, el discurso de estos antihéroes es contrario a todos aquellos aspectos más vulgares que caracterizan al ser postmoderno. Sus dardos suelen dar con certeza en contra de la banalidad, el exitismo como fin de todos los esfuerzos, lo desechable, el consumismo, la frivolidad y la corrupción de los actores políticos. Este discurso dice relación con la realidad en que nacen y se desenvuelven estos antihéroes, y que no es otra que la de países donde convive el subdesarrollo más feroz con las manifestaciones más perversas del neoliberalismo.
FV: ¿A qué atribuyes la revalorización que ha tenido el género policial en países como Argentina, México y en particular Chile? ¿Cuál es la actitud de sus principales cultores en Latinoamérica?
RDE: El género negro habla de un mundo corrupto, en el que los ladrones y asesinos son los que tienen el poder de las armas o el dinero. Un mundo donde la justicia no tiene credibilidad y la policía baila al ritmo del que le paga. Un mundo donde la verdad se oculta. Ese es el mundo que se describe en la novela negra clásica y desde luego, y como de sobra se sabe, se parece al mundo de la dictadura militar en Chile.
Creo que desde que se produce la explosión del policial en América Latina, en los años 70 y 80 y hasta hoy, la actitud de sus creadores ha sido la de utilizar el género con fines sociales más que con propósitos de simple entretenimiento inteligente. Desde los primeros libros de Rubem Fonseca, el padre de este movimiento, hasta los que luego fueron escribiendo Paco Ignacio Taibo II o Rafael Ramírez Heredia, o los que hemos escrito después Santiago Gamboa, en Colombia, Leonardo Padura, en Cuba, Roberto Bolaño, o yo mismo, la búsqueda de un sentido más profundo de la realidad ha sido el propósito de los creadores.
FV: A pesar de ser un detective a la chilena, Heredia posee una serie de características que lo vinculan a una gran familia de detectives y otros personajes de la literatura como el Quijote. ¿Cómo nace el detective Heredia? ¿Quiénes son algunos de sus antecesores literarios?
RDE: Heredia es un personaje que recoge algunas de las características del detective clásico de la novela negra (soledad, escepticismo, ánimo justiciero, cierta marginalidad), que han sido desarrolladas en función de crear un personaje chileno. Heredia pertenece a la matriz de Marlowe o de Lew Archer, más el idealismo y la "locura" lectora de Don Quijote. Sobre esa base construíel personaje y lo fui dotando de otras características propias, más cercana a lo que puede ser un detective privado que vive en una realidad como la chilena y que responde también a algunas características que puede tener un chileno medio. Novela a novela he ido creando el entorno afectivo de Heredia; sus amigos, sus esporádicas compañeras; también sus afectos por la literatura, el fútbol y las carreras de caballos. Y bueno, como es natural, le transmití algunas características personales que tienen que ver con su humor y cierta dosis de pesimismo para enfrentar su vida cotidiana.
FV: El desencanto, la desilusión y la nostalgia son emociones presentes en la mayoría de los detectives del neopolicial pienso en el teniente Mario Conde de Leonardo Paduray el detective de Shayne Belascoarán de Paco Ignacio Taibo II, por ejemplo. Heredia también es un recordador y enfermo de nostalgia por una época de utopías que ya ha quedado atrás.
RDE: Sí, es bastante nostálgico. Tiene nostalgia de una época en que todo parecía un poco más transparente, donde había tal vez más posibilidades de creer en utopías, de pensar que el mundo podía cambiar. Yo creo que refleja el sentido de una generación, por lo menos de la mía. Yo tenía 15 o 16 años en los 70 y estábamos recogiendo toda esa cosa maravillosa de la década de los 60. Pensábamos que de ahí en adelante íbamos a ser protagonistas de una época de muchos cambios, no sólo políticos, sino también en la manera de relacionarse, en la música, en la literatura y todo eso se nos cortóde repente. Empezamos a vivir otra realidad bastante diferente. Entonces creo que la nostalgia de Heredia es aferrarse a ese sueño, a esa posibilidad de poder participar en una sociedad más viva y alegre. Heredia, de esa época, recoge algunas cosas centrales, entre ellas, las ideas de justicia, solidaridad y verdad.
FV: Similar a otros protagonistas del neopolicial latinoamericano, Heredia es un buen lector y recurre con frecuencia a citas literarias. ¿Qué función cumplen estas citas dentro de tus novelas? ¿Existe una correspondencia entre las lecturas de Heredia y las tuyas?
RDE: Las lecturas de Heredia son mis lecturas. Yo soy un buen lector de poesía y a medida que voy leyendo voy encontrando versos que reflejan los sentimientos de Heredia. Entonces los guardo y utilizo, porque las citas que hace Heredia son un ordenamiento de su pensamiento. De pronto hay cosas que por símismo no las puede explicar, pero encuentra un verso que sintetiza su pensamiento frente a determinada situación o estado de ánimo. Desde un comienzo me interesó vincular a Heredia con el mundo de los libros, porque también los libros y la poesía son parte de un mundo que vive en la marginalidad. Cada vez menos gente lee, cada vez se lee menos poesía. También hay un rescate de algo que nos pertenece pero que va cayendo en el olvido, como ciertos sectores de la ciudad que van desapareciendo y que son rescatados en las novelas de Heredia. Eso contribuye a la identificación con el personaje y con sus historias.
FV: ¿Es Heredia una suerte de alter-ego de Ramón Díaz Eterovic?
RDE: Después de una decena de novelas protagonizadas por Heredia, he llegado a la conclusión de que mi alter ego es el gato Simenon. Por el humor que se gasta y porque es un tipo que siempre anda con impertinencias, por lo menos contra Heredia y porque me encantaría, si existiera la reencarnación en la que creen algunos, ser un gato que pasara todo el día echado frente a la ventana viendo pasar la vida, sin muchas inquietudes.
Heredia al comienzo puede haber tenido ciertas cosas del autor, como la ironía, cierto humor negro, desde luego la mirada de las cosas, pero en la novela ha ido adquiriendo una personalidad propia y termina siendo diferente al autor. Una vez me decía un amigo muy querido, el fallecido crítico Mariano Aguirre: Se ve que inventaste a Heredia para hacer las cosas que tu no eres capaz de hacer y puede que haya tenido razón. Heredia también responde a una visión de mundo del autor y a mídesde siempre me ha inquietado el tema de la injusticia,de la desigualdad, de la falta de oportunidades, y de la existencia de lo que ya no se habla: las distintas clases sociales. Y escribo de eso, porque son temas que duelen y sobre los cuales no es posible quedarse al margen.
FV: ¿Cómo surgió el personaje del gato Simenon que a poco andar se transformaría en el mejor amigo de Heredia?
RDE: El gato Simenon nació en la segunda novela de Heredia Solo en la oscuridad, publicada en Buenos Aires, el año 1992 y su nombre se debe al hecho que al llegar por primera vez el gato a la oficina de Heredia, se instalóa dormir sobre los ejemplares de las obras completas de Georges Simenon que el detective mantiene entre sus lecturas habituales, y en un rincón de su desordenada biblioteca. En las primeras novelas donde aparece Simenon, el gato no habla, o mejor dicho, Heredia no imagina que puede hablar con su gato, pero a partir de Nadie sabe más que los muertos los diálogos se incrementan y constituyen una parte significativa en el desarrollo de las novelas, y un ingrediente que algunos lectores buscan de modo especial, por el despliegue de humor e ironía que en ellos se hacen y porque también contienen muchas de las reflexiones que configuran el perfil psicológico de Heredia.
FV: ¿Cuál ha sido la influencia de Georges Simenon y otros escritores del género policial en tus novelas?
RDE: Georges Simenon es uno de los autores fundamentales de la novela criminal. El, junto a Raymond Chandler y Osvaldo Soriano, son los autores que he tenido más presente en mi oficio de escritor. De Chandler aprendí el sentido ético de la novela policial; de Soriano la posibilidad de transgredir los códigos del género para hacer literatura policíaca con acento y sabor latinoamericano; y de Simenon aprendí que la esencia de la novela policial no estáen el enigma sino en crear personajes convincentes y en evocar ambientes que den color local y verosimilitud a las historias
FV: Uno de los rasgos distintivos del neopolicial latinoamericano ha sido la presencia de la ciudad como una verdadera protagonista de la historia. Pienso en la ciudad de México de Shayne Belascoarán, La Habana de Mario Conde y el Santiago de Heredia. ¿Qué papel desempeña la ciudad en tus novelas?
RDE: El tema de la ciudad lo he trabajado en mis novelas yo diría con bastante conciencia. Cuando empecé con ellas, penséque en general Santiago era una ciudad que no estaba muy tratada en la literatura chilena, y me preocupéde localizar al personaje, Heredia, en un barrio con mucha personalidad, mucha vida y colorido, con muchos espacios relacionados con la vida de la ciudad y sus tradiciones, como bares antiguos. O sea, una ciudad con historia detrás.Vivimos en medios urbanos en los que la violencia, la degradación del individuo, las fuerzas del poder son realidades que nos acechan y nos agreden todos los días y a las cuales sería un poco cínico volverle las espaldas.
FV: En tus novelas hay una clara intención de recuperar la memoria y de mantener vigentes ciertos espacios y modos de convivencia que en Santiago, como en otras ciudades latinoamericanas, han ido desapareciendo.
RDE: A mí me interesa dejar testimonio de una época y un espacio. Yo siempre he hablado del escritor y del personaje como testigos de época y, en ese sentido, no sési consciente o inconscientemente, he ido tomando algunos temas gravitantes de la sociedad chilena en los últimos veinte años. Pero por otro lado me he preocupado de hacer presencia de Santiago como ciudad, de algunos espacios de Santiago, de registrarlos, de anotarlos, de decir que existieron. Porque hay un montón de espacios que están nombrados en mis primeras novelas y si túvas a verlos ahora ya no existen. De alguna manera es como una suerte de registro urbano, de nombrar espacios que hoy están siendo destruidos y que tienen que ver no sólo con una ciudad o un país de otra época, sino también con otras formas de convivencia. Ese contrapunto que siempre está entre los McDonald y el bar tradicional no es sólo visual o de modernidad. Al hacer ese contrapunto también se está hablando de dos formas distintas de convivencia.
Tiene que ver con el tema de la memoria, tan presente en las novelas de Heredia. Memoria, recuerdo, de una ciudad que se transforma y en la que se destruyen muchos rincones tradicionales. Lo que hago es una suerte de poesía lárica urbana que me permite ir dejando registro de una ciudad que muta y pierde muchos de sus elementos de identidad.
En Chile hay un deseo de borrar el pasado y eso también pasa por borrar los espacios. Entonces se echan abajo construcciones, espacios que tenían una atmósfera especial. Hay en general en Chile no sé si seráherencia de la dictadura- una suerte de antimemoria en todo. Pasa también en la literatura. De repente se trata de creer que la literatura chilena empieza en los años 80. Falso. Hay todo un siglo de grandes escritores. De alguna manera estas novelas pueden ser también un pretexto, un reclamo contra esa antimemoria que se impone en nuestro país.
FV: ¿Cómo describirías la ciudad que habita tu protagonista? ¿Por qué elegiste el barrio Mapocho como centro de operaciones de Heredia?
RDE: Es otra ciudad, no es el Santiago de los malls, de las grandes calles, de los comercios, sino una ciudad a escala más humana, y hasta más provinciana. Viví en ese barrio durante algunos años y siempre me llamó la atención su colorido y vitalidad. Es un espacio donde se conservan algunos aspectos de una ciudad que tiende a desaparecer y es un barrio donde se respira cierta marginalidad. Por eso, cuando nació Heredia, pensé que era el lugar más apropiado para él. Heredia vive en un departamento-oficina ubicado en un viejo barrio de Santiago, el de las proximidades del Mapocho, río que cruza la ciudad y que está rodeado de mercados, tiendas, bares, cabarets de mala muerte y oficinas públicas. Un barrio que tradicionalmente ha sido llamado el "barrio bravo" de Santiago, que obviamente no figura en los folletos de promoción turística, pero que en otra época -en los años 20 y 30 del siglo pasado- fue el alero bajo el cual se cobijó la bohemia literaria santiaguina, en bares y tabernas a las que concurrían Pablo Neruda, Juvencio Valle, Diego Muñoz, entre muchos escritores que más tarde fueron referencias obligadas dentro de la literatura chilena. O sea, el espacio que habita Heredia es arrabalero, y estálleno de atractivos, tanto por las historias que han acontecido y acontecen entre sus calles, como por los personajes que alberga. Su deambular por su barrio le permite desarrollar una visión muy particular sobre los espacios marginales de una ciudad como Santiago. Heredia, a pesar de los pesares, ama Santiago, sus tumultos, su gente y sus rincones.
FV: Tu labor literaria ha sido instrumental en el desarrollo y promoción del género policial. ¿Cuál es el estado actual del género en Chile?
RDE: Hay adeptos y seguidores del género, pero no son tan masivos como ocurre en países de mayor tradición en el ámbito de la literatura policial, como la Argentina o Cuba. Muchos lectores tienen prejuicios hacia los textos policíacos y además, hay un gran desconocimiento sobre el género, entre lectores y críticos que piensan que la novela policial sigue siendo lo que hacían Conan Doyle o Agatha Christie. La falta de adhesión también se nota en la poca venta que tienen algunos autores policíacos que en otros países son muy populares. Ahora bien, no obstante lo anterior, creo que desde 1990 a esta parte, en Chile se ha producido una revalorización del género, tanto por autores, críticos y lectores. Acabo de hacer un recuento de autores para una posible antología del género, y los autores que han incursionado en el género desde 1980 a la fecha, son muchos más que los que se pueden destacar desde 1900 a 1980. Eso habla bien de la revalorización que han hecho los autores del género. También es interesante constatar que la narrativa policial es acogida en los planes editoriales, y que el género comienza a ser estudiado en universidades y que incluso se incorpora como tema en textos escolares.
FV: El sello LOM acaba de publicar El segundo deseo, novela en la que a petición de su madre Heredia le sigue la pista al padre nunca conoció y emprende una búsqueda por su propio pasado. ¿Estamos llegando al final de Heredia como personaje?
RDE: No, de ninguna manera. Sin perjuicio de que más adelante escriba sobre otros temas, Heredia es un personaje que me acompañará, espero, por mucho tiempo más. Siempre me he visto escribiendo una última novela de Heredia, en una época en que los dos estemos más viejos. Solo espero tener la oportunidad de hacerlo. Además, ya tengo lista la próxima novela de Heredia que se llama "Cita con la memoria", y que espero se publique el año 2007.
FV: Para terminar, a más de veinte años desde que escribiste tu primera novela, ¿cómo resumirías este recorrido por la historia acompañado de Heredia y su gato Simenon?
RDE: Si hay algún mérito en lo que he escrito pienso que va por el lado de haber creado un personaje con el cual muchos lectores se identifican, un antihéroe que gana afectos, que a pesar de su matriz literaria es verosímil y dan ganas de ayudar en sus pesquisas. Con más de 20 años de vida, Heredia es un personaje con existencia propia, más allá de los deseos de su autor. Me gusta la complicidad que ha generado con algunos lectores que siguen sus aventuras, visitan los bares donde él bebe y a veces me llaman para contarme anécdotas que consideran posibles de incorporar en alguna novela. Existe incluso un clan herediano formado por algunos de los lectores de mis novelas.
Al mirar el conjunto de las novelas protagonizadas por Heredia siento que en ellas, consciente o inconscientemente, he trazado una suerte de cronología de la historia chilena de los últimos veinticinco o treinta años, y que en tal sentido Heredia ha cumplido un rol de testigo de esa historia, de aguijón que ha punzado en algunos temas especialmente sensibles en la realidad social chilena, como la represión política, el drama de los detenidos desaparecidos y la guerra sucia, el narcotráfico, el contrabando de armas, la traición política y los negociados ecológicos. Después de veinte años de complicidad, con Heredia seguimos observando nuestro entorno, sin otra pretensión de ir testimoniando lo que nos toca vivir.
Díaz Eterovic ha recibido numerosos premios literarios entre los que se destacan el Premio del Consejo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura a la mejor novela chilena publicada en el año (1995) y el Premio Municipal de Santiago, en los años 1996 y 2002. El año 2000 ganó el premio Las Dos Orillas, que otorga el Salón del Libro Iberoamericano de Gijón, por su novela Los siete Hijos de Simenon. En el 2005, el Gobierno de la República de Croacia lo condecoró con la Orden de Danica Croata Marko Marulic.
Sus relatos han sido recogidos en múltiples antologías y traducidos a varios idiomas. Su obra ha sido publicada en diversos países como Croacia, Francia, Portugal, España, Grecia, Holanda, Alemania, Argentina e Italia. En Francia, la editorial Métailié publicó sus novelas La Mort se léve tot y Les sept Fils de Simenon, y en febrero del año 2007 aparecerá la traducción de su tercera novela, El ojo del alma.
Entre sus numerosas publicaciones se encuentran los libros de poesía El poeta derribado (1980) y Pasajero de la ausencia (1982). En 1994 Díaz Eterovic publicó la antología Crímenes criollos: antología del cuento policial chileno. En colaboración con el escritor Diego Muñoz Valenzuela, ha publicado las antologías Contando el cuento: joven narrativa chilena (1986), Andar con cuentos: nueva narrativa chilena, 1948-1962 (1992) y Cuentos en dictadura (2003). Entre sus colecciones de cuentos se encuentran Cualquier día (1981), Obsesión de año nuevo (1983), Atrás sin golpe (1985), Ese viejo cuento de amar (1990) y Muchos gatos para un solo crimen (2005). La saga del detective Heredia cuenta ya con once novelas: La ciudad estátriste (1987), Solo en la oscuridad (1992), Nadie sabe más que los muertos (1993), Ángeles y solitarios (1995), Nunca enamores a un forastero (1999), Los siete hijos de Simenon (2000), El ojo del alma (2001), El hombre que pregunta (2002), El color de la piel (2003), A la sombra del dinero (2005) y El segundo deseo (2006). Es también autor de la novela histórica Correr tras el viento (1997) y de la novela policial infantil R y M investigadores (2000), el año 2005 el canal nacional chileno, TVN, exhibió la serie Heredia & Asociados, basada en las aventuras del detective Heredia.
Fueron ocho capítulos de una serie del detective Heredia. Los títulos fueron:
¿Quién mató a Trinidad Mollet?
Barrio Rojo
Morir en Cartagena
Desaparecida
Cuestión de Estilo
El Color de la Piel
Tú también estás muerto
El regreso de Rigoletto
La siguiente entrevista fue realizada entre septiembre y noviembre del 2006 e incluye extractos de algunas declaraciones previamente emitidas por el autor en distintos medios de comunicación.
FV: En el año 1974 dejas Punta Arenas y te trasladas a Santiago para estudiar la carrera de Ciencias Políticas y Administrativas en la Universidad de Chile. Antes de publicar tu primera novela, escribiste poesía, cuentos y participaste en algunos grupos literarios de la época post-golpe. ¿Cuáles fueron tus primeras actividades literarias en Santiago?
RDE: En el año 1974, cuando me vengo a estudiar a Santiago a la Universidad de Chile, gané un par de concursos de poesía y encontré a otra gente que tenía afinidades similares. Así creamos un grupo literario que se llamó Estravagario y junto con esto sacamos una revista que se llamaba Luz Verde para el Arte. Esta publicación fue la primera o la segunda revista cultural post golpe militar en la Universidad de Chile, sin embargo, al quinto número la censuraron porque el cuarto estuvo dedicado a Pablo Neruda. Una vez que terminé mis estudios, en 1980 publico mi libro de poemas: El poeta derribado. A este primer libro le suceden otros:Pasajero de la ausencia (poemas), y los libros de cuentos: Atrás sin golpe y Ese viejo cuento de amar. Entre los años 1982 y 1985 publico y dirijo la revista de poesía La gota pura que jugó un rol reconocido en la difusión de la joven poesía chilena de esos años.
FV: Tu primera novela policial la escribes en 1985 pero debiste esperar hasta 1987 para su publicación. ¿Bajo qué condiciones nace esa primera novela del detective Heredia?
RDE: La ciudad está triste la escribí el año 1985 en medio de la dictadura política más terrible que ha tenido Chile en toda su historia. Una dictadura que me tocó padecer cuando recién salía de la adolescencia y que durante muchos años condicionó mi entorno vital, mi educación, mis afectos, el desarrollo de mi trabajo literario, el modo de sentir y observar la vida. La primera versión la escribí en una semana. Antes, venía pensado en la posibilidad de escribir una novela policial a través de la cual pudiera reflejar la situación social y política que se vivía en el país en esa época. Heredia nace como un justiciero y un testigo. La novela se publicó dos años más tarde y tuvo una buena acogida entre sus lectores, lo que de alguna manera me motivó a escribir una segunda historia. Además, al terminar La ciudad está triste tuve la sensación de que Heredia era un personaje que pedía más desarrollo, y de algún modo intuí que en la novela negra había encontrado un punto de vista para mirar la sociedad chilena.
FV: ¿Qué características del género policial te motivaron a adoptarlo como un vehículo de expresión en tus novelas?
RDE: Al buscar un derrotero para mi trabajo literario llegó un momento en que pensé que esa situación de terror y crímenes sistemáticos provenientes del poder tenía características abordables desde la novela negra, por todos los elementos de pérdida de credibilidad en la justicia y abusos que se reconocían. En la novela negra encontré los códigos para explorar la relación crimen-política-violencia, tan brutal y tristemente común en los países latinoamericanos. Se trata en definitiva de abordar una literatura con acento realista, a través de un género que, como decía Raymond Chandler se caracteriza por hurgar en la mugre que suele esconderse bajo las alfombras del poder. Un género que también implica lograr verosimilitud en la historia que se cuenta, permitiendo que el lector reconozca en ella su entorno, los mecanismos que lo mueven, de modo tal que el mundo ficticio que se le propone lo vea como algo cierto, a lo menosposible. Todo ello sin abandonar el desafío de la creación literaria a través de la palabra y del uso de un tipo de narrativa que siempre me resultó apasionante y llena de posibilidades desde el punto de vista del oficio de inventar historias y lograr que otros la compartan.
FV: ¿Cuáles fueron tus primeros contactos con la literatura policial? ¿Cómo has ido adquiriendo y desarrollando los trucos del oficio?
RDE: Siendo adolescente comencéa leer las novelas de Georges Simenon junto con las obras de Alejandro Dumas, Charles Dickens, Ernest Hemingway, Jack London y Francisco Coloane cuando en las largas tardes invernales de mi ciudad natal, Punta Arenas, ubicada junto al Estrecho de Magallanes, iniciaba mi aprendizaje en el oficio que más me gusta: el de lector a tiempo completo. He leído los clásicos y procuro estar al día con los nuevos autores que aparecen. Pero en general he leído menos narrativa policial de lo que se pueda pensar. Para acceder a los trucos del oficio he leído libros de criminología, revistas de armas, medicina forense, etc. Pero no soy un experto en el tema, como puede serlo un policía o detective profesional. Y bueno, Heredia tampoco es un investigador profesional, y por eso, para las cosas más técnicas del oficio policial, se apoya en amigos que son periodistas, policías o abogados. Heredia es un aficionado que confía en el olfato para resolver sus casos y cuya formula de éxito es un poco de sudor (trabajo) y suerte.
FV: A partir de los setenta y ochenta se produce una verdadera revalorización y adaptación del género policial a la realidad latinoamericana, ¿a qué circunstancias socio-políticas obedece este fenómeno?
RDE: Considero que uno de los fenómenos interesantes en la narrativa latinoamericana de los últimos años dice relación con la instalación del género policíaco como una forma literaria que es revisitada o transgredida, y que de una u otra manera, reflexiona en torno a la realidad socio-política latinoamericana, sobre situaciones donde la criminalidad, en la mayoría de casos, proviene del poder político y económico. Una realidad condicionada por los antivalores que se imponen en la sociedad, y por la vivencia y sobre vivencia a regímenes dictatoriales, la caída de las certezas ideológicas con su secuela de desencantoy falta de referentes, y la instalación de un modelo social neoliberal que se traduce en inseguridad, incremento delictivo y miedo para la mayoría de las personas. Una realidad también vinculada al crecimiento de las ciudades, la concentración de sus habitantes y al desconcierto y soledad en que éstos se desenvuelven.
FV: ¿Cuáles son algunos de los rasgos característicos del neopolicial latinoamericano? ¿Cómo describirías la evolución del género en Latinoamérica?
RDE: Los hechos criminales y los enigmas no son de cuarto cerrado, al estilo clásico, ni la aclaración del enigma lleva a encontrarse en las últimas páginas con mayordomos criminales o venenos rebuscados. El crimen y el enigma que lo rodea están en las calles y en los centros de poder, visibles u ocultos, que rigen la sociedad. Por ello, y aún reconociendo que el enigma y su resolución sigue siendo el elemento que dinamiza la trama policial, aprecio que el interés de los autores policíacos latinoamericanos no se centra en crear enigmas que funcionen como perfectos mecanismos de relojería, ni someter a sus lectores a pruebas de intuición o inteligencia. Les importa más el entorno en que se desarrollan los crímenes y las reflexiones que la descripción de ese entorno provoca en los personajes, de modo tal que la investigación del delito asume la condición de pretexto para explorar en las carencias de la sociedad, en la incertidumbre del ciudadano y en la fragilidad de sus sueños más básicos.
FV: En uno de tus artículos has declarado que el mayordomo ya no es el asesino ni los detectives o protagonistas de las novelas son caballeros distinguidos, ingeniosos, sabihondos y muchas veces arrogantes del policial clásico, ¿cómo describirías al nuevo protagonista del neopolicial latinoamericano?
RDE: El investigador detective privado, policía, periodista, abogado, o cualquiera sea el oficio que ejerza- que encontramos en la mayoría de las novelas policíacas latinoamericanas son seres de carne y hueso que arrastran dudas, culpas y pesares, pero que aún conservan su honor y las energías suficientes como para convertirse en antihéroes provistos de una reserva ética para sacar la basura que se esconde en los callejones. Cada andanza que asumen nuestros antihéroes es un gesto ético que apunta a develar las injusticias. Sus investigaciones no siempre responden a una lógica, a un pensamiento racional, sino que de preferencia están orientadas por elementos más precarios como la intuición, los sentimientos o una racha de fortuna. Investigaciones que, por otra parte, suelen no terminar con el castigo de los culpables, por cuanto el funcionamiento de los aparatos de justicia tienden a favorecer a los victimarios, y por lo tanto la justicia buscadapor el investigador termina siendo parcial, limitada a un sentimiento de deber cumplido. Al mismo tiempo, y pese a desenvolverse en una época caracterizada por una sensibilidad postmoderna, el discurso de estos antihéroes es contrario a todos aquellos aspectos más vulgares que caracterizan al ser postmoderno. Sus dardos suelen dar con certeza en contra de la banalidad, el exitismo como fin de todos los esfuerzos, lo desechable, el consumismo, la frivolidad y la corrupción de los actores políticos. Este discurso dice relación con la realidad en que nacen y se desenvuelven estos antihéroes, y que no es otra que la de países donde convive el subdesarrollo más feroz con las manifestaciones más perversas del neoliberalismo.
FV: ¿A qué atribuyes la revalorización que ha tenido el género policial en países como Argentina, México y en particular Chile? ¿Cuál es la actitud de sus principales cultores en Latinoamérica?
RDE: El género negro habla de un mundo corrupto, en el que los ladrones y asesinos son los que tienen el poder de las armas o el dinero. Un mundo donde la justicia no tiene credibilidad y la policía baila al ritmo del que le paga. Un mundo donde la verdad se oculta. Ese es el mundo que se describe en la novela negra clásica y desde luego, y como de sobra se sabe, se parece al mundo de la dictadura militar en Chile.
Creo que desde que se produce la explosión del policial en América Latina, en los años 70 y 80 y hasta hoy, la actitud de sus creadores ha sido la de utilizar el género con fines sociales más que con propósitos de simple entretenimiento inteligente. Desde los primeros libros de Rubem Fonseca, el padre de este movimiento, hasta los que luego fueron escribiendo Paco Ignacio Taibo II o Rafael Ramírez Heredia, o los que hemos escrito después Santiago Gamboa, en Colombia, Leonardo Padura, en Cuba, Roberto Bolaño, o yo mismo, la búsqueda de un sentido más profundo de la realidad ha sido el propósito de los creadores.
FV: A pesar de ser un detective a la chilena, Heredia posee una serie de características que lo vinculan a una gran familia de detectives y otros personajes de la literatura como el Quijote. ¿Cómo nace el detective Heredia? ¿Quiénes son algunos de sus antecesores literarios?
RDE: Heredia es un personaje que recoge algunas de las características del detective clásico de la novela negra (soledad, escepticismo, ánimo justiciero, cierta marginalidad), que han sido desarrolladas en función de crear un personaje chileno. Heredia pertenece a la matriz de Marlowe o de Lew Archer, más el idealismo y la "locura" lectora de Don Quijote. Sobre esa base construíel personaje y lo fui dotando de otras características propias, más cercana a lo que puede ser un detective privado que vive en una realidad como la chilena y que responde también a algunas características que puede tener un chileno medio. Novela a novela he ido creando el entorno afectivo de Heredia; sus amigos, sus esporádicas compañeras; también sus afectos por la literatura, el fútbol y las carreras de caballos. Y bueno, como es natural, le transmití algunas características personales que tienen que ver con su humor y cierta dosis de pesimismo para enfrentar su vida cotidiana.
FV: El desencanto, la desilusión y la nostalgia son emociones presentes en la mayoría de los detectives del neopolicial pienso en el teniente Mario Conde de Leonardo Paduray el detective de Shayne Belascoarán de Paco Ignacio Taibo II, por ejemplo. Heredia también es un recordador y enfermo de nostalgia por una época de utopías que ya ha quedado atrás.
RDE: Sí, es bastante nostálgico. Tiene nostalgia de una época en que todo parecía un poco más transparente, donde había tal vez más posibilidades de creer en utopías, de pensar que el mundo podía cambiar. Yo creo que refleja el sentido de una generación, por lo menos de la mía. Yo tenía 15 o 16 años en los 70 y estábamos recogiendo toda esa cosa maravillosa de la década de los 60. Pensábamos que de ahí en adelante íbamos a ser protagonistas de una época de muchos cambios, no sólo políticos, sino también en la manera de relacionarse, en la música, en la literatura y todo eso se nos cortóde repente. Empezamos a vivir otra realidad bastante diferente. Entonces creo que la nostalgia de Heredia es aferrarse a ese sueño, a esa posibilidad de poder participar en una sociedad más viva y alegre. Heredia, de esa época, recoge algunas cosas centrales, entre ellas, las ideas de justicia, solidaridad y verdad.
FV: Similar a otros protagonistas del neopolicial latinoamericano, Heredia es un buen lector y recurre con frecuencia a citas literarias. ¿Qué función cumplen estas citas dentro de tus novelas? ¿Existe una correspondencia entre las lecturas de Heredia y las tuyas?
RDE: Las lecturas de Heredia son mis lecturas. Yo soy un buen lector de poesía y a medida que voy leyendo voy encontrando versos que reflejan los sentimientos de Heredia. Entonces los guardo y utilizo, porque las citas que hace Heredia son un ordenamiento de su pensamiento. De pronto hay cosas que por símismo no las puede explicar, pero encuentra un verso que sintetiza su pensamiento frente a determinada situación o estado de ánimo. Desde un comienzo me interesó vincular a Heredia con el mundo de los libros, porque también los libros y la poesía son parte de un mundo que vive en la marginalidad. Cada vez menos gente lee, cada vez se lee menos poesía. También hay un rescate de algo que nos pertenece pero que va cayendo en el olvido, como ciertos sectores de la ciudad que van desapareciendo y que son rescatados en las novelas de Heredia. Eso contribuye a la identificación con el personaje y con sus historias.
FV: ¿Es Heredia una suerte de alter-ego de Ramón Díaz Eterovic?
RDE: Después de una decena de novelas protagonizadas por Heredia, he llegado a la conclusión de que mi alter ego es el gato Simenon. Por el humor que se gasta y porque es un tipo que siempre anda con impertinencias, por lo menos contra Heredia y porque me encantaría, si existiera la reencarnación en la que creen algunos, ser un gato que pasara todo el día echado frente a la ventana viendo pasar la vida, sin muchas inquietudes.
Heredia al comienzo puede haber tenido ciertas cosas del autor, como la ironía, cierto humor negro, desde luego la mirada de las cosas, pero en la novela ha ido adquiriendo una personalidad propia y termina siendo diferente al autor. Una vez me decía un amigo muy querido, el fallecido crítico Mariano Aguirre: Se ve que inventaste a Heredia para hacer las cosas que tu no eres capaz de hacer y puede que haya tenido razón. Heredia también responde a una visión de mundo del autor y a mídesde siempre me ha inquietado el tema de la injusticia,de la desigualdad, de la falta de oportunidades, y de la existencia de lo que ya no se habla: las distintas clases sociales. Y escribo de eso, porque son temas que duelen y sobre los cuales no es posible quedarse al margen.
FV: ¿Cómo surgió el personaje del gato Simenon que a poco andar se transformaría en el mejor amigo de Heredia?
RDE: El gato Simenon nació en la segunda novela de Heredia Solo en la oscuridad, publicada en Buenos Aires, el año 1992 y su nombre se debe al hecho que al llegar por primera vez el gato a la oficina de Heredia, se instalóa dormir sobre los ejemplares de las obras completas de Georges Simenon que el detective mantiene entre sus lecturas habituales, y en un rincón de su desordenada biblioteca. En las primeras novelas donde aparece Simenon, el gato no habla, o mejor dicho, Heredia no imagina que puede hablar con su gato, pero a partir de Nadie sabe más que los muertos los diálogos se incrementan y constituyen una parte significativa en el desarrollo de las novelas, y un ingrediente que algunos lectores buscan de modo especial, por el despliegue de humor e ironía que en ellos se hacen y porque también contienen muchas de las reflexiones que configuran el perfil psicológico de Heredia.
FV: ¿Cuál ha sido la influencia de Georges Simenon y otros escritores del género policial en tus novelas?
RDE: Georges Simenon es uno de los autores fundamentales de la novela criminal. El, junto a Raymond Chandler y Osvaldo Soriano, son los autores que he tenido más presente en mi oficio de escritor. De Chandler aprendí el sentido ético de la novela policial; de Soriano la posibilidad de transgredir los códigos del género para hacer literatura policíaca con acento y sabor latinoamericano; y de Simenon aprendí que la esencia de la novela policial no estáen el enigma sino en crear personajes convincentes y en evocar ambientes que den color local y verosimilitud a las historias
FV: Uno de los rasgos distintivos del neopolicial latinoamericano ha sido la presencia de la ciudad como una verdadera protagonista de la historia. Pienso en la ciudad de México de Shayne Belascoarán, La Habana de Mario Conde y el Santiago de Heredia. ¿Qué papel desempeña la ciudad en tus novelas?
RDE: El tema de la ciudad lo he trabajado en mis novelas yo diría con bastante conciencia. Cuando empecé con ellas, penséque en general Santiago era una ciudad que no estaba muy tratada en la literatura chilena, y me preocupéde localizar al personaje, Heredia, en un barrio con mucha personalidad, mucha vida y colorido, con muchos espacios relacionados con la vida de la ciudad y sus tradiciones, como bares antiguos. O sea, una ciudad con historia detrás.Vivimos en medios urbanos en los que la violencia, la degradación del individuo, las fuerzas del poder son realidades que nos acechan y nos agreden todos los días y a las cuales sería un poco cínico volverle las espaldas.
FV: En tus novelas hay una clara intención de recuperar la memoria y de mantener vigentes ciertos espacios y modos de convivencia que en Santiago, como en otras ciudades latinoamericanas, han ido desapareciendo.
RDE: A mí me interesa dejar testimonio de una época y un espacio. Yo siempre he hablado del escritor y del personaje como testigos de época y, en ese sentido, no sési consciente o inconscientemente, he ido tomando algunos temas gravitantes de la sociedad chilena en los últimos veinte años. Pero por otro lado me he preocupado de hacer presencia de Santiago como ciudad, de algunos espacios de Santiago, de registrarlos, de anotarlos, de decir que existieron. Porque hay un montón de espacios que están nombrados en mis primeras novelas y si túvas a verlos ahora ya no existen. De alguna manera es como una suerte de registro urbano, de nombrar espacios que hoy están siendo destruidos y que tienen que ver no sólo con una ciudad o un país de otra época, sino también con otras formas de convivencia. Ese contrapunto que siempre está entre los McDonald y el bar tradicional no es sólo visual o de modernidad. Al hacer ese contrapunto también se está hablando de dos formas distintas de convivencia.
Tiene que ver con el tema de la memoria, tan presente en las novelas de Heredia. Memoria, recuerdo, de una ciudad que se transforma y en la que se destruyen muchos rincones tradicionales. Lo que hago es una suerte de poesía lárica urbana que me permite ir dejando registro de una ciudad que muta y pierde muchos de sus elementos de identidad.
En Chile hay un deseo de borrar el pasado y eso también pasa por borrar los espacios. Entonces se echan abajo construcciones, espacios que tenían una atmósfera especial. Hay en general en Chile no sé si seráherencia de la dictadura- una suerte de antimemoria en todo. Pasa también en la literatura. De repente se trata de creer que la literatura chilena empieza en los años 80. Falso. Hay todo un siglo de grandes escritores. De alguna manera estas novelas pueden ser también un pretexto, un reclamo contra esa antimemoria que se impone en nuestro país.
FV: ¿Cómo describirías la ciudad que habita tu protagonista? ¿Por qué elegiste el barrio Mapocho como centro de operaciones de Heredia?
RDE: Es otra ciudad, no es el Santiago de los malls, de las grandes calles, de los comercios, sino una ciudad a escala más humana, y hasta más provinciana. Viví en ese barrio durante algunos años y siempre me llamó la atención su colorido y vitalidad. Es un espacio donde se conservan algunos aspectos de una ciudad que tiende a desaparecer y es un barrio donde se respira cierta marginalidad. Por eso, cuando nació Heredia, pensé que era el lugar más apropiado para él. Heredia vive en un departamento-oficina ubicado en un viejo barrio de Santiago, el de las proximidades del Mapocho, río que cruza la ciudad y que está rodeado de mercados, tiendas, bares, cabarets de mala muerte y oficinas públicas. Un barrio que tradicionalmente ha sido llamado el "barrio bravo" de Santiago, que obviamente no figura en los folletos de promoción turística, pero que en otra época -en los años 20 y 30 del siglo pasado- fue el alero bajo el cual se cobijó la bohemia literaria santiaguina, en bares y tabernas a las que concurrían Pablo Neruda, Juvencio Valle, Diego Muñoz, entre muchos escritores que más tarde fueron referencias obligadas dentro de la literatura chilena. O sea, el espacio que habita Heredia es arrabalero, y estálleno de atractivos, tanto por las historias que han acontecido y acontecen entre sus calles, como por los personajes que alberga. Su deambular por su barrio le permite desarrollar una visión muy particular sobre los espacios marginales de una ciudad como Santiago. Heredia, a pesar de los pesares, ama Santiago, sus tumultos, su gente y sus rincones.
FV: Tu labor literaria ha sido instrumental en el desarrollo y promoción del género policial. ¿Cuál es el estado actual del género en Chile?
RDE: Hay adeptos y seguidores del género, pero no son tan masivos como ocurre en países de mayor tradición en el ámbito de la literatura policial, como la Argentina o Cuba. Muchos lectores tienen prejuicios hacia los textos policíacos y además, hay un gran desconocimiento sobre el género, entre lectores y críticos que piensan que la novela policial sigue siendo lo que hacían Conan Doyle o Agatha Christie. La falta de adhesión también se nota en la poca venta que tienen algunos autores policíacos que en otros países son muy populares. Ahora bien, no obstante lo anterior, creo que desde 1990 a esta parte, en Chile se ha producido una revalorización del género, tanto por autores, críticos y lectores. Acabo de hacer un recuento de autores para una posible antología del género, y los autores que han incursionado en el género desde 1980 a la fecha, son muchos más que los que se pueden destacar desde 1900 a 1980. Eso habla bien de la revalorización que han hecho los autores del género. También es interesante constatar que la narrativa policial es acogida en los planes editoriales, y que el género comienza a ser estudiado en universidades y que incluso se incorpora como tema en textos escolares.
FV: El sello LOM acaba de publicar El segundo deseo, novela en la que a petición de su madre Heredia le sigue la pista al padre nunca conoció y emprende una búsqueda por su propio pasado. ¿Estamos llegando al final de Heredia como personaje?
RDE: No, de ninguna manera. Sin perjuicio de que más adelante escriba sobre otros temas, Heredia es un personaje que me acompañará, espero, por mucho tiempo más. Siempre me he visto escribiendo una última novela de Heredia, en una época en que los dos estemos más viejos. Solo espero tener la oportunidad de hacerlo. Además, ya tengo lista la próxima novela de Heredia que se llama "Cita con la memoria", y que espero se publique el año 2007.
FV: Para terminar, a más de veinte años desde que escribiste tu primera novela, ¿cómo resumirías este recorrido por la historia acompañado de Heredia y su gato Simenon?
RDE: Si hay algún mérito en lo que he escrito pienso que va por el lado de haber creado un personaje con el cual muchos lectores se identifican, un antihéroe que gana afectos, que a pesar de su matriz literaria es verosímil y dan ganas de ayudar en sus pesquisas. Con más de 20 años de vida, Heredia es un personaje con existencia propia, más allá de los deseos de su autor. Me gusta la complicidad que ha generado con algunos lectores que siguen sus aventuras, visitan los bares donde él bebe y a veces me llaman para contarme anécdotas que consideran posibles de incorporar en alguna novela. Existe incluso un clan herediano formado por algunos de los lectores de mis novelas.
Al mirar el conjunto de las novelas protagonizadas por Heredia siento que en ellas, consciente o inconscientemente, he trazado una suerte de cronología de la historia chilena de los últimos veinticinco o treinta años, y que en tal sentido Heredia ha cumplido un rol de testigo de esa historia, de aguijón que ha punzado en algunos temas especialmente sensibles en la realidad social chilena, como la represión política, el drama de los detenidos desaparecidos y la guerra sucia, el narcotráfico, el contrabando de armas, la traición política y los negociados ecológicos. Después de veinte años de complicidad, con Heredia seguimos observando nuestro entorno, sin otra pretensión de ir testimoniando lo que nos toca vivir.
Reseña Biobibliográfica
I.- ANTECEDENTES PERSONALES
Nació el 15 de julio de 1956, en la ciudad de Punta Arenas, Magallanes, Chile.
Hijo de Magdalena Eterovic Martinic y Ramón Díaz Silva.
Sus estudios primarios y secundarios los realizó en el Instituto Salesiano Don Bosco, y en el Liceo Fiscal de Hombres de Punta Arenas, respectivamente.
Sus estudios universitarios los realizó en la Carrera de Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad de Chile, obteniendo el título profesional de Administrador Público.
Padre de tres hijos: Valentina, Alonso y Angeles.
Casado con la escritora Sonia González Valdenegro.
Fundador y director del Grupo Literario Estravagario y de la Revista Luz Verde para el Arte de la Carrera de Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad de Chile. Años 1975 - 1977.
Coordinador General del Colectivo de Escritores Jóvenes, creado en la Sociedad de Escritores de Chile. Años 1983 - 1984.
Fundador y director de la Revista de Poesía La Gota Pura. Años 1981 a 1985. Se hicieron diez ediciones de dicha revista en dicho período. En una segunda época la revista volvió a editarse durante el año 1995, editándose 5 números.
Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, SECH, durante el período 7 de mayo de 1991 al 10 de mayo de 1993. En su presidencia se inició la publicación de la Revista Simpson 7 y se organizó el Congreso Internacional de Escritores Juntémonos en Chile. Antes de ejercer la presidencia de la SECH, entre los años 1984 y 1990, fue miembro del Directorio Nacional, Tesorero y Secretario General de dicha organización.
Ha colaborado en revistas y periódicos, tales como: Diario La Época, Diario Fortín Mapocho, Revista Pluma y Pincel, Revista Cultura y Tendencias, Revista Ciertopez, Diario La Prensa Austral, Diario La Tercera, Revista Obsidiana, Revista La Calabaza del Diablo, Revista El Periodista, Revista El Juglar y Revista Punto Final, entre otros medios.
Desde el año 1990 se desempeña como Administrador Público en el Instituto de Normalización Previsional, en labores relacionadas con la comunicación corporativa.
II.- LIBROS PUBLICADOS
POESIA
Imagenes en el tiempo. Autoedición. Santiago, 1977.
El poeta derribado. Autoedición. Santiago, 1980.
Pasajero de la ausencia. Ediciones La Gota Pura. Santiago, 1982.
CUENTOS
Cualquier día. Plastigraf Impresores. Santiago, 1981.
Obsesión de año nuevo. Ediciones La Gota Pura. Santiago, 1983.
Atrás sin golpe. Ediciones La Gota Pura. Santiago, 1985.
Ese viejo cuanto de amar. Mosquito Editores. Santiago, 1990.
Muchos gatos para un solo crimen. Editorial LOM. Santiago, 2005.
Mio padre pettinato alla Gardel. Premio Grinzane Cavour. Ugo Guanda Editore, Italia, 2005.
Chumangos. Editorial El Juglar. Santiago, 2011.
NOVELAS
a.- Novelas publicadas en español
La ciudad está triste. Editorial Sinfronteras. Santiago, 1987. Editorial LOM. Santiago, 2000.
Solo en la oscuridad. Torres Agûero Editor. Buenos Aires, 1992. Editorial LOM. SaNTIAGO, 2003.
Nadie sabe más que los muertos. Editoraial Planeta. Santiago, 1993. Editorial LOM. Santiago, 2002.
Angeles y solitarios. Editorial Planeta. Santiago, 1995. Editorial LOM. Santiago, 2000. Editorial Txalaparta, España, 2004.
Correr tras el viento. Editorial Planeta. Santiago, 1997. Editorial LOM, Santiago, 2007 y la tercera edición el año 2009.
Nunca enamores a un forastero. Editorial La Calabaza del Diablo. Santiago, 1999. Editorial LOM. Santiago, 2003. Editorial Txalaparta, España, 2006.
Los siete hijos de Simenon. Editorial LOM. Santiago, 2000. Editorial Seix Barral. Barcelona, España, 2001.
El ojo del alma. Editorial LOM. Santiago, 2001.
El hombre que pregunta. Editorial LOM. Santiago, 2002.
El color de la piel. Editorial LOM. Santiago, 2003.
A la sombra del dinero. Editorial LOM. Santiago, 2005.
El segundo deseo. Editorial LOM. Santiago, 2006.
La oscura memoria de las armas. Editorial LOM. Santiago, 2008.
La muerte juega a ganador. Editorial LOM. Santiago 2010.
El leve aliento de la verdad. Editorial LOM. Santiago 2012.
b.- Novelas publicadas en otros idiomas
Alemán
ENGEL UND EINSAME. Traducción al alemán de "Angeles y solitarios". Editorial Diogenes. Suiza-Alemania, Agosto de 2000.
KATER UND KATZENJAMMER. Traducción al alemán de Los siete hijos de Simenon. Editorial Diogenes. Suiza-Alemania, Septiembre de 2001.
Croata
TRCANJE ZA VJETROM. Traducción al croata de Correr tras el viento. Editorial Nova Knjiga Rast. Zagreb, Croacia. 1999.
NE ZALJUBLIUJ SE U STRANCA. Traducción al croata de Nunca enamores a un forastero. Hrvatska Matica Iseljenika Nakladni Zavod Matice Hrvatske, Croacia, 2001.
SEDMERO SIMENONOVE DJECE. Traducción al croata de Los siete hijos de Simenon. Hrvatska Matica Iseljenika Nakladni Zavod Matice Hrvatske, Croacia, 2003.
Francia
LES SEPT FILS DE SIMENON. Traducción al francés de Los siete hijos de Simenon. Editorial Métailié, Francia, Septiembre de 2001.
LA MORT SE LEVE TOT. Traducción al francés de Angeles y solitarios. Editorial Métailié, Francia, Enero de 2004.
LES YEUX DU COEUR. Traducción al francés de El ojo del alma. Editorial Métailié, Francia, Febrero de 2007.
Grecia
LOS SIETE HIJOS DE SIMENON. Traducción al griego de Los siete hijos de Simenon. Editorial Opera, Grecia, Septiembre de 2001.
Holandés
REDDENDE ENGEL. Traducción al holandés de Angeles y solitarios. Editorial Signature. Holanda, 2002.
DE ZEVEN ZONEN VAN SIMENON. Traducción al holandés de Los siete hijos de Simenon. Editorial De Fontain, Holanda, 2003.
Italiano
I SETTE FIGLI DI SIMENON. Traducción al italiano de Los siete hijos de Simenon. Ugo Guanda Editore. Roma, Italia, Mayo de 2001.
Portugués
OS SETE FILHOS DE SIMENON. Traducción al portugués de Los siete hijos de Simenon. Editorial ASA, Portugal, septiembre de 2001.
NARRATIVA INFANTIL
EL SECUESTRO DE BENITO.(Cuento infantil). Editorial CIDCLI. México, noviembre de 2001.
R y M INVESTIGADORES. (Novela infantil). Editorial Norma. Chile, octubre de 2002.
III.- TRABAJOS EN COMIC, CINE Y TELEVISIÓN
a.- Comics
MUCHACHO SIN OCUPACION (Guión). Revista Trauco Nº 31. Santiago, Diciembre de 1990.
HEREDIA DETECTIVE. NARRATIVA GRÁFICA. Editorial LOM. Santiago, 2011.
b.- Guiones de cine y televisión
-Co-autor del preguión de la película de Gonzalo Justiniano Tuve un sueño contigo.
-Autor de los guiones "Celos que matan" y "Un extraño contrato de amor" de la Serie "Los Enredos de Sussi" de Gonzalo Justianiano. Televisión Nacional de Chile.
-Entre los años 1987 y 1988 ejerció como comentarista de cine de la Revista Punto Final.
-El año 2005, Televisión Nacional de Chile exhibió la serie Heredia & Asociados, consistente en 8 episodios basados en las novelas de Ramón Díaz Eterovic.
IV.- ANTOLOGIAS DE LAS QUE ES AUTOR
CONTANDO EL CUENTO. La joven narrativa chilena.Selección de Ramón Díaz E. y Diego Muñoz V.
Editorial Sinfronteras. Santiago, 1986.
LA JOVEN NARRATIVA CHILENA.Selección de Ramón Díaz E. y Diego Muñoz V. Cuadernos del Guayas. Ecuador, 1989.
ANDAR CON CUENTOS. Nueva narrativa chilena. Selección de Ramón Díaz E. y Diego Muñoz V. Mosquito Editores. Santiago, 1992.
CRIMENES CRIOLLOS. Antología del cuento policial chileno. Mosquito Editores. Santiago, julio de 1994.
ROLANDO CARDENAS: "OBRA COMPLETA". Editorial La Gota Pura. Santiago 1994. Corporación Sur del Sur. Punta Arenas, 2001.
CUENTOS EN DICTADURA. Selección de Ramón Díaz Eterovic y Diego Muñoz V. LOM Editores, Santiago, 2003.
VAGABUNDOS DE LA NADA. La Calabaza del Diablo. Santiago, 2003.
V.- PUBLICACIONES EN ANTOLOGIAS
POESÍA MAGALLÁNICA. Tomo I. Edición de la Sociedad de Escritores de Magallanes. Punta Arenas,1981.
ENCUENTO. Narradores chilenos de hoy. Editorial Bruguera. Santiago, 1984.
PRIMER CONCURSO DE CUENTOS CLUB PALESTINO. Comisión de Cultura y Documentación Club Palestino. Santiago, 1986.
CONTANDO EL CUENTO. La Joven narrativa chilena. Editorial Sinfronteras. Santiago, 1986.
NUEVA YORK 11. Selección de Carlos Olivárez. Editorial Galinost. Santiago, 1987.
CAMPEONES DEL CUADRILATERO. Cuentos de box. Selección de Poli Délano. Incluye el cuento: Atrás sin golpe o la noche que Villablanca ganó el título mundial. Editorial Galinost. Santiago, 1987.
PREMIOS LITERARIOS ALONSO DE ERCILLA Y ZUÑIGA 1987. Editorial Pehuén. Santiago, 1989.
LA JOVEN NARRATIVA CHILENA. Cuadernos del Guayas. Ecuador, 1989.
ANDAR CON CUENTOS. Antología de la Joven Narrativa Chilena. Mosquito Editores. Santiago, 1991.
ENCUENTO POR MARTIN CERDA. Editorial Galinost. Santiago, 1991.
JOVENES NARRADORES CHILENOS. Selección de Luis R. Gutiérrez Infante. Red Internacional del Libro. Santiago, 1992.
MUESTRA DE LITERATURA CHILENA. Edición de la Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, 1992.
THIS SAME SKY. A collection of poems from around the world. Selección de Naomí Shihab Nye.
MacMillan Publishing Company. Nueva York, 1992.
CONCURSO DE POESIA JOVEN Y CUENTO CORTO. Area Educación-Comunicación PROMESA. Santiago, 1993.
A LA HORA DEL CUENTO. Nuevos Narradores Magallánicos. Selección de Jorge Díaz Bustamante.
Talleres Atelí. Punta Arenas, 1993.
HINCHAS Y GOLES. El fútbol como personaje.Antología de cuentos de fútbol. Seleción de Poli Délano. Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. Buenos Aires, Argentina, 1994.
CRIMENES CRIOLLOS. Antología del cuento policial chileno. Mosquito Editores. Santiago, julio de 1994.
NARRATIVA CHILENA ACTUAL. Revista Blanco Móvil. México, 1994.
SANTIAGO-MONTEVIDEO. PRIMER VUELO. Antología binacional de cuentos. Selección de Edmundo Marchant. Editorial Medina. Uruguay, 1995.
ANTOLOGIA DEL CUENTO CHILENO. Selección de Poli Délano. Universidad Autónoma de México, UNAM. México, 1996.
I RACCONTI PIU BREVI DEL CILE. Edizioni Fahrenheit 451. Roma, Italia, 1997.
RELATOS Y RESACAS. Selección y prólogo de Mariano Aguirre. Editorial Planeta. Santiago, 1997.
ANTOLOGÍA INSURGENTE. La nueva poesía magallánica. Selección de Pavel Oyarzún y Juan Magal.
Punta Arenas. Talleres Atelí. 1997.
HONRARÁS A TU PADRE. Selección de Carlos Orellana. Incluye el cuento: Mi padre peinaba a lo Gardel. Editorial Planeta. Santiago, 1998.
EL CRIMEN DE ESCRIBIR. Selección de Matías Rivas. Editorial Planeta. Santiago, 1998.
CUENTO CHILENO CONTEMPORÁNEO. Selección de Poli Délano y Rafael Ramírez Heredia. Editorial Fondo de Cultura. Santiago, 1998.
EL CUENTO HISPANOAMERICANO EN EL SIGLO XX. Selección de Fernando Burgos. Editorial Castalia. Madrid, España, 1998.
CUENTOS CHILENOS. CONTEMPORÁNEOS 2000. Editorial LOM y Corporación Letras de Chile. Santiago,2001.
CUENTOS DEL MAR. Ediciones B. Barcelona, España, octubre 2001. Ediciones B. Barcelona, España, octubre 2002. Edición de Bolsillo.
VARIACIONES EN NEGRO. Relatos policiales iberoamericanos. Selección de Leonardo Padura y Lucía López Coll. Editorial Arte y Literatura, La Habana, Cuba, 2001.
STORIE DI MARE. Editorial Ugo Guanda, Italia, mayo de 2002.
CUENTOS DE LA TERCERA ORILLA. Editorial Banda Oriental y Literastur. Uruguay-España, mayo de 2002.
EL CUENTO HISPANOAMERICANO ACTUAL. Autoedición. Bulgaria, junio 2002.
HISTORIAS DO MAR. Editorial ASA. Portugal, año 2002.
CUENTOS DE CINE. Compilación de Jacqueline Mouesca. Incluye el cuento: Ví morir a Hank Quilan.
Editorial LOM. Santiago,2003.
VARIACIONES EN NEGRO. Relatos policiales iberoamericanos. Selección de Lucía López Coll.
Editorial Plaza Mayor. San Juan, Puerto Rico, 2003. Grupo Editorial Norma. Colombia, 2003.
DESPUÉS DEL 11 DE SEPTIEMBRE. Narrativa chilena. Selección de Poli Délano. Editorial Ficticia. México, 2003.
CUENTOS EN DICTADURA. Selección de Ramón Díaz E. y Diego Muñoz V. LOM Editores, Santiago, 2003.
UNO EN QUINIENTOS. Selección de Roberto Fuentes. Incluye el cuento: El minuto feliz de Largo Viñuelas. Editorial Alfaguara. Santiago, 2004.
LA CASA CIEGA. Selección de Fernando Martínez Laínez. Incluye el cuento: Crónica Roja. EDAF, España, 2005.
CON POCAS PALABRAS. Muestra de microcuentos. Mosquito Editores, Santiago, 2005.
EL PAÍS DE LAS PALABRAS. Retratos y palabras de escritores de América Latina 1980-2005. Fotos y selección de textos de Daniel Mordzinski. Editorial Roca. España, 2005.
EL QUE LA HACE... ¿LA PAGA?. Cuentos policíacos latinoamericanos. Selección y prólogo de Vicente Francisco Torres. Coedición Latinoamericana. México, Brasil, Argentina, Guatemala, Nicaragua, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela. México, 2006.
VI.- LIBROS SOBRE LA OBRA DE RAMON DIAZ ETEROVIC
PODER Y CRIMEN EN LA NARRATIVA CHILENA.
LAS NOVELAS DE HEREDIA. Ensayo de Guillermo García-Corales y Mirian Pino. Mosquito Editores. Santiago, 2002.
CRIMEN Y VERDAD EN LA NOVELA POLICIAL CHILENA ACTUAL. Ensayo de Clemens A. Franken Kurzen.
Universidad de Santiago. Santiago, 2003.
VII.- PUBLICACIONES EN TEXTOS DE ESTUDIOS
LENGUAJE Y COMUNICACIÓN. 4° Medio. María Inés Zaldívar. Editorial Zigzag. 1° Edición, Santiago, diciembre 2002. Se incluye el cuento: El minuto feliz de Largo Viñuelas.
LENGUAJE Y COMUNICACIÓN. 2° Medio.Lorena Amaro, Marcela Cabrera y Alejandra Caballero. Editorial Santillana. Santiago, 2005. Se incluye entrevista y fragmento de la novela A la sombra del dinero.
LENGUAJE Y COMUNICACIÓN. 7° Básico. Marcela Guajardo y Verónica Guajardo. Editorial Marenostrum. Santiago, 2007. Se incluye entrevista de Angeles Díaz y cuento Mi padre peinaba a lo Gardel.
VIII.- PREMIOS Y MENCIONES EN CONCURSOS LITERARIOS
a.- Premios en Chile.
Concurso de Poesía Palabras para el hombre. Agrupación Cultural Universitaria. Universidad de Chile. Santiago,1979.
Concurso de cuentos Residencia en la tierra. Unión de Escritores Jóvenes de Chile. Santiago, 1979.
Concurso de Cuentos Municipalidad de Punta Arenas. Ilustre Municipalidad de Punta Arenas. 1982.
Premio Municipal de Santiago. Género Cuento. Mención Honrosa. Ilustre Municipalidad de Santiago. Santiago, 1982. Por el libro de cuentos Cualquier día.
Concurso de cuentos Joaquín Edwards Bello. Universidad de Valparaíso. Valparaíso, 1984.
Concurso de Cuentos Chile - Francia. Instituto Chileno Francés de Cultura. Santiago, 1985.
Concurso de Cuentos Carlos Mondaca. La Serena, 1986.
Concurso de Cuentos Zacarías Abuhumor. Instituto de Cultura Palestina. Santiago, 1986.
Concurso de Cuentos Simón Bolivar. Instituto Simón Bolivar. Santiago, 1987.
Concurso de Cuentos Alonso de Ercilla y Zuñiga 1988. Embajada de España y Universidad Arcis. Santiago, 1988.
Concurso de Cuentos Diario La Epoca. (Mención).Embajada de España y Diario La Epoca. Santiago, 1989.
Concurso de Cuentos Promesa. Radio Umbral y Organización Promesa. Santiago, 1989.
Concurso Literario Alonso de Ercilla y Zuñiga, 1989. Embajada de España y Diario La Tercera. Santiago, 1989.
Concurso de Cuentos Diario El Mercurio ( 2º Lugar). Diario El Mercurio. Santiago, 1990.
Concurso de Cuentos Diario El Siglo. Diario El Siglo. Santiago, 1990.
Premio Municipal de Santiago 1994. Género Novela. Mención Honrosa por su novela Nadie sabe más que los muertos.
Premio Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Santiago, 1995. Categoría novela inédita. Por su novela "Angeles y Solitarios".
Premio Municipal de Santiago 1996. Género Novela, por su novela "Angeles y solitarios".
Concurso Literario Municipalidad de Providencia, 1997. Primer Premio por su cuento "Aunque ya nadie escuche boleros".
Premio Municipal de Santiago 2002. Género Novela, por su novela "El ojo del alma".
a.- Premios en otros países.
Premio Anna Seghers. Academia del Arte de Alemania. Berlín, 1987.
Concurso Casa de las Américas. (novela) Finalista con la novela: Solo en la oscuridad. La Habana. Cuba, 1988.
Premio de Novela Planeta Argentina. Editorial Planeta. Buenos Aires, 1996. Finalista con su novela "Correr tras el viento".
Premio de Novela Dashiell Hammett. Semana Negra de Gijón. Gijón, España, 1996. Finalista con su novela "Angeles y solitarios".
Premio "Las Dos Orillas". Salón del Libro Iberoamericano de Gijón. Asturias, España, 2000.
Premio por su novela "Los siete hijos de Simenon".
IX.- BECAS DE CREACIÓN LITERARIA
Beca de Creación Literaria, Categoría Excelencia. Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Santiago, 2006.
X.- RECONOCIMIENTOS RECIBIDOS
-Premio Colegio de Administradores Públicos 2002.
El Colegio de Administradores Públicos de Chile A.G. le entregó el Premio Colegio de Administradores Públicos 2002, al profesional de la orden más destacado del año y en reconocimiento a su aporte al desarrollo cultural del país.
-Orden dánica croata poeta Marko Marulic.
El año 2005, el Gobierno de la República de Croacia lo condecoró con la Orden de Dánica Croata, poeta Marko Marulic.
XI.- PARTICIPACION EN ENCUENTROS Y CONGRESOS.
a.- Encuentros y congresos internacionales.
Encuentro Cultura y Redemocratización en Chile. Universidad de Maryland. Washigton. EE.UU. Noviembre de 1991.
IX Encuentro Internacional de Novelistas Policíacos. Asociación Internacional de Escritores Policiacos. Puebla, México, octubre 1992.
VIII Encuentro Internacional de Narrativa. Universidad Autónoma de México. México, 24 al 30 de noviembre 1993.
Encuentro de la Narrativa Chilena en Alemania. Casa de la Cultura de los Pueblos. Berlín, Alemania, Octubre de 1994.
Semana Negra Gijón 1996. España.Asociación Internacional de Escritores Policíacos, 1996.
Primer Encuentro Internacional para el Fomento del Libro y la Lectura. Universidad del Norte. Resistencia, República Argentina. 1996.
20º Coloquio Literario Internacional de Zagreb. Asociación de Escritores de Croacia. Zagreb, mayo de 1997.
Tercer Encuentro de Escritores Monterrey 1998. Consejo para la Cultura de Nuevo León. Monterrey. Septiembre, 1998.
Segundo Salón del Libro Iberoamericano de Gijón. Gijón. España. Junio de 1999.
Tercer Salón del Libro Iberoamericano de Gijón. Gijón. España. Mayo de 2000.
Cuarto Salón del Libro Iberoamericano de Gijón. Gijón. España. Octubre de 2001.
Feria Internacional del Libro de Franfkurt. Franfkurt, Alemania. Octubre de 2001.
Jornadas Literarias Fernando Pessoa. Lisboa, Portugal, octubre de 2001.
Sexto Salón del Libro Iberoamericano de Gijón. Gijón. España. Mayo de 2003.
Taller de traducción Premio Grinzane-Cavour. Gijón. España. Mayo de 2003.
Encuentro Belles Latines. Asociación Literaria Belles Latines. Lyon, París, Marsella, Avigñon, Poitiers. Francia, 2006.
Presentación en Casa de América Latina.París, Francia, 2006.
Décimo Salón del Libro Iberoamericano de Gijón. Gijón. España. Mayo de 2007.
b.- Encuentros y congresos en Chile
Primer Encuentro Nacional de Escritores Jóvenes Chilenos. Taller de Arte Contemporáneo. Santiago, julio de 1979.
2º Encuentro de Escritores de Magallanes. Sociedad de Escritores de Magallanes. Punta Arenas, 1982.
Encuentro de Escritores Jóvenes de Chile. Colectivo de Escritores Jóvenes. Santiago, mayo de 1984.
Encuentro Internacional por el Arte y la Cultura: Chile Crea. Santiago, 1988.
Encuentro Nacional de Escritores Vivir y escribir en Chile. Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, enero de 1991.
Encuentro Nacional de Escritores en Valdivia. Ministerio de Educación - PRED. Valdivia, octubre de 1991.
3º Encuentro de Escritores del Norte. Asociación de Escritores del Norte. Antofagasta,octubre de 1991.
Congreso Internacional de Escritores Juntémonos en Chile. Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, agosto de 1992.
Letras de España. Ministerio de Cultura de España. Santiago, 17 al 31 de marzo de 1993.
5º Feria del Libro de Ovalle. I. Municipalidad de Ovalle. 10 al 18 de marzo de 1993.
Encuentro de Escritores Directores de Talleres Literarios. Ministerio de Educación. Cartagena. Julio de 1993.
1º Encuentro Regional de Escritores del Maule. Curicó. 13 al 14 de noviembre de 1993.
7º Feria del Libro de Ovalle. I. Municipalidad de Ovalle. 15 al 24 de Febrero de 1995.
Encuentro de Escritores Bolivianos-Chilenos. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile. Santiago, 7 al 9 de junio de 1995.
Seminario "El Escritor y el Fomento del Libro". Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, septiembre de 1995.
Segundo Seminario "El Escritor y el Fomento del Libro". Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, noviembre de 1997.
10º Feria del Libro de Coyhaique. Coyhaique. 4 al 9 de octubre de 2000.
Feria del Libro de Copiapó. Copiapó. 1 al 3 de diciembre de 2000.
Encuentro Invierno en la Provincia. Homenaje a Rolando Cárdenas. Punta Arenas. 31 de agosto a 2 de septiembre, 2001.
Encuentro de narrativa policial latinoamericana. Corporación Letras de Chile. Santiago, 17 a 19 de abril de 2002.
Lecturas aniversario Casa Cultural Manuel Rojas. Casa Cultural Manuel Rojas. Santiago, 6 de septiembre de 2002.
Feria Cultural Chilena. Centro Cultural Planeta Quirquincho. Santiago, 12 al 21 de septiembre de 2002.
Feria del Libro de Valdivia. Valdivia, noviembre de 2002.
Ciclo de Lecturas Nunca salí del horroroso Chile. Revista Calabaza del Diablo. Santiago, diciembre de 2002.
Homenaje 70 años de Jorge Teillier. I. Municipalidad de Lautaro. Lautaro, junio de 2005.
Homenaje 80 años del poeta Marino Muñoz Lagos. I. Municipalidad de Punta Arenas. Punta Arenas, julio de 2005.
Salón del Libro de Concepción. Concepción, agosto de 2005.
Congreso La Palabra Antigua, la palabra nueva. Corporación Patagonia Escrita. Punta Arenas, septiembre, 2005.
Feria del Libro de San Antonio. San Antonio, Chile, octubre, 2005.
Homenaje 100 años del escritor Gonzalo Drago. San Fernando, Chile, 2006.
Universidad Central.Conversaciones con autores. Santiago, abril de 2007.
XII.- ORGANIZACIÓN DE ENCUENTROS LITERARIOS
- Primer Encuentro de Escritores Jóvenes de Chile. Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, 1984.
- Encuentro Vivir y Escribir en Chile. Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, 1987.
- Congreso Internacional de Escritores Juntémonos en Chile.Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, 1992.
- Salón del Libro Chileno. Centro Cultural de España y Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, 1994.
- Primer y Segundo Encuentro Internacional de Fomento de la Lectura y el Hábito Lector. Sociedad de Escritores de Chile. Santiago, años 1995 y 1997.
- Encuentro de narrativa policial latinoamericana. Corporación Letras de Chile. Santiago, 17 a 19 de abril de 2002.
5 comentarios:
14:55
de lujo
un abrazo hugo
n.
19:12
muy bueno el dossier, me gustó "leo un verso..." y la novela Correr tras el viento, hay elementos identificables allí. Ramón es pariente de un pariente político mío. Lo que son las cosas...
13:56
Descubrí tu blog en una búsqueda de la palabra "decepción".
Y encontre todo menos eso.
Gracias por la maravillosa introducción de ramón Díaz, a quien yo no tenía el gusto de conocer. Ahora ya quiero conseguir su obra.
Un abrazo.
09:35
oye, al primer poema le faltan palabras.
10:23
Gracias r.s.v.p. Ya está solucionado, muchas gracias.
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